viernes, 6 de noviembre de 2009

AGUA PARA SIEMPRE

Guillermo Knochenhauer
Si nuestros gobernantes son incapaces de solucionar los grandes problemas nacionales, queda una esperanza en la capacidad de los pueblos y comunidades para afrontar sus situaciones locales y regionales. En Tehuacán, Puebla, como en Morelos, Oaxaca, Guerrero y otras entidades, se tienen experiencias de haber resuelto problemas sociales y económicos cruciales mediante la cooperación social.
En la mixteca poblana y oaxaqueña trabaja una asociación civil llamada Alternativas y Procesos de Participación Social que dirige el doctor Raúl Hernández Garciadiego. Él y su esposa Gisela Herrerías, llegaron a Tehuacán hace 29 años y hoy pueden decir que les han cambiado la vida a más de 200 mil personas en la región.
Afrontaron con gran éxito dos problemas vitales de muchísimas regiones rurales del país: qué producir (en esa región se domesticó el maíz hace más de seis mil años pero hoy padece una severa carencia de agua por su condición semidesértica y elevada población); el otro problema es, precisamente, elevar la calidad y la disponibilidad de agua para las personas y para la agricultura.
Se hicieron estudios sobre la vocación de la tierra en esa región semiárida y se optó por presentarle a la población la opción del cultivo del amaranto. Para conocerlo, cada quien lo sembró en macetas o en cien metros cuadrados de su parcela. En poco tiempo, el cultivo se extendió hasta los volúmenes de producción de hoy, que abastecen a una agroindustria propiedad de 1100 campesinos de la zona, organizados en el grupo Quali de 70 empresas sociales.
El segundo problema, el del agua, se está resolviendo al evitar que la lluvia escurra por los cerros arrastrando la delgada capa de tierra vegetal. Para retenerla, se construyen terrazas y represas como en tiempos prehispánicos, que hacen que el agua se infiltre al subsuelo, lo que resulta en que al cabo de siete u ocho años vuelven a surgir manantiales donde antes sólo había pedregales y tierra seca. De esa manera se han beneficiado más de 200 mil mixtecos, popolocas y nahuas de Puebla y Oaxaca que antes disponían de sólo siete litros de agua por día y ahora cuentan con el mínimo recomendado por la Organización Mundial de la Salud, que son 150 litros por persona al día.
El éxito de esas soluciones tiene tres soportes: la participación social, la de los técnicos y el financiamiento, encuadrados en el principio ético de ayudar a los pobres a romper el círculo que aprisiona sus potencialidades, según la teoría de la justicia como equidad.
En la experiencia de Alternativas y Procesos de Participación Social, el factor más importante es contar con el conocimiento que tiene la gente de la zona y comprometer a cada familia con el trabajo cooperativo, esto es, de cooperación de unos con otros. Entre las claves para lograr esa cooperación, me parece que destacan dos: la comprensión colectiva de los problemas y sus soluciones, esto es, que todo mundo conozca, por ejemplo, el ciclo del agua y cómo favorecer su restablecimiento. La segunda clave es que las metas a lograr en el largo plazo, estén engarzadas por pequeños logros que no impliquen que la gente tenga largas esperas para verlos materializados.
En esa trayectoria gradualista se suman ingenieros y técnicos de diversas disciplinas para optimizar tiempos y costos; su participación es indispensable en cualquier organización de cualquier tamaño cuando se decide a actuar para resolver problemas campesinos, los cuales siempre tienen complejidades técnicas que es más barato resolver con el apoyo de especialistas.
El dinero es el tercer soporte de los resultados hasta ahora alcanzados en la mixteca poblana y oaxaqueña. Alternativas, la asociación civil gestora de esos procesos, ha obtenido la mayor parte de sus recursos de fundaciones y organizaciones civiles, aunque también cuenta con apoyos de los gobiernos estatales, municipales y del federal. Un hecho demostrado es que las obras realizadas en soluciones como las que se han dado para la siembra e industrialización del amaranto y del aumento de la disponibilidad y calidad del agua, han costado una mínima parte de lo que representa el gasto público cuando se ocupa de situaciones semejantes.
Lo dicho al inicio, si nuestros gobernantes no pueden con los problemas nacionales, los pueblos tienen capacidades insospechadas para afrontar sus situaciones locales y regionales que hay que destrabar de la trampa que es la pobreza.
knochenhauer@prodigy.net.mx

No hay comentarios:

Publicar un comentario