domingo, 18 de julio de 2010

UNA INCÓMODA SENSACIÓN

Fernando Fernández / elEconomista.es
No se preocupen, que no me refiero a la economía española, en la que apenas ha habido novedades, sino a la internacional y, en particular, a la americana. Los españoles nos hemos entretenido con el Debate sobre el Estado de la Nación, donde se ha perdido otra oportunidad para un gran consenso que dé estabilidad y previsibilidad al ajuste y a las reformas necesarias y se ha preferido escenificar un enfrentamiento de mitin. Estamos en plena campaña electoral, y eso es preocupante, porque el país no aguanta dos años así y porque no es el clima más adecuado para abrir en canal la economía española y realizar una operación quirúrgica como la que necesita. Me temo que vamos directos a una chapuza celtibérica en reforma laboral, en pensiones y hasta en la Lorca, porque todos los partidos sin excepción están más preocupados de cómo quedan en la foto que del paisaje económico de fondo.
La economía española sigue estancada, los mercados internacionales cerrados -véase la apelación de los bancos españoles al BCE en mayo-, los diferenciales de deuda no descienden, y aunque el Tesoro coloca la deuda, el precio sigue subiendo, y el crédito al sector privado permanece congelado, sobre todo a las pymes, que son el eslabón más frágil. ¿Qué fue de esa otra ocurrencia de los facilitadores de crédito que iba a contratar el ICO para que el dinero llegara a empresarios y autónomos? Afortunadamente, no han dado un crédito, con lo que nos hemos evitado una nueva fuente de morosidad. Los empresarios parecen haber echado el cierre hasta septiembre y no les culpo, son tantas las incógnitas por resolver que cualquiera se atreve a contratar, endeudarse o invertir. Por su parte, los acreedores internacionales están sólo pendientes de las necesidades de capitalización de bancos y cajas que conoceremos el día 23 con la publicación de los stress test. La pregunta es siempre la misma: en el caso probable de que el sistema financiero necesite del orden de ?50.000 millones, ¿de dónde va a salir ese dinero? O, más directamente, ¿tú crees que el Frob podría colocar esa cantidad de deuda nueva, y a qué precio? Les adelanto mi respuesta: yo creo que no. Y les invito a pensar en posibles alternativas para lo que les doy una pista. Recientemente, tanto el gobernador del BCE como el comisario europeo de Economía han aclarado que el fondo de rescate europeo puede usarse para el saneamiento del sistema financiero y no sólo para rescatar deuda pública.
Mientras esto ocurre en casa, la economía americana da señales peligrosas de estancamiento y caída en una nueva recesión. Los resultados de empresa financieras, como JP Morgan, o tecnológicas, como Google, han defraudado expectativas y la publicación de las actas de la Fed desvela que la discusión en su seno ha pasado de cuándo recuperar la neutralidad de la política monetaria a cómo se puede inyectar nuevamente liquidez de manera extra- ordinaria. Vuelve el debate sobre la deflación y se han rebajado las previsiones de crecimiento por primera vez desde la recuperación. Por su parte, las principales economías emergentes, y notablemente China y Brasil, están en otro mundo, en un ciclo de calentamiento, peligro de burbuja y necesidad de controlar la inflación, endurecer el crédito y contener el crecimiento. La contribución del tipo de cambio a ese ajuste se echa de menos y facilitaría una transición más gradual. Es probable que se endurezca el tono del debate internacional y que veamos nuevas peticiones de represalias comerciales contra China, sobre todo si el empleo no crece. Todo ello cuando el indicador de comercio internacional ha vuelto a ralentizarse.

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