miércoles, 25 de mayo de 2011

¿EL FMI PARA UN PAÍS EMERGENTE?

ROGELIO RAMÍREZ DE LA O / EL UNIVERSAL
Es una tradición que el Fondo Monetario Internacional (FMI) esté dirigido por un europeo y se dice que por ello es tiempo de cambiarla para que el nuevo director sea de algún país emergente. Sin embargo, es una tradición que importa, pues la institución se funda en un equilibrio geopolítico.
El FMI nació del compromiso entre Estados Unidos y Europa posterior a la Segunda Guerra Mundial. El primero, en su papel de principal financiador de la reconstrucción y proveedor de la liquidez mundial, y Europa como la principal responsable de las deudas y del ajuste necesario en sus economías para cumplir con ellas.
De esta asociación surgió la tradición de que el Banco Mundial, o en su nombre original, el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo, fuera dirigido por un estadounidense y el Fondo por un europeo. La tarea del Fondo no es dar financiamiento más que para solventar crisis de pagos de los países miembros, pero no financiar el desarrollo. En consecuencia, la presencia de un europeo como su director conlleva el respaldo de toda esa zona para que los países que incurren en crisis de pagos dispongan de un marco de apoyo condicional.
En muchos sentidos la tarea del Fondo es ingrata, pues lo obliga a exigir condiciones para que los países paguen compromisos y a la vez a supervisar su ajuste económico. Haber caído en crisis de pagos significa que para pagar requieren cambiar políticas económicas, revirtiendo políticas que las llevaron a esta situación. Como en general una crisis de pagos obedece a una excesiva expansión de la demanda interna, el programa típico de ajuste que el Fondo exige implica reducir el consumo de los países y aumentar su ahorro, o sea, apretar cinturones de las mayorías.
Es la presencia de Europa, como una región con la experiencia suficiente de ajuste interno, lo que da fortaleza y respaldo suficiente a sus directores para mantener estos lineamientos en sus créditos. Aun así, se ha atribuido al Fondo una excesiva influencia de Estados Unidos, pues éste es su principal accionista.
Hoy China es el principal ahorrador y acumulador de reservas internacionales en divisas extranjeras. Tiene un alto superávit de comercio exterior y gran potencial de desarrollo. Por eso se le ve como un sucesor natural de Estados Unidos en la esfera financiera internacional. Pero un detalle importante es que China no desea este papel, por lo menos hoy, pues ello la obligaría a emitir grandes cantidades de su propia moneda para que sirva de reserva a otros países y que sea usada en las transacciones globales en montos significativos. Aceptar este papel la obligaría a permitir la total convertibilidad de su moneda. Lo anterior acabaría con la capacidad del gobierno chino de manipular su paridad cambiaria, manteniéndose subvaluada para así seguir exportando competitivamente.
Los otros países emergentes ni siquiera podrían cumplir con este papel, pues no tienen ni el tamaño ni la profundidad de mercados que se requieren para representar un liderazgo efectivo.
El gobierno mexicano está en un error pensando que la designación del director del Fondo debe ser por mérito, pues no es un asunto de méritos, sino del apoyo económico y geopolítico para superar crisis de la economía global. A menos que se corra el riesgo de que un nuevo director no pueda recibir el apoyo de las grandes economías para superar una crisis, como la de Europa, esto deberá ser una decisión política y no técnica.

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