Orlando Delgado Selley / La Jornada
Los riesgos a que se enfrentan todas las economías del mundo son importantes. No hay, ni podría haberla, una que pueda resistir la llegada de una recesión generalizada en las mayores economías del mundo.
Estados Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Francia y el resto de los países desarrollados terminarán 2011 con niveles de crecimiento de su producto muy por debajo de los que estimaron a principios del año. Incluso las economías emergentes más poderosas, como China, Brasil, India y Rusia, están mostrando que la disminución de la actividad económica en los principales mercados les está afectando.
México, que evidentemente no es parte del grupo emergente que empuja la economía del orbe, se ha visto afectado por las dificultades mundiales. La pretensión gubernamental de que nuestra economía está protegida frente a los embates de una posible crisis carece de fundamento. Incluso, en el Banco de México se ha advertido que la desaceleración mundial nos ha afectado y lo seguirá haciendo. La encuesta que se aplica a especialistas indica que las expectativas de crecimiento del PIB para 2012 pasaron de 4.22 por ciento –en el primer semestre– a 3.88 en el segundo, lo que da cuenta de que se percibe un clima adverso para la economía mexicana.
La decisión de los gobernantes de la Unión Europea, con excepción de los británicos, indica que las importantes dificultades vividas este año cambiarán de perfil el próximo. 2011 ha estado dominado por la crisis de deuda soberana que, en realidad, es la dificultad de los gobiernos provocada por la etapa anterior de esta misma crisis, la crisis financiera de 2008-2009. El crecimiento del endeudamiento público fue suscrito por bancos que habían sido apoyados con recursos públicos, que precisamente tuvieron que fondearse en el mercado de deuda. Este círculo vicioso encareció significativamente el refinanciamiento de la deuda pública y del fondeo de los bancos acreedores.
Tras la decisión europea de consagrar un déficit fiscal de 3 por ciento del producto como "regla de oro", cuyo eventual incumplimiento será sancionado por el Tribunal de Justicia, las expectativas para 2012 son sombrías. Se espera en Europa un año de estancamiento económico, si se es optimista, o de franca recesión en caso de ser pesimistas. Estados Unidos se verá afectado por esta situación. La insistencia de Geithner, secretario del Tesoro de ese país, para que se tomaran medidas que alentarán el crecimiento en Europa, constata que para el gobierno estadunidense era fundamental conjurar el escenario recesivo global en 2012.
El acuerdo de la Unión Europeo fue en sentido contrario, de modo que parece que la economía estadunidense no recuperará su capacidad de creación del volumen de empleo necesario para reducir sensiblemente el número de desocupados. El PIB de ese país crecerá muy por debajo del ritmo deseado, lo que indica que las posibilidades de relección de Obama se han reducido considerablemente.
Este difícil panorama global modificará sensiblemente el desempeño de la economía mexicana. En la encuesta mencionada se prevé que el crecimiento del PIB será de 3.2 por ciento, lo que podría resultar optimista. 2012 es un año electoral. Los candidatos que competirán deberán plantear a la nación su propuesta para enfrentar las dificultades económicas. Frente a la pasividad del gobierno de Calderón, que fue incapaz de atenuar los impactos recesivos de 2009, en 2012 dirá mucho pero hará poco.
¿Qué propone quien encabece al PAN? ¿Peña Nieto, con su poderoso aparato de comunicación, tiene una propuesta distinta de Acción Nacional? ¿Morena y López Obrador, que han planteado un nuevo proyecto de nación, que proponen frente a las circunstancias adversas? Los electores sabemos que las ideologías no han servido para diferenciar maneras de enfrentar la crisis. Los gobiernos socialistas de Papandreou, Sócrates y Rodríguez Zapatero, en Grecia, Portugal y España, respectivamente, actuaron igual que sus vecinos de derechas. La propuesta de las izquierdas mexicanas, en consecuencia, será decisiva.
Los riesgos a que se enfrentan todas las economías del mundo son importantes. No hay, ni podría haberla, una que pueda resistir la llegada de una recesión generalizada en las mayores economías del mundo.
Estados Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Francia y el resto de los países desarrollados terminarán 2011 con niveles de crecimiento de su producto muy por debajo de los que estimaron a principios del año. Incluso las economías emergentes más poderosas, como China, Brasil, India y Rusia, están mostrando que la disminución de la actividad económica en los principales mercados les está afectando.
México, que evidentemente no es parte del grupo emergente que empuja la economía del orbe, se ha visto afectado por las dificultades mundiales. La pretensión gubernamental de que nuestra economía está protegida frente a los embates de una posible crisis carece de fundamento. Incluso, en el Banco de México se ha advertido que la desaceleración mundial nos ha afectado y lo seguirá haciendo. La encuesta que se aplica a especialistas indica que las expectativas de crecimiento del PIB para 2012 pasaron de 4.22 por ciento –en el primer semestre– a 3.88 en el segundo, lo que da cuenta de que se percibe un clima adverso para la economía mexicana.
La decisión de los gobernantes de la Unión Europea, con excepción de los británicos, indica que las importantes dificultades vividas este año cambiarán de perfil el próximo. 2011 ha estado dominado por la crisis de deuda soberana que, en realidad, es la dificultad de los gobiernos provocada por la etapa anterior de esta misma crisis, la crisis financiera de 2008-2009. El crecimiento del endeudamiento público fue suscrito por bancos que habían sido apoyados con recursos públicos, que precisamente tuvieron que fondearse en el mercado de deuda. Este círculo vicioso encareció significativamente el refinanciamiento de la deuda pública y del fondeo de los bancos acreedores.
Tras la decisión europea de consagrar un déficit fiscal de 3 por ciento del producto como "regla de oro", cuyo eventual incumplimiento será sancionado por el Tribunal de Justicia, las expectativas para 2012 son sombrías. Se espera en Europa un año de estancamiento económico, si se es optimista, o de franca recesión en caso de ser pesimistas. Estados Unidos se verá afectado por esta situación. La insistencia de Geithner, secretario del Tesoro de ese país, para que se tomaran medidas que alentarán el crecimiento en Europa, constata que para el gobierno estadunidense era fundamental conjurar el escenario recesivo global en 2012.
El acuerdo de la Unión Europeo fue en sentido contrario, de modo que parece que la economía estadunidense no recuperará su capacidad de creación del volumen de empleo necesario para reducir sensiblemente el número de desocupados. El PIB de ese país crecerá muy por debajo del ritmo deseado, lo que indica que las posibilidades de relección de Obama se han reducido considerablemente.
Este difícil panorama global modificará sensiblemente el desempeño de la economía mexicana. En la encuesta mencionada se prevé que el crecimiento del PIB será de 3.2 por ciento, lo que podría resultar optimista. 2012 es un año electoral. Los candidatos que competirán deberán plantear a la nación su propuesta para enfrentar las dificultades económicas. Frente a la pasividad del gobierno de Calderón, que fue incapaz de atenuar los impactos recesivos de 2009, en 2012 dirá mucho pero hará poco.
¿Qué propone quien encabece al PAN? ¿Peña Nieto, con su poderoso aparato de comunicación, tiene una propuesta distinta de Acción Nacional? ¿Morena y López Obrador, que han planteado un nuevo proyecto de nación, que proponen frente a las circunstancias adversas? Los electores sabemos que las ideologías no han servido para diferenciar maneras de enfrentar la crisis. Los gobiernos socialistas de Papandreou, Sócrates y Rodríguez Zapatero, en Grecia, Portugal y España, respectivamente, actuaron igual que sus vecinos de derechas. La propuesta de las izquierdas mexicanas, en consecuencia, será decisiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario