domingo, 4 de julio de 2010

OBAMA "SI SE PUEDE"

Francisco Valdés U. /El Universal
Estados Unidos no será el mismo antes y después de Barack Obama. El presidente de Estados Unidos actúa seriamente por los ciudadanos que lo llevaron exitosamente al poder en 2008, en una de las elecciones más definitorias de las que se tenga memoria en ese país. Primer presidente negro, demócrata, favorable a los derechos de las minorías y antagonista de la filosofía económica que enarboló su antecesor.
Una vez realizada la reforma al sistema de salud, viene el cambio a las reglas del sistema financiero.
Al igual que con el sistema de salud y, ojalá con lo que pase luego con el tema migratorio, el centro de atención de estas acciones de gobierno son los ciudadanos de a pie (“Main Street”). La mayoría que trabaja paga impuestos, produce y se hace cargo de las fortalezas o debilidades de ese gran país.
La reforma financiera ha sido precipitada por los desgraciados efectos de la crisis económica de 2008 y 2009. Esa crisis reveló la forma en que durante más de dos décadas se edificó la estructura de las instituciones económicas que condujo a una de las redistribuciones regresivas de la renta nacional más grandes de la historia humana. El primer síntoma fue la crisis del mercado inmobiliario en el que se inició una loca carrera por los oscuros “derivados” del mercado secundario. Para ponerlo en palabras comprensibles al sentido común, se refinanciaron deudas con nuevos créditos a los que se fueron superponiendo otros y así sucesivamente, hasta crear una pirámide insostenible.
El producto de las ganancias por el cobro de intereses había sido ya apropiado por quienes se situaban en la cúspide de la pirámide, a través de prácticas monopólicas o cuasimonopólicas. Los efectos de este esquema fueron la caída brutal del ingreso de la “clase media”, como se suele llamar en Estados Unidos a los trabajadores, y un enriquecimiento inaudito de una minoría. La distancia entre el 1% de la población más rica y el 99% restante aumentó más de 100 veces. Cuando la pirámide se derrumbó se produjo un efecto catastrófico que llevó a cientos de miles de familias a perder sus casas, sus ahorros y sus fondos de retiro. El hoyo tuvo que ser tapado con una inmensa cantidad de recursos públicos, es decir, dinero de la gente recaudado a través de los impuestos gubernamentales. Por si fuera poco perder la casa y los ahorros, el chistecito costó nada menos que 700 mil millones de dólares del Tesoro.
Los efectos ya sentidos antes del derrumbe llevaron, indudablemente, a que la ciudadanía estadounidense pusiera a Obama en la Presidencia para llevar a cabo un ambicioso programa de cambio económico y social.
La reforma financiera en ciernes cambiará completamente el rostro de EU. Incluye medidas muy fuertes, entre las que están: 1) liquidación de las compañías quebradas (no más rescates); 2) regulación y supervisión estricta de las empresas financieras comprometidas en operaciones de riesgo; 3) los fondos de alto riesgo serán registrados obligatoriamente en la Securities and Exchange Comission (SEC), que es la procuraduría del inversionista; 4) se limitará el tamaño de las grandes compañías para impedir que dominen los mercados; 5) se formarán “comisiones de compensación” compuestas por los inversionistas de las corporaciones para fijar los sueldos de los ejecutivos; 6) se separará a los bancos de los mercados especulativos; 7) se creará una sola comisión regulatoria de bancos, financieras de bienes raíces, de tarjetas de crédito y prestamistas que las obligará a dar expresamente a los consumidores la información de las características del crédito (o sea, la letra pequeña de los contratos será grandota); 8) se prohibirán de prácticas depredadoras de los prestamistas (principalmente de bienes raíces), como los bonos a los ejecutivos por hacer que los clientes cambien sus créditos por otros nuevos y más caros; 9) se transparentará el mercado de derivados para que sirvan a las pequeñas empresas agrícolas y manufactureras sin que descansen en garantías del erario público; y 10) con las medidas anteriores se tratará de evitar crisis de crédito que lleven a las empresas a hacer despidos masivos.
La furia se ha apoderado de la ultraderecha estadounidense que afirma que esto es “socialismo” y, para colmo, aceptado por una buena cantidad de republicanos rendidos ante la evidencia.
Para evitar anacronismos hay que llamarle a las cosas por su nombre: el gobierno de Obama no solamente es un gobierno del pueblo, sino “para el pueblo”. ¿Populismo? Tampoco: no Hitler, Mussolini, Chávez, Perón o Cárdenas. Es más bien algo que está profundamente enraizado en el pueblo de Estados Unidos: el capitalismo popular y la democracia económica.
Si algo hay que aprender de la administración Obama es que “sí se puede” gobernar democráticamente y con profundo sentido social.
Director de la FLACSO-México

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