JOSÉ FERNÁNDEZ SANTILLÁN / EL UNIVERSAL
Llevamos dos semanas engolosinados con las pifias literarias cometidas por personajes destacados de nuestra vida pública. Primero fue Enrique Peña Nieto, quien en la FIL de Guadalajara confundió al autor del libro La silla del águila. Dijo que lo había escrito Enrique Krauze, siendo que ese título es de Carlos Fuentes.
Vino en su auxilio Ernesto Cordero a sostener que Isabel Restrepo era la autora de La isla de la pasión; el nombre correcto de esa escritora colombiana es Laura. Y siguió la mata dando: José Ángel Córdova cuenta que le impactó El Principito, de Maquiavelo; el título correcto de la obra del secretario de la Signoria es El Príncipe; quien escribió El Principito fue Antoine Saint-Exupéry. A la lista de "los que no caen resbalan" se sumó Mario Delgado, quien en vez de adjudicarle a Gabriel García Márquez la autoría de Cien años de soledad se la dio a Mario Vargas Llosa. Corolario, errare humanum est.
Evidentemente, el gazapo que ha provocado mayor estruendo es el de Peña Nieto, por una razón muy sencilla: es el aspirante a la Presidencia de la República mejor posicionado; sobre él están los reflectores. Cualquier cosa que haga o diga es noticia; más cuando sucede un asunto de este tipo.
Sus adversarios han sacado raja de este incidente. Lo sucedido en Guadalajara es una llamada de atención. Hay que tomar previsiones para no caer en baches de tal índole. Debe llegar mejor pertrechado a la contienda que se avecina.
Se trata de un fenómeno que Ronald Heifetz y Marty Linsky (Leadership on the Line, Harvard, Cambridge, Massachusetts, 2002, p. 38) llaman desfocalización (diversión). Me explico: el tropezón con La silla del águila hizo que se perdiera de vista el tema central de la participación de Peña Nieto en la FIL: la presentación de su libro México, la gran esperanza. No obstante, tarde o temprano tendremos que centrar nuestra atención en él. ¿Por qué? Porque allí se encuentran las líneas que orientarían el rumbo del país para el sexenio 2012-2018.
Abarca una gran cantidad de temas. Entre ellos el reconocimiento de que la mexicana es una sociedad multicultural: "El Estado mexicano tiene una deuda histórica con los pueblos indígenas. Las últimas cifras de pobreza en México confirman lo que ha sido una constante en el desarrollo de nuestro país: los indígenas están mayoritariamente excluidos del mismo". (p. 120)
Pone cuidado en la sociedad del conocimiento: "Para dar el salto a la sociedad del conocimiento necesitamos un Estado eficaz que garantice en la práctica el acceso universal a la educación de calidad y que establezca una política de Estado con visión de largo plazo en materia de investigación, ciencia, desarrollo tecnológico e innovación". (p. 86)
El tema de la seguridad pública ocupa un lugar preponderante. Reconoce el esfuerzo desplegado por el Gobierno Federal. "Sin embargo, la estrategia se centró únicamente en el uso de la fuerza. Se ignoraron las recomendaciones internacionales que sugieren cambiar de paradigma para crear una seguridad pública más democrática con un enfoque integral, basada en la prevención, la participación ciudadana y el rediseño de los modelos policiales y de justicia con el pleno respeto de los derechos humanos". (p. 127)
Según lo permita el acontecer nacional, iremos abordando en este espacio los libros escritos por los otros aspirantes a la Presidencia de la República.
Llevamos dos semanas engolosinados con las pifias literarias cometidas por personajes destacados de nuestra vida pública. Primero fue Enrique Peña Nieto, quien en la FIL de Guadalajara confundió al autor del libro La silla del águila. Dijo que lo había escrito Enrique Krauze, siendo que ese título es de Carlos Fuentes.
Vino en su auxilio Ernesto Cordero a sostener que Isabel Restrepo era la autora de La isla de la pasión; el nombre correcto de esa escritora colombiana es Laura. Y siguió la mata dando: José Ángel Córdova cuenta que le impactó El Principito, de Maquiavelo; el título correcto de la obra del secretario de la Signoria es El Príncipe; quien escribió El Principito fue Antoine Saint-Exupéry. A la lista de "los que no caen resbalan" se sumó Mario Delgado, quien en vez de adjudicarle a Gabriel García Márquez la autoría de Cien años de soledad se la dio a Mario Vargas Llosa. Corolario, errare humanum est.
Evidentemente, el gazapo que ha provocado mayor estruendo es el de Peña Nieto, por una razón muy sencilla: es el aspirante a la Presidencia de la República mejor posicionado; sobre él están los reflectores. Cualquier cosa que haga o diga es noticia; más cuando sucede un asunto de este tipo.
Sus adversarios han sacado raja de este incidente. Lo sucedido en Guadalajara es una llamada de atención. Hay que tomar previsiones para no caer en baches de tal índole. Debe llegar mejor pertrechado a la contienda que se avecina.
Se trata de un fenómeno que Ronald Heifetz y Marty Linsky (Leadership on the Line, Harvard, Cambridge, Massachusetts, 2002, p. 38) llaman desfocalización (diversión). Me explico: el tropezón con La silla del águila hizo que se perdiera de vista el tema central de la participación de Peña Nieto en la FIL: la presentación de su libro México, la gran esperanza. No obstante, tarde o temprano tendremos que centrar nuestra atención en él. ¿Por qué? Porque allí se encuentran las líneas que orientarían el rumbo del país para el sexenio 2012-2018.
Abarca una gran cantidad de temas. Entre ellos el reconocimiento de que la mexicana es una sociedad multicultural: "El Estado mexicano tiene una deuda histórica con los pueblos indígenas. Las últimas cifras de pobreza en México confirman lo que ha sido una constante en el desarrollo de nuestro país: los indígenas están mayoritariamente excluidos del mismo". (p. 120)
Pone cuidado en la sociedad del conocimiento: "Para dar el salto a la sociedad del conocimiento necesitamos un Estado eficaz que garantice en la práctica el acceso universal a la educación de calidad y que establezca una política de Estado con visión de largo plazo en materia de investigación, ciencia, desarrollo tecnológico e innovación". (p. 86)
El tema de la seguridad pública ocupa un lugar preponderante. Reconoce el esfuerzo desplegado por el Gobierno Federal. "Sin embargo, la estrategia se centró únicamente en el uso de la fuerza. Se ignoraron las recomendaciones internacionales que sugieren cambiar de paradigma para crear una seguridad pública más democrática con un enfoque integral, basada en la prevención, la participación ciudadana y el rediseño de los modelos policiales y de justicia con el pleno respeto de los derechos humanos". (p. 127)
Según lo permita el acontecer nacional, iremos abordando en este espacio los libros escritos por los otros aspirantes a la Presidencia de la República.
No hay comentarios:
Publicar un comentario