viernes, 2 de julio de 2010

MECANISMOS DE MERCADO Y TRANSFERENCIAS SOCIALES

Economía Moral
Poder e influencia de las ideas
Julio Boltvinik / La Jornada
Esta semana tuvo lugar en la Universidad de Manchester (UdeM) un taller en el cual se exploraron las posibilidades de que algunos países, más allá de Brasil, Rusia, India y China tuvieran el poder de influir en las políticas de lucha contra la pobreza de terceros países. Definir qué países deben estar en ese grupo es una parte inicial de un proyecto de investigación que llevaría después al estudio detallado de dicha influencia en su región y más allá. En ese grupo de poderes (o jugadores) emergentes se incluyó México y por ello fui invitado al taller. De los muchos temas que se discutieron quiero centrarme en dos: en la idea de inducción de conductas mediante transferencias condicionadas y en el papel de las ideas en la transformación de la realidad. Marx decía que cuando los trabajadores asimilan la teoría, ésta se convierte en un arma revolucionaria. En mi presentación, sobre la influencia de México en las políticas contra la pobreza en América Latina y más allá, intenté sintetizar el sentido de las ahora muy famosas Transferencias Monetarias Focalizadas y Condicionadas (TMFC) (fama en parte debida al éxito del Programa Progresa-Oportunidades o PP0) con una frase que en inglés rima y que podría ser el lema gubernamental: we pay and you obey (nosotros pagamos, ustedes obedecen). Mi ponencia formó parte de los tres estudios de caso que se presentaron en el taller (los otros dos fueron Sudáfrica y Bangladesh) y el comentarista de las tres ponencias fue Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía y uno de los economistas keynesianos contemporáneos más destacados. Stiglitz se refirió a la frase rimada y a la idea de las TMFC, como la inducción de conductas a través de mecanismos de mercado e ironizando la comparó con la idea de sobornar a los hijos para que saquen la basura de la casa. Aunque Stiglitz no abundó en la idea, esta conexión entre transferencias condicionadas y mecanismos de mercado, de la que no me había percatado, permite ver de otra manera las TMFC. En la ortodoxia económica contemporánea muchos problemas económicos se atribuyen a la inexistencia de mercados y su solución se concibe como la creación o simulación de esos mercados. Así, la escasa asistencia a las clínicas de salud y la deserción escolar, pueden ser vistas como la inexistencia de mercados de asistencia a estos servicios. El PPO habría creado dichos mercados al comprar el servicio de asistencia a las clínicas y las escuelas, pagando con las transferencias monetarias. Esta forma de ver el asunto le da sentido a la expresión creación de incentivos que usan algunos economistas ortodoxos cuando se refieren al PPO.
Para ejemplificar la tesis de Stiglitz de que los cambios se pueden lograr sin tener que pagar por ellos, se refirió al camino adoptado por Bhutan, pequeño país del sur de Asia con menos de un millón de habitantes, que consistió en convencer a la gente de la importancia de, entre otros servicios básicos, la educación, en vez de pagarles por asistir a la escuela, y dijo que quizás haya sido más exitoso que México. También usó el ejemplo del Banco Grameen de Bangladesh, que acabó por convencer al mundo sobre la importancia de los microcréditos en la lucha contra la pobreza. En este caso se trata de una idea aplicada masiva y exitosamente en un país (con mucha población pero muy pobre) que termina sirviendo de ejemplo al mundo.
Aquí intervienen el poder y los intereses de clase. Durante muchos años el Banco Mundial (BM) rechazó la idea de los microcréditos. Fue hasta que Muhammad Yunus logró vencer las resistencias institucionales que cambió la postura del BM y éste empezó a promover los microcréditos y, sólo entonces se logró su difusión amplia a nivel mundial. El poder del BM influye mucho en que una idea se difunda rápidamente. Por ello al volver a tomar la palabra señalé que las ideas tienen color ideológico y que el BM tiene un filtro que no deja pasar ideas contrarias a la ideología neoliberal. En mi ponencia había mostrado como, en la muy amplia difusión del PPO, que se aplica con variantes en muchos países actualmente, fue clave el entusiasmo del BM y el del BID, que han sido sus promotores y han apoyado algunos nuevos PPOs con créditos. En el caso del PPO no hubo periodo de resistencia, justamente porque el PPO es totalmente consistente con la ideología neoliberal y con la creencia de que los mecanismos de mercado lo resuelven todo.
En mesa redonda pública en la tarde, Stiglitz se preguntó por qué la idea del libre movimiento de las inversiones financieras había sido implantada en casi todo el mundo cuando nunca hubo evidencia que sirviera al desarrollo de los países receptores, pero no dio respuesta satisfactoria a este interrogante al atribuirla a la terquedad del FMI. Se trata de una expresión de la necesidad del capitalismo mundial de encontrar salidas financieras (a través de la llamada financiarización) a los enormes excedentes que genera. En mi comentario a Stiglitz (quien ahora fue el ponente, mientras los tres ponentes de la mañana fuimos sus comentaristas), argumenté que el éxito de las ideas no dependía de su calidad, sino de la lucha social y la correlación de fuerzas. Conté la historia de las ideas neoliberales centrándome en América Latina. Mostré que tanto desde el punto de vista lógico, como histórico y empírico, la focalización exclusiva hacia los pobres como estrategia social básica es una vía inadecuada y que, sin embargo, triunfó y se generalizó en el mundo como parte de la contrarrevolución del capital, gracias a que servía a los intereses dominantes: desde el punto de vista lógico es mucho mejor prevenir la pobreza que curarla; desde el punto de vista histórico, al comparar Europa, donde prevalecen estados de bienestar universalistas, con EU cuyo estado es focalizador, vemos que Europa tiene menos pobreza que EU, a pesar del mucho más alto PIB per cápita de éste; y desde el punto de vista empírico, Stewart y Cornia mostraron que en siete países que eliminaron los subsidios generalizados a los alimentos y los sustituyeron por apoyos focalizados a los pobres extremos, la situación de la población empeoró. En el fondo está una gran mentira: se nos hizo creer que los programas focalizados a los pobres extremos eran mejores porque con ellos “no se desperdician los recursos apoyando a gente que no lo necesita”, evitando los errores de inclusión, pero nos ocultaron que estos programas aumentan mucho los errores de exclusión (dejar fuera a quien sí lo necesita) que en los programas universalistas son cero. Combatir estas ideas pasa por mostrar el engaño que contienen, a quién benefician realmente y en aplicar ideas alternativas que funcionen mejor, como está haciendo el Gobierno del DF al ejecutar programas universalistas exitosos. La gráfica muestra que las transferencias del Gobierno del DF disminuyen más la pobreza y la indigencia que las del gobierno federal.

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