lunes, 29 de noviembre de 2010

COREAS DESATADAS

Gabriel Guerra Castellanos / El Universal
El intercambio de fuego de artillería hace unos días entre los ejércitos de Corea del Norte y Corea del Sur, iniciado aparentemente por la primera pero no contenido el choque ni desactivada la tensión, ha puesto los pelos de punta a los observadores de lo que sucede en esa militarizada península, y de paso a sus vecinos y a sus aliados respectivos.
Si bien técnicamente las dos Coreas se encuentran aún en guerra, ya que desde que finalizó el conflicto de 1950 a 1953 solo se firmó un cese al fuego, y por lo tanto no debería sorprendernos una escaramuza como esta, lo cierto es que el más reciente incidente subraya la fragilidad de la tregua entre dos naciones que surgieron como parte integral y simbólica de la Guerra Fría y que seis décadas más tarde no logran encontrar una manera de coexistir pacíficamente, no obstante los enormes costos humanos, económicos y materiales que su confrontación histórica les ha acarreado.
Corea del Norte y Corea del Sur nacen como resultado directo del fin de la Segunda Guerra Mundial y del fin de la dominancia japonesa de la península coreana, pero su historia es milenaria y se remonta literalmente a la prehistoria. Si la cultura coreana es una de las más antiguas de la humanidad, también es una de las más reprimidas por sus vecinos y por las distintas potencias que han buscado controlarla y dominarla. Ubicada en un punto estratégico de Asia, Corea fue siempre un anhelado botín para rusos, japoneses y chinos, y la historia del siglo XX es de opresión y explotación japonesa de la península, con métodos universalmente condenados y con frágil legitimación jurídica.
Tras la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial, se divide temporalmente su territorio con la idea de regresarle a los coreanos una patria propia y unida, pero las divisiones y rivalidades entre las potencias vencedoras, notablemente entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, llevan a una división supuestamente temporal a la altura del paralelo 38, con la parte del norte alineada con Moscú y la del sur con Washington. Es así como, de forma forzada y artificial, se crean la República de Corea (en el sur) y la República Popular Democrática de Corea (en el norte), y más tardan en conformarse que en comenzar la primera guerra caliente de la Guerra Fría, cuando en 1950 las fuerzas del norte incursionan en el territorio sureño buscando la unificación, y ambas partes de la misma nación se ven cínicamente usadas por sus patrones imperiales para la que sería una cruenta guerra que duró tres años y costó más de dos millones de vidas.
Con el tiempo las alianzas se fueron acomodando y reacomodando, y gradualmente fue China quien ocupó el lugar de la antigua Unión Soviética como protectora de Corea del Norte, cuyos sucesivos gobiernos se fueron volviendo cada vez más erráticos e impredecibles. La primera dinastía comunista antes de Cuba, Corea del Norte, se fue sumiendo no solo en el nepotismo sino en la ineficiencia de un régimen autárquico que ha sumido a sus ciudadanos en la miseria, el aislamiento y la desesperanza disfrazada de purismo ideológico.
Sin detenernos excesivamente en la historia para tratar de explicar lo que hoy sucede en esta emproblemada península, baste decir que de la división artificial, y no obstante largos periodos de autoritarismo y represión, en el sur surgió gradualmente una democracia capitalista de mercado, con niveles de prosperidad y productividad que muchos quisieran para sí, mientras que el norte se mantuvo en la ruta de la regresión histórica, no solo por las sucesiones hereditarias sino por la cerrazón al mundo y el enigma envuelto en un acertijo en que se ha convertido para cualquier observador externo el juego de poder en su capital, Pyongyang.
Hoy, con armas nucleares rudimentarias a su disposición, Corea del Norte es uno de los mayores peligros para la paz y la estabilidad regionales y acaso mundiales. El gobierno del misterioso Kim Jong-il ha buscado exitosamente en el pasado usar las provocaciones militares para obtener ventaja en sus negociaciones con el resto del mundo, pero podría en esta ocasión haber topado con pared.
La respuesta de Corea del Sur y su aliado y protector EU no augura un acomodo fácil para el dictador ni para su aparente sucesor, su hijo. Se avecinan tiempos de tormenta en la zona, y muchos de sus vecinos podrían terminar empapados.


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