jueves, 25 de noviembre de 2010

DE LA V. A LA WW. A LA W.W.W.

Enrique Berruga Filloy / El Universal
Es oficial: los sudamericanos ya dividen a América Latina en dos partes bien distintas; Latinoamérica del Norte (LAN) y Latinoamérica del Sur (LAS). La primera comprende de México hasta Panamá, y la segunda va de Colombia hasta la Patagonia.
Hubo una época, cuando México negociaba el TLCAN, que los sudamericanos decían a los cuatro vientos que nuestro país ya se había separado definitivamente del mundo latinoamericano, que le habíamos vendido el alma al Diablo. Esa retórica no buscaba más que desplazar a México de cualquier acuerdo comercial sudamericano, concretamente del Mercosur.
Ahora el asunto es distinto. La división entre LAS y LAN es de orden práctico, surgido de un riguroso análisis académico. Los modelos económicos de las dos regiones ya no tienen muy poco en común. La zona Norte está prendida al desempeño de Estados Unidos y se basa en manufacturas y remesas. En este sentido, lo mejor que pueden hacer los países de nuestra región —LAN— es mantener una estricta disciplina fiscal y monetaria, para atenuar los efectos de la crisis norteamericana.
LAS, por su parte, tiene atado su futuro en abastecer a China de insumos primarios a largo plazo; exportaciones de soya de Argentina, de estaño de Brasil, de cobre peruano y chileno. En Argentina acaban de sustituir 40 millones de hectáreas que se destinaban a cultivar trigo y pastorear ganado, para dedicarlos a la soya, toda de exportación al Asia.
Los sudamericanos se han movido de manera pragmática a concentrar sus baterías hacia la zona del mundo con crecimiento más acelerado. No obstante, este modelo está prendido con alfileres.
Para que funcione la estrategia de LAS, China tiene que mantener altos sus niveles de producción y, sobre todo, sus exportaciones. Con lo que China vende, principalmente a Estados Unidos, obtiene las divisas duras necesarias para pagarles a brasileños y argentinos. Si Estados Unidos reduce sus niveles de consumo –como está ocurriendo—, los chinos no contarán con moneda dura para pagar a sus proveedores. Esto genera presión para que el gobierno de Beijing termine por hacer que el yuan sea plenamente convertible en los mercados internacionales.
Si hubiera un yuan que se intercambiara tan libremente como el dólar o el euro, los chinos podrían pagar a los sudamericanos directamente con esa divisa. Esa es la buena noticia. La mala es que los miembros de LAS se verían más presionados a comprar productos chinos o, en su defecto, a intentar cambiar esos yuanes por monedas europeas o norteamericanas.
Así, uno de los problemas centrales de la economía mundial es que nadie compra. Alemania y China son dos motores económicos que exportan todo e importan casi nada. Estados Unidos, que era el gran importador del mundo, ahora busca debilitar al dólar para que los norteamericanos consuman productos locales y dejen de adquirir productos extranjeros.
“Se buscan importadores”, podría ser el lema de la crisis actual. Con una Europa en crisis y envejecida. Con un Estados Unidos que se cierra al mundo y busca revitalizar su mercado interno, y una China que cada día encontrará más dificultades para exportar como lo venía haciendo y que enfrenta la competencia de mercados todavía más baratos como la India y sus vecinos del Sureste asiático (Vietnam, Camboya), la mirada se está dirigiendo hacia América Latina.
Quién lo diría, pero actualmente son los países de LAS quienes están registrando mayores presiones para importar productos de otras partes del mundo. Perú, Argentina y Brasil, principalmente, muestran tasas de crecimiento cercanas al 8% anual. Si estos países se manejan con cuidado y no interfiere demasiado la política local, Sudamérica puede estar en la puerta de una etapa de alto crecimiento.
Mientras tanto, la pugna entre China y Estados Unidos terminará debatiéndose en el terreno politico, no en el económico. Los fracasos evidentes de concertación dentro del G-20 están cambiando las alianzas internacionales. Lo que no pueda ganarse en el mercado, se buscará obtener con la diplomacia. La primera señal de la nueva rivalidad bipolar entre Washington y Beijing, fue la decisión del gobierno de Obama de apoyar a la India para conseguir un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. La única racionalidad de este movimiento es lograr que la India esté del lado norteamericano, como rival regional de China.
Estamos asistiendo a los inicios de una profunda reconfiguración mundial. La crisis económica ya no fue una “V” en la que se cae rápido y se recupera rápido. Tampoco es una “W” con doble caída. Será, probablemente, una “WWW”, como las direcciones de internet, hasta que las carencias y la desesperación (véase Europa) fuercen a todo mundo a jugar el juego de la política internacional. México deberá moverse con agilidad en este cambiante tablero.
Diplomático y escritor

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