José Blanco / La Jornada
Dijo el funcionario: "Los liberales así pensamos, la crítica social no la rehuimos, todo lo contrario, la promovemos". Buena noticia. La mala es que esos liberales, en el presente gobierno, no están a la vista. Quien hablaba era el titular de la Secretaría de Educación Pública, Alonso Lujambio, y tal expresión, del pasado 18 de noviembre, fue dicha en una reunión que el secretario tuvo con empresarios, la mañana de ese día.
Probablemente se trató de una reunión de máxima importancia porque, quizá debido a la misma, por la tarde llegó con cuatro horas de retraso a una reunión en la que lo esperaban niños de la escuela elemental.
En esta última dijo que el presupuesto otorgado a la Secretaría de Educación Pública "es suficiente", ya que, registran las crónicas, ahí subrayó que crecerá en 8 mil millones para 2011 y se dará énfasis, entre otras cosas, a la creación de infraestructura para atender la demanda de los jóvenes de bachillerato.
Critiquemos entonces al liberal, que sobra tela de donde cortar. Lo primero es la ausencia de sindéresis en su declaración: no hay ninguna relación entre la satisfecha afirmación de la pretendida suficiencia para atender a la educación bajo la responsabilidad de la SEP, y el aumento de 8 mil millones al presupuesto asignado a esa secretaría; pudo ser el doble, y continuar siendo insuficiente.
Mentir puede ser una palabra excesiva, pues su discurso frente a los niños abarcaba un mundo de asuntos: todas las funciones, de todos los niveles de la educación mexicana. Pero si el verbo lo restringimos a la educación superior, vale: no es verdad que el presupuesto asignado a la educación superior haya sido suficiente, y es probable que el secretario lo sepa.
Las universidades no están en la posibilidad de plantear una negociación tipo sindical: te pido 50 de aumento para que me des 6. Habría que decir, en primer lugar, que las universidades no tendrían que hacer ninguna negociación, si hubiera –como debiera haber– una política de Estado vinculada a una visión específica sobre el desarrollo futuro del país. Corresponde al gobierno plantearse y plantear a la sociedad política y a la sociedad civil una pregunta simple, aunque construir la respuesta implica un proceso de enorme complejidad: ¿Qué educación superior queremos, para cuál país?
Acaso la respuesta no exista por las "razones" que alega Rafael Ochoa secretario general del SNTE: "Fuimos formados para la educación de este país de otro tiempo, de otra época". Es una desgracia pero tiene razón. No pidan peras al olmo.
Las universidades públicas agrupadas en ANUIES al enterarse del monto del presupuesto que les sería asignado: solicitaron el aumento adicional que estimaron necesario para continuar avanzando con sus planes en marcha: 6 mil 500 millones de pesos. La Cámara de Diputados les otorgó 3 mil 784 millones. Una cantidad insuficiente, señor secretario.
La integración del presupuesto de las universidades es una maraña inimaginable. Primero está el subsidio federal ordinario que se asigna de manera históricamente desigual a las universidades públicas de los estados de la república. Este subsidio no alcanza para cubrir los salarios de los académicos. Faltan los recursos para operar a las instituciones, más aún si quiere elevarse su calidad, más aún si se quiere que produzcan conocimiento pertinente para el entorno en el que están enclavadas, más aún si se quiere –hoy es una necesidad ineludible– que internacionalicen sus planes y programas de estudio, y puede adicionarse una lista numerosa de razones más, como es el hecho de que el avance velocísimo científico tecnológico ha vuelto a la educación superior cada vez más intensiva en capital.
Desde los años noventa, por recomendación de organismos internacionales, se inventaron los "fondos concursables". Eche una mirada a los asuntos del financiamiento de la educación superior de cualquier país, y se topará con esos fondos. Así se llaman en todas partes. Son hoy por supuesto absolutamente indispensables para la operación de cualquier institución de educación superior.
Le aburro lector dos minutos informándole de algunos de estos fondos (las mayúsculas son textuales): Programa Integral de Fomento Institucional; Programa de Mejoramiento del Profesorado; Fondo para el Modelo de Asignación Adicional al Subsidio Federal Ordinario de Universidades Públicas Estatales; Fondo para la Consolidación de las Universidades Públicas Estatales y con Apoyo Solidario; Fondo para el Reconocimiento de Plantilla de las Universidades Públicas Estatales; Fondo de Apoyo para Reformas Estructurales de las Universidades Públicas Estatales; Fondo de Apoyo para Saneamiento Financiero de las Universidades Públicas Estatales por Debajo de la Media Nacional en Subsidio por Alumno; Fondo Concurrente para la Ampliación de la Oferta Educativa de Tipo Superior; Fondo Concurrente para la Ampliación de la Oferta Educativa de Tipo Superior de los Institutos Tecnológicos...
Para tener acceso a estos fondos, una universidad debe presentar un proyecto que tiene por supuesto sus requisitos y normas. Estos proyectos exigen años para su implementación, y algunos tienen un carácter prácticamente permanente, como es el caso de los dos primeros de la lista anterior.
Le informo, secretario, que la Secretaría de Hacienda, siempre tan sensible a la educación, no sólo no aumentó los recursos de estos fondos, sino que los disminuyó, y así encogidos los aprobó la Cámara de Diputados. Ciertamente son recursos insuficientes para la educación superior y la investigación científica, lo cual afecta seriamente el futuro del país.
Dijo el funcionario: "Los liberales así pensamos, la crítica social no la rehuimos, todo lo contrario, la promovemos". Buena noticia. La mala es que esos liberales, en el presente gobierno, no están a la vista. Quien hablaba era el titular de la Secretaría de Educación Pública, Alonso Lujambio, y tal expresión, del pasado 18 de noviembre, fue dicha en una reunión que el secretario tuvo con empresarios, la mañana de ese día.
Probablemente se trató de una reunión de máxima importancia porque, quizá debido a la misma, por la tarde llegó con cuatro horas de retraso a una reunión en la que lo esperaban niños de la escuela elemental.
En esta última dijo que el presupuesto otorgado a la Secretaría de Educación Pública "es suficiente", ya que, registran las crónicas, ahí subrayó que crecerá en 8 mil millones para 2011 y se dará énfasis, entre otras cosas, a la creación de infraestructura para atender la demanda de los jóvenes de bachillerato.
Critiquemos entonces al liberal, que sobra tela de donde cortar. Lo primero es la ausencia de sindéresis en su declaración: no hay ninguna relación entre la satisfecha afirmación de la pretendida suficiencia para atender a la educación bajo la responsabilidad de la SEP, y el aumento de 8 mil millones al presupuesto asignado a esa secretaría; pudo ser el doble, y continuar siendo insuficiente.
Mentir puede ser una palabra excesiva, pues su discurso frente a los niños abarcaba un mundo de asuntos: todas las funciones, de todos los niveles de la educación mexicana. Pero si el verbo lo restringimos a la educación superior, vale: no es verdad que el presupuesto asignado a la educación superior haya sido suficiente, y es probable que el secretario lo sepa.
Las universidades no están en la posibilidad de plantear una negociación tipo sindical: te pido 50 de aumento para que me des 6. Habría que decir, en primer lugar, que las universidades no tendrían que hacer ninguna negociación, si hubiera –como debiera haber– una política de Estado vinculada a una visión específica sobre el desarrollo futuro del país. Corresponde al gobierno plantearse y plantear a la sociedad política y a la sociedad civil una pregunta simple, aunque construir la respuesta implica un proceso de enorme complejidad: ¿Qué educación superior queremos, para cuál país?
Acaso la respuesta no exista por las "razones" que alega Rafael Ochoa secretario general del SNTE: "Fuimos formados para la educación de este país de otro tiempo, de otra época". Es una desgracia pero tiene razón. No pidan peras al olmo.
Las universidades públicas agrupadas en ANUIES al enterarse del monto del presupuesto que les sería asignado: solicitaron el aumento adicional que estimaron necesario para continuar avanzando con sus planes en marcha: 6 mil 500 millones de pesos. La Cámara de Diputados les otorgó 3 mil 784 millones. Una cantidad insuficiente, señor secretario.
La integración del presupuesto de las universidades es una maraña inimaginable. Primero está el subsidio federal ordinario que se asigna de manera históricamente desigual a las universidades públicas de los estados de la república. Este subsidio no alcanza para cubrir los salarios de los académicos. Faltan los recursos para operar a las instituciones, más aún si quiere elevarse su calidad, más aún si se quiere que produzcan conocimiento pertinente para el entorno en el que están enclavadas, más aún si se quiere –hoy es una necesidad ineludible– que internacionalicen sus planes y programas de estudio, y puede adicionarse una lista numerosa de razones más, como es el hecho de que el avance velocísimo científico tecnológico ha vuelto a la educación superior cada vez más intensiva en capital.
Desde los años noventa, por recomendación de organismos internacionales, se inventaron los "fondos concursables". Eche una mirada a los asuntos del financiamiento de la educación superior de cualquier país, y se topará con esos fondos. Así se llaman en todas partes. Son hoy por supuesto absolutamente indispensables para la operación de cualquier institución de educación superior.
Le aburro lector dos minutos informándole de algunos de estos fondos (las mayúsculas son textuales): Programa Integral de Fomento Institucional; Programa de Mejoramiento del Profesorado; Fondo para el Modelo de Asignación Adicional al Subsidio Federal Ordinario de Universidades Públicas Estatales; Fondo para la Consolidación de las Universidades Públicas Estatales y con Apoyo Solidario; Fondo para el Reconocimiento de Plantilla de las Universidades Públicas Estatales; Fondo de Apoyo para Reformas Estructurales de las Universidades Públicas Estatales; Fondo de Apoyo para Saneamiento Financiero de las Universidades Públicas Estatales por Debajo de la Media Nacional en Subsidio por Alumno; Fondo Concurrente para la Ampliación de la Oferta Educativa de Tipo Superior; Fondo Concurrente para la Ampliación de la Oferta Educativa de Tipo Superior de los Institutos Tecnológicos...
Para tener acceso a estos fondos, una universidad debe presentar un proyecto que tiene por supuesto sus requisitos y normas. Estos proyectos exigen años para su implementación, y algunos tienen un carácter prácticamente permanente, como es el caso de los dos primeros de la lista anterior.
Le informo, secretario, que la Secretaría de Hacienda, siempre tan sensible a la educación, no sólo no aumentó los recursos de estos fondos, sino que los disminuyó, y así encogidos los aprobó la Cámara de Diputados. Ciertamente son recursos insuficientes para la educación superior y la investigación científica, lo cual afecta seriamente el futuro del país.
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