Cuenta atrás
Antonio Navalón / El Universal
México ya no será igual después de 2010. Está por verse si será mejor o peor. Por eso, resulta conveniente escuchar la proclama de la presidenta electa de Brasil, Dilma Rouseff, al decir que "en el corto plazo, no contaremos con la pujanza de las economías desarrolladas para impulsar nuestro crecimiento. Por eso, se tornan cada vez más importantes nuestras propias políticas, nuestro propio mercado, nuestros propios ahorros y nuestras propias decisiones económicas. No quiero decir, con esto, que pretendamos aislar al país del mundo (...)". Si bien, Brasil no es México, debemos reconocer que hoy por hoy les va mejor, sin embargo, los políticos mexicanos no entendieron e hicieron un presupuesto confiando en el pago del retorno de la deuda externa, en Wall Street, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, en lugar de un presupuesto que mirara hacia México.
Todos debemos ser conscientes de que el presupuesto de 2011 es el último hecho desde los estertores del viejo mundo que hoy no sabe quién es ni dónde está. Si antes necesitábamos a los poetas para saber que el Sur también existe, ahora las nuevas realidades económicas dan cada vez un papel más importante a las corrientes que provienen de esa parte de América. Por ello, cuando Lula presida el Unasur, veremos un corrimiento general de tendencias que nos afectarán.
En México, la pelea del campo es mucho más que eso. Además de los intereses de los dirigentes agrícolas, la realidad es que el campo lleva más de 15 años completamente abandonado y, sea cual sea la salida que el país vaya a tener, la tendrá en parte, por la enorme capacidad agrícola desaprovechada.
Por eso es una visión antigua, de telarañas, seguir pensando que el mundo se acabó con el TLC. En cualquier caso, debió haber empezado, y lo hizo, pero a la mexicana: llegamos tarde donde nunca pasa nada.
Las batallas sirven para hacer una selección natural. En ese sentido, los grandes perdedores del presupuesto son quienes más tenían: el PRI. Hay una operación para hacerle pagar al diputado Francisco Rojas los excesos de los chicos de Peña Nieto, y además, tampoco hay que engañarse, todos sacarán la cuenta en función del incierto y peligroso 2012, pero viene una época de pasar a cuchillo antes de ser aprobado. Por eso, la coordinación priísta es el primer objetivo para que no pague quien de verdad administró el presupuesto: Videgaray.
En los grandes partidos lo llevan como pueden sus parlamentarios. Dos centrocampistas destacaron por su buen juego; por el PAN, Gil -el anotador de San Lázaro- jugó un papel fundamental en el presupuesto; por el PRI, qué bueno que existen jugadores como Penchyna, que aun pudiendo anotar, gracias a su experiencia, no desean competir con la estrella del momento, sin embargo, dan garantía de éxito al equipo.
Al final del día, lo del campo hay que leerlo bien: volvimos a desaprovechar la oportunidad de hacer un presupuesto que le diera futuro a México. Es simplemente un presupuesto para administrar la mediocridad imperante en el descenso.
P.D. Tal como lo anunció Malova, sólo falta que asesinen a un gobernador; han empezado con en ex gobernador. La pregunta es: ¿dónde está el límite y quién de verdad mata?
Antonio Navalón / El Universal
México ya no será igual después de 2010. Está por verse si será mejor o peor. Por eso, resulta conveniente escuchar la proclama de la presidenta electa de Brasil, Dilma Rouseff, al decir que "en el corto plazo, no contaremos con la pujanza de las economías desarrolladas para impulsar nuestro crecimiento. Por eso, se tornan cada vez más importantes nuestras propias políticas, nuestro propio mercado, nuestros propios ahorros y nuestras propias decisiones económicas. No quiero decir, con esto, que pretendamos aislar al país del mundo (...)". Si bien, Brasil no es México, debemos reconocer que hoy por hoy les va mejor, sin embargo, los políticos mexicanos no entendieron e hicieron un presupuesto confiando en el pago del retorno de la deuda externa, en Wall Street, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, en lugar de un presupuesto que mirara hacia México.
Todos debemos ser conscientes de que el presupuesto de 2011 es el último hecho desde los estertores del viejo mundo que hoy no sabe quién es ni dónde está. Si antes necesitábamos a los poetas para saber que el Sur también existe, ahora las nuevas realidades económicas dan cada vez un papel más importante a las corrientes que provienen de esa parte de América. Por ello, cuando Lula presida el Unasur, veremos un corrimiento general de tendencias que nos afectarán.
En México, la pelea del campo es mucho más que eso. Además de los intereses de los dirigentes agrícolas, la realidad es que el campo lleva más de 15 años completamente abandonado y, sea cual sea la salida que el país vaya a tener, la tendrá en parte, por la enorme capacidad agrícola desaprovechada.
Por eso es una visión antigua, de telarañas, seguir pensando que el mundo se acabó con el TLC. En cualquier caso, debió haber empezado, y lo hizo, pero a la mexicana: llegamos tarde donde nunca pasa nada.
Las batallas sirven para hacer una selección natural. En ese sentido, los grandes perdedores del presupuesto son quienes más tenían: el PRI. Hay una operación para hacerle pagar al diputado Francisco Rojas los excesos de los chicos de Peña Nieto, y además, tampoco hay que engañarse, todos sacarán la cuenta en función del incierto y peligroso 2012, pero viene una época de pasar a cuchillo antes de ser aprobado. Por eso, la coordinación priísta es el primer objetivo para que no pague quien de verdad administró el presupuesto: Videgaray.
En los grandes partidos lo llevan como pueden sus parlamentarios. Dos centrocampistas destacaron por su buen juego; por el PAN, Gil -el anotador de San Lázaro- jugó un papel fundamental en el presupuesto; por el PRI, qué bueno que existen jugadores como Penchyna, que aun pudiendo anotar, gracias a su experiencia, no desean competir con la estrella del momento, sin embargo, dan garantía de éxito al equipo.
Al final del día, lo del campo hay que leerlo bien: volvimos a desaprovechar la oportunidad de hacer un presupuesto que le diera futuro a México. Es simplemente un presupuesto para administrar la mediocridad imperante en el descenso.
P.D. Tal como lo anunció Malova, sólo falta que asesinen a un gobernador; han empezado con en ex gobernador. La pregunta es: ¿dónde está el límite y quién de verdad mata?
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