martes, 23 de noviembre de 2010

CHOQUE IDEOLÓGICO DE TRENES

Eso conlleva a la falta de acuerdos entre las autoridades.
Jesús Alberto Cano Vélez / Excelsior
¿Por qué tenemos tantas iniciativas de ley atoradas en el congestionamiento legislativo del Senado de la República y de la Cámara de Diputados?
Es evidente que no ha habido adecuaciones legislativas ante los cambios en el mundo y en México; y esa falta de respuesta, completa y suficiente, ha obstaculizado el desenvolvimiento de muchos procesos en México, entre ellos el de la economía que ha reportado, en el último cuarto de siglo, muy bajos crecimientos y en algunos años hasta decrementos.
Entre 1935 y 1985 -medio siglo de nuestra historia reciente- México alcanzó un crecimiento anual promedio de 6.5%, en su producto interno bruto (PIB); luego, en los 15 años entre 1985 y 2000 el ritmo de crecimiento bajó a 2.5% anual; y entre 2000 y 2010, el crecimiento se derrumbó aún más, a 1.5% anual.
¿Qué pasó? ¿Qué cambios hubo que han impedido al país resolver sus problemas más ingentes? Propongo una hipótesis y ésa es: que México está enfrascado en una lucha ideológica que tiene a la nación confrontada y dividida; situación que ha imposibilitado la formación de mayorías legislativas en torno a propuestas necesarias, y prosperando solamente las iniciativas consensadas, que no dan ventaja a uno o a otro.
Hace recordar las luchas ideológicas -violentas- del Siglo XIX entre los conservadores y los liberales. La diferencia es que, de entonces a ahora, hemos creado instituciones que han permitido que las confrontaciones políticas se solventen en ambientes más civilizados, de paz. Pero no deja de ser una situación de estancamiento, de inamovilidad.
A diferencia de ello, durante el Siglo XX México fue conducido por gobiernos emanados de la Revolución, que establecieron como prioritarias políticas económicas y sociales, y la creación de instituciones que ofertaban beneficios a una población, que en su mayoría, vivía en la indigencia.
Así, se procuró mejorar la calidad de vida de los mexicanos, en lo económico y en lo social, en salud, educación para una población analfabeta; empleos mejor remunerados; y el final de mecanismos esclavizantes, como el de las tiendas de raya, que mantenían a los trabajadores atados a sus empleadores, por deudas.
Pero de nuevo la confrontación ideológica divide la nación mexicana. De un lado están los que claman por políticas públicas promotoras de desarrollo económico y social; y del otro, los que se oponen a la intervención del Estado en la economía. "Que el mercado oriente y dirija la actividad económica". insisten.
Durante los años de los Bush -padre e hijo- como presidentes de Estados Unidos, el "Consenso de Washington" influyó en las políticas de nuestros presidentes, continuando por esa ruta las dos administraciones panistas: Fox y Calderón.
En consecuencia se eliminaron -o debilitaron sus actuaciones como instrumentos de desarrollo- las instituciones financieras mexicanas importantes. Tal es el caso del Banco Nacional de Crédito Rural, Nacional Financiera, Fonatur, Fovi, Banobras, Fomin, Financiera Nacional Azucarera, Finasa y otras más.
En el nuevo esquema neoliberal, esas instituciones han dejado de canalizar recursos preferenciales de crédito para generar empleos y promover la producción en sectores de la economía que requieren de apoyo. En su lugar operan mecanismos comerciales, de poca capacidad y cobertura, con créditos de mercado a tasas de interés altas y que operan mecanismos de dádivas, tales como "oportunidades" que no han logrado siquiera bajar la pobreza. Y ante eso no ha hay forma de convencer al Ejecutivo mexicano que cambie su estrategia, ya que ni EU o los Europeos, ni los exitosos asiáticos y latinoamericanos siguen hoy día políticas puras del neoliberalismo. Todos -salvo México- siguen esquemas eclécticos que respetan, en lo esencial, las orientaciones del mercado, pero ayudándolo con políticas e intervenciones del Estado, donde el mercado no ha orientado bien para sacar de la pobreza extrema y el desempleo a importantes segmentos de la población.
Estamos en el peor de los mundos donde unos hablan y los otros se hacen autistas. Urge negociación política de todo tipo, que permita gestar mayorías en las dos Cámaras legislativas. Mientras tanto, flotamos sin rumbo.
*Presidente de el Colegio Nacional de Economistas

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