sábado, 13 de noviembre de 2010

EL G-20 REIVINDICA EL TIMÓN DE LAS POLÍTICAS DE DESARROLLO

Cumbre de Seúl - Los acuerdos
El pragmatismo de Seúl se opone al neoliberal "consenso de Washington"
Habrá un plan de acción para grandes infraestructuras y seguridad alimentaria
A. BOLAÑOS - EL PAÍS
Corea del Sur, el primer país emergente que organiza una reunión de líderes del G-20, logró reservar un espacio notable en el comunicado final de la cumbre a las políticas de desarrollo, un asunto que era hasta ahora patrimonio del decadente club de los países más ricos, el G-7.
En el bautizado como "consenso de Seúl", por oposición al "consenso de Washington", que consagró a principio de los años noventa la liberalización unilateral, la privatización y los drásticos ajustes fiscales como receta única para los países en desarrollo, se impone en buena medida la visión del país asiático: un difícil equilibrio entre dar prioridad al crecimiento económico, con apoyos a los programas de inversión en infraestructuras e incentivos a la actividad empresarial (en definitiva, el modelo coreano), y los habituales compromi-sos de la ayuda al desarrollo (salud, educación, asistencia), que aparentemente se mantienen.
"No hay solo una fórmula para un desarrollo exitoso, siempre se debe respetar que las políticas las deciden las autoridades nacionales de cada país", recalca el comunicado, en una crítica a toro pasado del intervencionismo del FMI en las crisis latinoamericana y asiática de los años noventa.
La cumbre de Seúl anuncia también un "plan de acción", que no es por ahora mucho más que una colección de áreas prioritarias. Las actuaciones, entre las que se cita la constitución de un grupo de expertos de alto nivel para asesorar sobre cómo financiar grandes inversiones en infraestructuras o fortalecer la seguridad alimentaria deberán ser definidas a lo largo de 2011. Sobre este último asunto, Susana Ruiz, de Intermón Oxfam, pidió que el plan de acción del G-20 se centre en "medidas eficaces para evitar que las inversiones en agricultura acaben en apropiaciones de tierra a costa de los campesinos", "el análisis de las causas de la volatilidad de los precios de los alimentos" y en "la rendición de cuentas de las medidas adoptadas en la lucha contra el hambre por cada país".
Las ONG lamentaron que no se asumiera la apertura incondicional de los mercados a las exportaciones de los países más pobres y confiaron en que la mención a los "mecanismos innovadores de financiación" para la lucha contra el hambre y el cambio climático permita reactivar en el G-20 el moribundo debate sobre una tasa a las transacciones financieras.
El comunicado del G-20 recoge también el reciente acuerdo para desbloquear la reforma del FMI, de modo que los grandes países emergentes ganen cuota de poder a costa, básicamente, de los europeos. Y vuelve a hacer votos por resucitar la Ronda de Doha, que persigue profundizar en la liberalización del comercio mundial. La presidencia francesa del G-20, que comenzó ayer, también se ha propuesto prender la mecha de la reforma del sistema monetario internacional, un empeño muy ambicioso, heredero directo de las tensiones en los tipos de cambio.

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