Rogelio Ramírez de la O / El Universal
Ahora que varias fuerzas políticas vislumbran el fin del sexenio en 2012, sus técnicos preparan propuestas de reforma fiscal, arguyendo baja eficacia en los periodos de Fox y Calderón.
A partir de 2008 el PAN obtuvo alrededor de $50 mil millones con el nuevo impuesto, IETU, cuando originalmente había estimado casi $200 mil millones. A partir de 2010 logró otro aumento, subiendo el IVA a 16%, elevando otros impuestos indirectos y limitando el régimen especial de impuesto sobre la renta por consolidación fiscal de empresas. Quizás estos cambios resulten en otros $70 mil millones.
Pero este aumento no compensa ni el aumento del gasto panista ni la reducción de ingresos por la caída de la producción petrolera.
Irónicamente, la mayoría de las nuevas propuestas que se discuten insisten en las mismas fórmulas y lugares comunes que las propuestas intentadas por Fox y Calderón. Parten de la base de que el Estado tiene un nivel de gasto y tiene que recaudar impuestos suficientes para cubrirlo. Si no, la economía estará condenada al estancamiento.
Siguen con que la mejor manera es aumentando impuestos y la fórmula ideal son los impuestos indirectos, o sea, sobre el consumo. Y entre estos últimos lo óptimo es la generalización del IVA a medicinas y alimentos, pues actualmente tienen una tasa de cero.
Los autores de las propuestas insisten en que México sólo recauda de 10% a 11% del PIB en impuestos, cuando otros países recaudan el 15% o 20%.
Pero hay indicaciones de que este diagnóstico y propuestas están desconectados de la realidad de los contribuyentes.
En primer lugar, la baja recaudación de 10% del PIB no ha impedido al gobierno gastar casi el 25% del PIB en años recientes. Esto lo ha hecho utilizando el ingreso petrolero que en algunos años ha aportado hasta ocho puntos porcentuales del PIB.
Por lo tanto, de entrada su nivel de gasto es insostenible y más aun por ser el petróleo un recurso no renovable. Y no por ese gasto la economía ha crecido. Eso es lo primero que las nuevas propuestas deberían cuestionar.
Pretender que el IVA cubra los huecos futuros de ingresos es irrealista, entre otros aspectos, por el bajo ingreso de la mayoría. Aun si se llegaran a pagar los mayores impuestos, sería a costa del consumo familiar. Sólo en teoría habría más recaudación, pues el consumo se contraería y habría menos actividad.
Ninguna de estas propuestas ha insistido suficientemente en la necesaria reducción del gasto burocrático en todo el sector público. Esta tarea debería ser en primer lugar del Ejecutivo y, si no, del Congreso, pues son los únicos que pueden tener el detalle de todos los gastos. No lo han hecho porque es mucho trabajo de detalle y porque no quieren que se reduzca su gasto. Pero eso no excusa a las propuestas nuevas.
Si se pretende una verdadera alternativa a los dos gobiernos panistas debe reconocerse que, además, en el mundo las soluciones generales están casi agotadas, ante la gran desigualdad social y el alto desempleo. Por eso muchos países están recurriendo a impuestos directos, nuevos, y con sesgo redistributivo. Es obligado examinar varios impuestos directos que en el pasado en México se eliminaron o redujeron pensando que así se elevaría la inversión privada. La evidencia es que no lo hizo, y como prueba está el bajo crecimiento económico.
Una nueva y original propuesta es la única que representaría un cambio. La generalización del IVA para seguir descansando en los consumidores de clase media y pobres puede arrojar mayor recaudación, pero ésta será sólo en el papel.
Analista económico
Ahora que varias fuerzas políticas vislumbran el fin del sexenio en 2012, sus técnicos preparan propuestas de reforma fiscal, arguyendo baja eficacia en los periodos de Fox y Calderón.
A partir de 2008 el PAN obtuvo alrededor de $50 mil millones con el nuevo impuesto, IETU, cuando originalmente había estimado casi $200 mil millones. A partir de 2010 logró otro aumento, subiendo el IVA a 16%, elevando otros impuestos indirectos y limitando el régimen especial de impuesto sobre la renta por consolidación fiscal de empresas. Quizás estos cambios resulten en otros $70 mil millones.
Pero este aumento no compensa ni el aumento del gasto panista ni la reducción de ingresos por la caída de la producción petrolera.
Irónicamente, la mayoría de las nuevas propuestas que se discuten insisten en las mismas fórmulas y lugares comunes que las propuestas intentadas por Fox y Calderón. Parten de la base de que el Estado tiene un nivel de gasto y tiene que recaudar impuestos suficientes para cubrirlo. Si no, la economía estará condenada al estancamiento.
Siguen con que la mejor manera es aumentando impuestos y la fórmula ideal son los impuestos indirectos, o sea, sobre el consumo. Y entre estos últimos lo óptimo es la generalización del IVA a medicinas y alimentos, pues actualmente tienen una tasa de cero.
Los autores de las propuestas insisten en que México sólo recauda de 10% a 11% del PIB en impuestos, cuando otros países recaudan el 15% o 20%.
Pero hay indicaciones de que este diagnóstico y propuestas están desconectados de la realidad de los contribuyentes.
En primer lugar, la baja recaudación de 10% del PIB no ha impedido al gobierno gastar casi el 25% del PIB en años recientes. Esto lo ha hecho utilizando el ingreso petrolero que en algunos años ha aportado hasta ocho puntos porcentuales del PIB.
Por lo tanto, de entrada su nivel de gasto es insostenible y más aun por ser el petróleo un recurso no renovable. Y no por ese gasto la economía ha crecido. Eso es lo primero que las nuevas propuestas deberían cuestionar.
Pretender que el IVA cubra los huecos futuros de ingresos es irrealista, entre otros aspectos, por el bajo ingreso de la mayoría. Aun si se llegaran a pagar los mayores impuestos, sería a costa del consumo familiar. Sólo en teoría habría más recaudación, pues el consumo se contraería y habría menos actividad.
Ninguna de estas propuestas ha insistido suficientemente en la necesaria reducción del gasto burocrático en todo el sector público. Esta tarea debería ser en primer lugar del Ejecutivo y, si no, del Congreso, pues son los únicos que pueden tener el detalle de todos los gastos. No lo han hecho porque es mucho trabajo de detalle y porque no quieren que se reduzca su gasto. Pero eso no excusa a las propuestas nuevas.
Si se pretende una verdadera alternativa a los dos gobiernos panistas debe reconocerse que, además, en el mundo las soluciones generales están casi agotadas, ante la gran desigualdad social y el alto desempleo. Por eso muchos países están recurriendo a impuestos directos, nuevos, y con sesgo redistributivo. Es obligado examinar varios impuestos directos que en el pasado en México se eliminaron o redujeron pensando que así se elevaría la inversión privada. La evidencia es que no lo hizo, y como prueba está el bajo crecimiento económico.
Una nueva y original propuesta es la única que representaría un cambio. La generalización del IVA para seguir descansando en los consumidores de clase media y pobres puede arrojar mayor recaudación, pero ésta será sólo en el papel.
Analista económico
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