Samuel García / El Semanario
Los recientes datos económicos dados a conocer por el INEGI muestran una desaceleración en el ritmo de crecimiento que venía experimentando la economía mexicana. Todo apunta a que estamos entrando en una etapa de moderación en el crecimiento hacia los próximos meses, lo que modificará las expectativas para el año y el que sigue.
Veamos algunos de los datos recientes.
El Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) —una especie de indicador adelantado del PIB— creció sólo 3.6 por ciento en términos anuales en marzo pasado y cayó 0.23 por ciento en relación a febrero. Este resultado es el más bajo para este indicador desde enero de 2010.
Un segundo dato. Las exportaciones durante abril moderaron su crecimiento a 12.6 por ciento después de haber sostenido tasas superiores a 20 por ciento en el último año y medio. De hecho el extraordinario dinamismo de las exportaciones manufactureras, incluyendo las automotrices, que destacó durante un buen tiempo, prácticamente se desplomó en abril al crecer sólo 7.5 por ciento en términos anuales.
Un tercer dato. Aunque durante abril es típico que se eleve la tasa de desempleo, llama la atención el repunte a 5.1 por ciento en conjunción con los indicadores que hemos listado líneas arriba y después de que se ha pregonado insistentemente la creación de empleos desde el gobierno federal. De hecho el desempleo femenino en abril creció a 5.2 por ciento y fue la tasa más elevada desde octubre pasado.
Un cuarto dato. Las ventas al menudeo sólo crecieron 1 por ciento en términos anuales durante marzo, después de alcanzar una tasa de 5 por ciento en mayo del año pasado. La tendencia bajista se confirma cuando se revisan las ventas al mayoreo que en marzo cayeron 1.1 por ciento, cuando en enero de este año habían crecido 6.1 por ciento en términos anuales.
Un quinto y último dato. En abril el índice de confianza del consumidor cayó 2.78 por ciento y se situó en el nivel más bajo desde noviembre de 2010, destacando una fuerte caída en la posibilidad que tienen los consumidores para hacer compras de bienes duraderos.
Este puñado de datos muestra que la economía mexicana está moderando su ritmo de crecimiento, como —hay que decirlo— también está ocurriendo en una buena cantidad de países de América Latina, aunque existen notables diferencias en las tasas de crecimiento entre cada uno de ellos.
La desaceleración en el crecimiento estadunidense y la volatilidad económica europea están impactando el crecimiento de la economía mexicana.
Se resentirá el empleo y el ingreso real acentuando el menor dinamismo en la demanda agregada, de allí que se espere una mayor moderación en las expectativas de crecimiento económico de los analistas para este año y el próximo.
Sígale la pista...
UN POCO DE MESURA. La objetividad es un bien escaso cuando la fiesta arrecia. Agustín Carstens es un buen y experimentado economista, lo reconocen hasta sus críticos. Pero en los últimos días hemos escuchado y leído en la prensa virtudes y hazañas del gobernador del banco central que sonrojarían al más arrogante.
Los recientes datos económicos dados a conocer por el INEGI muestran una desaceleración en el ritmo de crecimiento que venía experimentando la economía mexicana. Todo apunta a que estamos entrando en una etapa de moderación en el crecimiento hacia los próximos meses, lo que modificará las expectativas para el año y el que sigue.
Veamos algunos de los datos recientes.
El Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) —una especie de indicador adelantado del PIB— creció sólo 3.6 por ciento en términos anuales en marzo pasado y cayó 0.23 por ciento en relación a febrero. Este resultado es el más bajo para este indicador desde enero de 2010.
Un segundo dato. Las exportaciones durante abril moderaron su crecimiento a 12.6 por ciento después de haber sostenido tasas superiores a 20 por ciento en el último año y medio. De hecho el extraordinario dinamismo de las exportaciones manufactureras, incluyendo las automotrices, que destacó durante un buen tiempo, prácticamente se desplomó en abril al crecer sólo 7.5 por ciento en términos anuales.
Un tercer dato. Aunque durante abril es típico que se eleve la tasa de desempleo, llama la atención el repunte a 5.1 por ciento en conjunción con los indicadores que hemos listado líneas arriba y después de que se ha pregonado insistentemente la creación de empleos desde el gobierno federal. De hecho el desempleo femenino en abril creció a 5.2 por ciento y fue la tasa más elevada desde octubre pasado.
Un cuarto dato. Las ventas al menudeo sólo crecieron 1 por ciento en términos anuales durante marzo, después de alcanzar una tasa de 5 por ciento en mayo del año pasado. La tendencia bajista se confirma cuando se revisan las ventas al mayoreo que en marzo cayeron 1.1 por ciento, cuando en enero de este año habían crecido 6.1 por ciento en términos anuales.
Un quinto y último dato. En abril el índice de confianza del consumidor cayó 2.78 por ciento y se situó en el nivel más bajo desde noviembre de 2010, destacando una fuerte caída en la posibilidad que tienen los consumidores para hacer compras de bienes duraderos.
Este puñado de datos muestra que la economía mexicana está moderando su ritmo de crecimiento, como —hay que decirlo— también está ocurriendo en una buena cantidad de países de América Latina, aunque existen notables diferencias en las tasas de crecimiento entre cada uno de ellos.
La desaceleración en el crecimiento estadunidense y la volatilidad económica europea están impactando el crecimiento de la economía mexicana.
Se resentirá el empleo y el ingreso real acentuando el menor dinamismo en la demanda agregada, de allí que se espere una mayor moderación en las expectativas de crecimiento económico de los analistas para este año y el próximo.
Sígale la pista...
UN POCO DE MESURA. La objetividad es un bien escaso cuando la fiesta arrecia. Agustín Carstens es un buen y experimentado economista, lo reconocen hasta sus críticos. Pero en los últimos días hemos escuchado y leído en la prensa virtudes y hazañas del gobernador del banco central que sonrojarían al más arrogante.
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