sábado, 28 de noviembre de 2009

BRASIL Y LAS LECCIONES DE LA CRISIS

Ramón Lecuona*
La estrella de Brasil se encuentra en pleno ascenso en el firmamento global. Está de moda comparar el desempeño brasileño, en la crisis económica internacional, con el mexicano. En dicho contraste México queda muy mal parado. Mientras que Brasil crecerá moderadamente en 2009, el PIB de México caerá en más de 7%.
Desde luego, se puede aprender mucho de las comparaciones internacionales, siempre y cuando el análisis sea serio y profundo, no superficial. Las comparaciones ligeras producen confusión y desinformación y generalmente llevan a conclusiones equivocadas. Esto parece estar ocurriendo con la idea, ahora muy difundida y aceptada, de que la diferencia entre los desempeños brasileño y mexicano en la crisis dependen exclusivamente de los estímulos fiscales que quisieron dar uno y otro gobiernos. Nada más ajeno a la verdad.
La diferencia básica no está en la política económica de corto plazo, sino en las discrepancias de las estructuras económicas y de las capacidades fundamentales de respuesta, entre ellas:
1. La economía mexicana es mucho más abierta que la brasileña, lo que la hace más vulnerable a los choques externos. Mientras que el comercio exterior de México significa alrededor de 45% del PIB, en Brasil pesa 22%.
Además, los brasileños tienen fama de expertos en “administrar” el comercio; en tanto que en México se liberalizó de “hecho” la balanza de pagos.
2. Por otro lado, las exportaciones mexicanas se encuentran muy concentradas geográfica y sectorialmente: Estados Unidos es destinatario de más de 80%, y una proporción aún superior está representada por las manufacturas y el petróleo.
Brasil presenta una excelente diversificación de sus exportaciones, tanto geográficamente como por producto. Estados Unidos, Europa, China, Japón y América Latina son clientes importantes y, además de manufacturas, distintas materias primas con alto valor de mercado, aun en la crisis, han protegido las exportaciones. La diversificación hizo que el impacto de la crisis fuese de mucha menor magnitud en Brasil que en México.
3. Cualquier modelo básico de estrategia competitiva indica que la excesiva concentración en uno o pocos productos y/o en uno o pocos clientes es inadecuada. En México se violó este precepto elemental por doble vía; las exportaciones se concentraron en dos sectores y en un cliente, y ahora se están sufriendo las consecuencias. No fue el caso de Brasil.
4. El ingreso fiscal mexicano apenas rebasa 20% del PIB y es altamente dependiente del petróleo. En un escenario de caída del precio del crudo y del volumen de producción, el ingreso fiscal se desploma y no se logra el consenso social para reponerlo.
Muchos sectores claman por más gasto público pero nadie parece estar dispuesto a contribuir para financiarlo. En contraste, el ingreso fiscal brasileño es de alrededor de 35% del PIB y está diversificado. Brasil recauda al nivel de los países europeos y eso ha dado al Estado la fortaleza necesaria para intervenir contracíclicamente de manera significativa. El margen en México es mucho menor con un ingreso fiscal raquítico y en caída.
5. Los brasileños han decidido fincar su proyecto de desarrollo en un Estado fuerte e intervencionista en la economía. México viene desmantelando los mecanismos estatales de intervención en la economía desde hace un cuarto de siglo. Baste señalar, como ejemplo, que el crédito como proporción del PIB en Brasil es casi el doble que en México, y más de una tercera parte es otorgado por bancos del Estado. En México la banca de desarrollo está muy restringida.
6. En Brasil se han seguido políticas en sectores tan críticos como el de la energía. En 1973 cuando se desató la crisis del petróleo, Brasil importaba alrededor de 70% del crudo que consumía. Hoy, ese país es autosuficiente en energía con patrones bien diversificados, y pronto será gran exportador de crudo. México es el triste reverso de la moneda.
México y Brasil se parecen en muchos aspectos: ambos cuentan con sistemas educativos disfuncionales, infraestructura física deficiente, sistemas legales inoperantes, inequitativa distribución del ingreso (aunque en Brasil parece estar mejorando), mercados laborales ineficientes y grandes sectores informales. Estos factores lastran el potencial de largo plazo de ambos países.
Sin embargo, Brasil se pone como ejemplo. Se ha desempeñado en la crisis mucho mejor que México, pero no simplemente porque su gobierno haya decidido gastar más y antes que el de México. Brasil lo ha hecho mucho mejor porque, en esta crisis, han respondido con resultados superiores los países menos abiertos y con gobiernos económicamente más grandes y/o donde el Estado es más fuerte.
Lo extraño es ver que en México invocan el ejemplo brasileño algunos de quienes con gran convicción ideológica y entusiasmo han promovido y propiciado el desmantelamiento de los mecanismos de intervención del Estado en la economía.
*Director de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac / Norte
Fuente: El Universal

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