José Luis de la Cruz Gallegos* El Universal
El reporte de junio correspondiente a las ventas al menudeo ha presentado la segunda contracción consecutiva en Estados Unidos, lo cual indica que la recuperación no ha llegado a su mercado interno.
La razón es sencilla y atribuible a los elevados niveles de desempleo que prevalecen en dicha economía, en donde los repuntes parciales de sectores, como el automotriz han sido insuficientes para promover un crecimiento sostenido, ejemplo de lo cual lo constituye la disminución de 125 mil empleos tan solo en el mes de junio.
La evolución del empleo es algo esencial para entender hacia dónde se dirigirá la economía estadounidense, principalmente ahora que el crédito barato y fácil se ha terminado, por lo que si no se da una generación de fuentes de trabajo difícilmente se podrá presenciar una etapa de reactivación bajo la cual verdaderamente se pueda abandonar la sombra de la tan temida crisis.
La combinación del retroceso en materia de empleo y en las ventas al menudeo señala que Estados Unidos todavía tiene un largo camino por recorrer para superar los problemas que enfrentó el año pasado.
A lo anterior se debe agregar el hecho de que el sector de la construcción se encuentra en una situación de debilidad similar, porque el repunte exhibido durante los primeros meses de 2010 se puede atribuir a la construcción residencial, en donde el problema es que su expansión es moderada, principalmente porque la venta de casas nuevas se ha comenzado a contraer de manera significativa.
De continuar esta tendencia, la economía estadounidense vivirá un nuevo periodo de estancamiento, situación que podría afectar a México.
Dado que el gobierno del presidente Obama no contará con los recursos fiscales que en años previos se ejercieron de manera generosa para apoyar tanto al sector financiero como al productivo, no existe en el horizonte una alternativa bajo la cual se pueda estimar que el gobierno podría evitar la temida doble caída de su economía.
Sin lugar a dudas esto representa un nuevo desafío para el mundo y particularmente para México, principalmente porque la Unión Europea se encuentra en un problema de déficit público que igualmente limita su capacidad para influir positivamente en el derrotero económico global.
En este aspecto se debe tener claro que si bien el comercio internacional seguirá representado una oportunidad para que México busque impulsar su desarrollo en el corto plazo, ello no será suficiente como para pensar que a partir del sector externo se resolverán los problemas de crecimiento económico, de generación de empleo y de distribución de la riqueza que tiene el país.
De igual manera parece evidente que no es el momento para que desde el gobierno surjan propuestas en pro de aumentar impuestos a una población que tiene severos problemas tan solo para poder alimentarse y tener acceso a un sistema de salud confiable.
Con la elaboración del siguiente presupuesto este debate volverá a la cabeza de los políticos, quienes deberán estar consientes de que ello disminuirá la capacidad de compra del mercado interno nacional en función de la promesa perene de que se destinará a mejorar la operación del gobierno y sus estructura burocrática, algo que en la historia de México no se ha observado.
En los meses por venir desde, el Congreso de la Unión, el gobierno federal y los partidos políticos deberán surgir iniciativas que busquen fortalecer al mercado interno, a fin de evitar una potencial desaceleración de la economía estadounidense. En este momento ya no hay excusas, la experiencia de la crisis de 2009 fue complicada para la población mexicana y es tiempo de que las instituciones demuestren qué han aprendido con un verdadero proyecto nacional. De otra forma, la propuesta deberá surgir de la sociedad.
*Director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tec de Monterrey
El reporte de junio correspondiente a las ventas al menudeo ha presentado la segunda contracción consecutiva en Estados Unidos, lo cual indica que la recuperación no ha llegado a su mercado interno.
La razón es sencilla y atribuible a los elevados niveles de desempleo que prevalecen en dicha economía, en donde los repuntes parciales de sectores, como el automotriz han sido insuficientes para promover un crecimiento sostenido, ejemplo de lo cual lo constituye la disminución de 125 mil empleos tan solo en el mes de junio.
La evolución del empleo es algo esencial para entender hacia dónde se dirigirá la economía estadounidense, principalmente ahora que el crédito barato y fácil se ha terminado, por lo que si no se da una generación de fuentes de trabajo difícilmente se podrá presenciar una etapa de reactivación bajo la cual verdaderamente se pueda abandonar la sombra de la tan temida crisis.
La combinación del retroceso en materia de empleo y en las ventas al menudeo señala que Estados Unidos todavía tiene un largo camino por recorrer para superar los problemas que enfrentó el año pasado.
A lo anterior se debe agregar el hecho de que el sector de la construcción se encuentra en una situación de debilidad similar, porque el repunte exhibido durante los primeros meses de 2010 se puede atribuir a la construcción residencial, en donde el problema es que su expansión es moderada, principalmente porque la venta de casas nuevas se ha comenzado a contraer de manera significativa.
De continuar esta tendencia, la economía estadounidense vivirá un nuevo periodo de estancamiento, situación que podría afectar a México.
Dado que el gobierno del presidente Obama no contará con los recursos fiscales que en años previos se ejercieron de manera generosa para apoyar tanto al sector financiero como al productivo, no existe en el horizonte una alternativa bajo la cual se pueda estimar que el gobierno podría evitar la temida doble caída de su economía.
Sin lugar a dudas esto representa un nuevo desafío para el mundo y particularmente para México, principalmente porque la Unión Europea se encuentra en un problema de déficit público que igualmente limita su capacidad para influir positivamente en el derrotero económico global.
En este aspecto se debe tener claro que si bien el comercio internacional seguirá representado una oportunidad para que México busque impulsar su desarrollo en el corto plazo, ello no será suficiente como para pensar que a partir del sector externo se resolverán los problemas de crecimiento económico, de generación de empleo y de distribución de la riqueza que tiene el país.
De igual manera parece evidente que no es el momento para que desde el gobierno surjan propuestas en pro de aumentar impuestos a una población que tiene severos problemas tan solo para poder alimentarse y tener acceso a un sistema de salud confiable.
Con la elaboración del siguiente presupuesto este debate volverá a la cabeza de los políticos, quienes deberán estar consientes de que ello disminuirá la capacidad de compra del mercado interno nacional en función de la promesa perene de que se destinará a mejorar la operación del gobierno y sus estructura burocrática, algo que en la historia de México no se ha observado.
En los meses por venir desde, el Congreso de la Unión, el gobierno federal y los partidos políticos deberán surgir iniciativas que busquen fortalecer al mercado interno, a fin de evitar una potencial desaceleración de la economía estadounidense. En este momento ya no hay excusas, la experiencia de la crisis de 2009 fue complicada para la población mexicana y es tiempo de que las instituciones demuestren qué han aprendido con un verdadero proyecto nacional. De otra forma, la propuesta deberá surgir de la sociedad.
*Director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tec de Monterrey
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