lunes, 30 de mayo de 2011

HACIA UN NUEVO PROYECTO DE DESARROLLO (II)

Está siendo tiempo ya de que se abra un debate nacional sobre el papel del Estado en la economía.
Jesús Alberto Cano Vélez (*) / Excelsior
Decíamos, en nuestro artículo del lunes pasado, que por nuestros análisis percibíamos que algo andaba gravemente mal en la economía, por las tres décadas de estancamiento económico de México y sus terribles efectos en el desempleo y subempleo, así como en la creciente pobreza y desigualdad entre los mexicanos.
En esos mismos análisis nos comparamos con los vecinos de América del Sur y algunos centroamericanos que, siguiendo el ejemplo de Brasil, estaban aplicando políticas públicas para paliar los efectos dañinos de la economía mundial, con buenos resultados ya que sus economías reflejaban una sanidad sorprendente, y la suerte de sus ciudadanos estaba siendo atendida.
También hicimos un repaso analítico a la suerte de los países desarrollados, de América, Europa y Asia, mismos que seguían contagiados por la crisis mundial; incluyendo Estados Unidos, que no obstante la burbuja de crecimiento del segundo semestre de 2010 y primer semestre de este año —que nos dio muy buenos resultados— ahora daba signos de retornar al ciclo recesivo relacionado con la crisis mundial, misma que parece aún no ceder.
De ahí que ratificamos nuestra decisión de continuar, durante el resto de este año, con los debates en los foros temáticos y regionales del Colegio Nacional, para dar voz a los asociados de los colegios estatales de economistas; poblaciones que sufren los embates de una economía débil y sin rumbo.
Evidentemente estamos dando tumbos por los efectos de una crisis económica mundial y la ausencia de políticas públicas —propias, nuestras, mexicanas— diseñadas para revertir o compensar los dañinos efectos de la economía mundial.
Encontramos que nuestra banca, preponderantemente extranjera, parece no entender muy bien las necesidades del país; tanto así que hasta los altos funcionarios de la Secretaría de Hacienda se quejaban acremente de su actuación, durante los días de la última reunión de banqueros en Acapulco.
Y aún así, las autoridades no parecen hacer nada al respecto. Y nos preguntamos: ¿Dónde están las autoridades económicas y financieras? ¿Qué no ven lo que está pasando en la economía mexicana?
El debate del papel del Estado en la economía
Está siendo tiempo ya de que se abra un debate nacional sobre el papel del Estado en la economía.
Dos artículos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos hacen referencia a ello, al asignarle al gobierno un papel importante en la materia. Además, hay órganos oficiales, específicamente encargados del adecuado funcionamiento de diversos aspectos de nuestra economía, como son el Banco de México y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.
Pero ha sido tan fuerte la influencia del Consenso de Washington entre las autoridades económicas mexicanas, durante los últimas tres décadas (coincidente con los años de economía débil) que simplemente no quieren ni hablar de políticas públicas con esos fines.
Inclusive, tuvimos durante casi dos años una participación importante del gobierno de Estados Unidos en uno de los principales bancos comerciales de México, sin que se tomaran medidas, cuando que era algo que estaba claramente prohibido por nuestras leyes.
Como en todas las cosas de la economía, los extremos son dañinos. Una cosa es la promoción prudente y efectiva de una política financiera y la regulación de la banca en el país por las instancias conducentes, y otra cosa el socialismo.
En esas materias no han faltado los que han asustado, o querido asustar, con el petate del muerto. Pero, ¿acaso las políticas públicas estadunidenses, francesas, italianas, inglesas y demás, en materia económica y financiera, son socialistas?
Hay dos instancias mexicanas que pueden actuar con políticas públicas muy efectivas en el manejo de la demanda agregada en los mercados internos. Una es la política de la Hacienda Pública y otra es la Política Monetaria y Crediticia. Lo importante es actuar con inteligencia y con conocimiento de los límites en las respuestas del mercado, para evitar distorsiones, como sería generar presiones inflacionarias.
*Presidente nacional del Colegio Nacional de Economistas

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