miércoles, 17 de noviembre de 2010

RIESGOS EXTERNOS

Tintero económico
Alejandro Villagómez / El Universal
Sabemos que éste fue un presupuesto en gran medida inercial y que al final sólo destaca la tradicional reasignación de recursos, que en esta ocasión osciló en alrededor de 100 mil millones de pesos, una cantidad importante dentro de lo reasignable
Me hubiera gustado dedicar mi nota de hoy a comentar los resultados de la aprobación del Presupuesto para 2011, pero en realidad no hay mucho que comentar al respecto
Sabemos que éste fue un presupuesto en gran medida inercial y que al final sólo destaca la tradicional reasignación de recursos, que en esta ocasión osciló en alrededor de 100 mil millones de pesos, una cantidad importante dentro de lo reasignable. Los rubros a los cuales fueron destinados estos recursos pueden resultar importantes, pero el problema no está en el destino, sino en la carencia de un conjunto de principios coordinados e integrados que reflejen una verdadera política de promoción al desarrollo. El “chisme” fue que el principal conflicto al final se produjo al interior del mismo PRI, partido que mantuvo la voz cantante en este proceso.
En consecuencia, enfocaré mi comentario a otros problemas que mantienen preocupadas a las autoridades no sólo del país, sino de muchas economías en el mundo. En particular quiero retomar el tema de la decisión de la Reserva Federal de mayor aflojamiento cuantitativo (QE2). Esta acción ha provocado dos intensos debates. El primero al interior de Estados Unidos entre los republicanos y los demócratas, en donde los primeros se oponen a la medida. Pero en la academia, esta polémica está aumentando de calor (y color), cuando un grupo de reconocidos economistas afines a los republicanos, entre los que destacan Taylor, Boskin, Calomiris y McKinnon, han iniciado una campaña en contra de esta medida, para lo cual han hecho circular una carta pública dirigida a Bernanke en donde le solicitan desistir de esta acción y revertir la medida.
El otro frente del debate se encuentra en el campo internacional y quedó claramente reflejado en las discusiones durante la última reunión del G-20 en Seúl. La semana pasada me referí a ellas, en donde básicamente Estados Unidos acusa a China de manipular su moneda para mantenerla subvaluada artificialmente mientras que la mayoría de los otros países acusan a los estadounidenses y a la FED de hacer lo mismo al adoptar una segunda ronda de QE2, inundando el mercado mundial con mayor liquidez y provocando la apreciación de otras monedas. Sin entrar en mayores detalles, existe mucho material escrito que le da la razón a ambas partes del debate, pero también define sus responsabilidades, y mientras estos aspectos no se diriman y se logre actuar de manera coordinada, los mercados seguirán reflejando volatilidad e incertidumbre.
También se ha señalado con toda puntualidad cómo los mercados emergentes pueden resultar seriamente afectados en este proceso y ver afectado su crecimiento. En este caso destaca el creciente flujo de capitales que provoca la apreciación de sus monedas y la reducción en sus importaciones. También existe la posibilidad de formación de burbujas en los mercados de otros activos así como de presiones inflacionarias provocadas por el aumento en el precio internacional de varios productos claves o “commodities”. Claro está que cada economía recibirá estos impactos de acuerdo a sus propias particularidades.
Pero en el caso de México, valdría la pena hacer algunas acotaciones al respecto. Para este efecto retomo lo que señaló Krugman en su reciente visita a México en el sentido de que nuestro país no puede considerarse como un mercado emergente en los mismos términos que los BRICs, ya que su cercanía y dependencia con el mercado norteamericano le imprime una dinámica muy particular. Es cierto, para bien o para mal este es un hecho que no podemos eludir, sobre todo cuando nuestro mercado interno carece de la energía suficiente para compensar caídas en el sector externo.
Esto no quiere decir que no estemos expuestos a los efectos mencionados en el caso de las otras economías emergentes. De hecho estamos viendo las presiones de apreciación en el peso. Si se registra un mayor aumento en el precio internacional de ciertos granos, estamos en riesgo de tener un traspaso inflacionario poco deseable y no podemos descartar la posibilidad de formación de alguna burbuja en otros activos. Al menos deberíamos preguntarnos de manera seria si la acelerada recuperación en la bolsa es totalmente congruente con los fundamentales en este momento, pero eso es otro asunto. La autoridad monetaria y cambiaria en nuestro país también ha mostrado alguna preocupación sobre estos temas si consideramos las recientes declaraciones del gobernador Carstens. Aquí valdría la pena considerar una discusión más amplia de posibles acciones defensivas para mitigar mayores impactos como ya lo ha señalado.
Sin embargo, también pueden existir efectos positivos potenciales para nuestra economía debido a su vinculación con el vecino del norte. En todo caso, debe quedar claro que si esta medida por parte de la FED resulta efectiva y se observa un efecto positivo sobre su crecimiento, nuestro país está en condiciones relativamente más favorables para beneficiarse de este hecho. Sólo baste mencionar que durante los meses recientes de recuperación económica, nuestro sector exportador mostró un dinamismo importante que se reflejó incluso en ganancias en la participación de los productos mexicanos en las importaciones norteamericanas. Y seguramente existe aún margen para aprovechar estas condiciones. Claro está que esto no es un resultado automático, pero el potencial existe, sólo hay que saber aprovecharlo.

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