lunes, 16 de mayo de 2011

¿EL ORO JUGARÁ PAPEL CENTRAL EN EL NUEVO SISTEMA MONETARIO INTERNACIONAL?

El dólar se está depreciando vis a vis con otras monedas, incluyendo también al peso mexicano; y eso no cuadra con una moneda de reserva.
Jesús Alberto Cano Vélez / Excelsior
Comentábamos la semana pasada que parece ser que el medio monetario oficial se está preparando para una nueva “Bretton Woods” con el fin de reformar el sistema de pagos internacionales, tanto en términos de la o las unidades de reserva, como del sistema institucional y sus reglas de operación.
Y al ver lo que está pasando con el oro, da mucho que pensar. Primeramente, viene subiendo de precio desde hace casi dos años; y luego, varios bancos centrales compraron oro en fechas recientes, para elevar sus reservas internacionales en ese metal, incluyendo los de los países más importantes, con México entre ellos.
¿Será que estamos viendo el renacimiento del oro como papel central —único o compartido— del nuevo sistema monetario internacional?
Comentaba recientemente Alan Greenspan, ex presidente del Banco Central de Reserva de EU, que las actuales presiones inflacionarias a nivel mundial tenían mucho que ver con el uso de una moneda fiduciaria —el dólar— y el caso de que EU tiene un muy serio déficit de balanza de pagos. Lo que no dijo, por tratarse de su país, es que al cubrir con emisión de dólares el pago de su déficit, sin dar a cambio otros bienes, no dio garantías de confianza de que va a tomar las medidas necesarias para solventar su desequilibrio fundamental con el exterior.
Hay un exceso de dólares circulando en el mundo, por el “mal comportamiento económico” de Estados Unidos; a la vez que estamos observando el surgimiento de varios centros “Megas” de poder económico mundial; lo que le quita a Estados Unidos el monopolio como fuente de moneda de reserva, que gozó desde la Segunda Guerra Mundial. Y las nuevas potencias económicas no necesariamente comparten valores.
Entre ellas están China, India, y la moneda única de la Comunidad Europea, que podrían generar volatilidad en los mercados financieros internacionales, si no asumen las responsabilidades inherentes en ser fuentes de monedas de reserva.
La lógica es evidente. El dólar se posicionó como LA moneda de reserva, en la década de los 40 del siglo pasado, porque todos los países la querían por ser el único medio de pago internacional que TODOS querían, y por ser, también, EU, la economía única en importancia global, que surgió de la guerra con su planta productiva intacta.
Pero todo eso cambió.
Estamos viendo que el dólar se está depreciando vis a vis con otras monedas, incluyendo también contra el peso mexicano; y eso no cuadra con una moneda de reserva. Lo que nos lleva a la consideración del grave problema del factor confianza, que debe estar imperando en el mundo financiero oficial y en los mercados.
El patrón oro, que fue el sistema que más duró, con su unidad de cambio y de reserva y el centro del sistema de ajustes entre las balanzas de pagos de los países durante mucho tiempo —siglos inclusive— regulaba el mantenimiento de equilibrios en las balanzas de pagos de los países y operaba sin la intervención de autoridad alguna. Eso era lo bueno.
PERO, como nada es perfecto, tenía un problema muy serio en su forma de restablecer los equilibrios. Por ejemplo, un país con desequilibrio deficitario estaba gozando de la producción de los demás, sin pagarlo con su propia producción. Por lo tanto, se desataba un proceso automático de ajuste, porque el deficitario sufría reducciones en la liquidez interna —en sus medios de pago; su dinero en circulación— lo que hacía reducir su actividad económica y el nivel de precios en ese país; porque parte del dinero en circulación se había salido del país para pagar sus importaciones excedentarias; lo que implicaba “política” muy dolorosa de deflación, porque entre los precios que bajaban eran los salarios... Políticamente muy complicado.
Una de las ventajas del sistema Bretton Woods, que lo sustituyó —llamémoslo “keynesiano”— permitía que se regresara al equilibrio la balanza de pagos mediante una DEVALUACIÓN de la moneda del deficitario, automáticamente elevando los precios de importación —porque las monedas extranjeras eran ahora más caras— y reduciendo los precios internos, porque la moneda local se abarataba. Y en ese sistema, el banco central de cada país tenía otros márgenes de maniobra.
Políticamente, todo parece indicar que China ya mandó sus mensajes sobre su inconformidad con el dólar, como la moneda central del sistema actual, al llamar al sistema actual de divisas basado en el dólar: “un producto del pasado”, y sugerir un nuevo sistema que fuera “más justo, equitativo, incluyente y bien administrado”.
Así están las cosas, ahora demos seguimiento a las negociaciones internacionales en materia monetaria; y los mensajes que se manden los países para ver qué puede suceder.
Ojalá que le toque a México participar en el primer nivel de las negociaciones, como fue el caso en Bretton Woods. Pero lo que sí es indudable es que la suerte de nuestro socio principal va a ser esencialmente recesiva, por el proceso de ajuste que tiene que seguir, con muy bajos crecimientos, por muchos años hacia el futuro.
Más nos vale cambiar de caballo y desarrollar nuestro mercado interno. Este es el momento. Tiene inmensas ventajas económicas y de justicia social.
También valdría la pena acercarnos más a nuestro vecino, Brasil.
Presidente Nacional del Colegio Nacional de Economistas*

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