lunes, 22 de noviembre de 2010

CONGELADOS Y ASUSTADOS

La gestión del tiempo es central en la salida de la crisis
JOAQUÍN ESTEFANÍA - EL PAÍS
El tono vital de los ciudadanos españoles está muy bajo. Lo dicen los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) -una mayoría piensa que la situación política y económica dentro de un año será igual o peor- y lo acaba de corroborar un estudio de la Fundación Pfizzer: casi la mitad de los encuestados (el 44,3%) teme perder su puesto de trabajo en los próximos meses, y un 86% de los parados ve muy difícil encontrar empleo en un plazo razonable. Estas tendencias enmarcan lo que ya se denomina la "economía del miedo": los ciudadanos están asustados ante una coyuntura estancada y más larga de lo que se ha estimado.
Ante esta depresión del ánimo (que se manifiesta, según los datos de la Contabilidad Nacional del tercer trimestre, en una contribución negativa de la demanda nacional al PIB, y una fuerte reducción del consumo de los hogares) cobran más significación que nunca las expectativas y las propuestas de nuestros representantes, aquellos que fueron elegidos para ayudar a los ciudadanos en la resolución de sus problemas. Y ello a pesar de que esos mismos ciudadanos cada vez temen más que las salidas a las dificultades económicas se ejecuten fuera del ámbito de sus gobernantes y estén en manos de nuevos poderes fácticos (los célebres mercados) cuyo domicilio social está muy lejos de los Estados-nación y fuera de su capacidad de acción.
El pleno del Congreso de los Diputados de la pasada semana fue un buen lugar para poner el termómetro al tono vital de los políticos. El jefe de la oposición, Mariano Rajoy, una vez más no hizo propuesta o sugerencia alguna y se limitó a criticar con acidez al presidente de Gobierno. Sabemos, por una entrevista publicada hace poco en este periódico, que le gusta la música del programa de ajuste británico del conservador Cameron, pero que no ha leído su letra pequeña, lo que no deja de generar perplejidad. Por su parte, Rodríguez Zapatero fue más realista que nunca en el diagnóstico -"La mejora es tan débil que no asegura un cambio irreversible de la tendencia"- pero de la entrevista de ayer en EL PAÍS se desprenden dos ideas más que quizá pertenezcan aún al terreno de la ensoñación en el que se movió en el pasado: que no solo no prevé más recortes sociales sino que el Gobierno articulará algunos estímulos (no dice con qué dinero), y que es consciente de que hay semanas en que cada día se añade una dificultad, pero que nunca ha sentido impotencia ante los continuos ataques de los mercados a la deuda soberana española.
Sobre la situación económica cada vez tiene más importancia su extensión en el tiempo: todos los indicadores expresan que esto (el desempleo, el estancamiento, la ampliación del riesgo soberano, el empobrecimiento de las clases medias,...) va a durar más de lo que se había previsto y de lo que se dice.
El catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares Antonio Torrero ha elaborado un trabajo ("La crisis financiera y sus efectos sobre la economía española") en el que subraya que la gestión del tiempo es fundamental en la forma de abordar la crisis, y que el error más costoso del Gobierno no ha sido su interpretación de la naturaleza, entidad y gravedad de la crisis sino la pérdida de tiempo en abordarla. "El tiempo de duración del proceso y las tensiones sociales que previsiblemente se producirán, inducirán a reducir la intensidad e incidencia del ajuste, en función de la capacidad de presión de cada sector o grupo social". No todas las rentas han resultado igual de afectadas ni se producirán los ajustes con la misma intensidad en todos los sectores. Es una crisis de consecuencias duales.
Los datos de la citada Contabilidad Nacional, elaborados por el Instituto Nacional de Estadística, son concluyentes: la economía española estuvo congelada durante el tercer trimestre del año (crecimiento cero) y no retrocedió tan solo por la contribución de las exportaciones. Ese efecto amortiguador de la demanda exterior es insuficiente para liderar una recuperación sostenida a medio plazo. Y el empleo retrocedió a un ritmo de casi 300.000 puestos de trabajo a tiempo completo en un año. Con estos datos, pese a las buenas palabras, es difícil estimular el ánimo ni la participación.

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