Draghi confía en estimular la compra de deuda y liberar crédito con la inyección masiva de liquidez
El Banco Central Europeo (BCE), con la aquiescencia lejana y a regañadientes de Alemania, está acumulando remedios monetarios de gran calibre para poner fin a las perturbaciones financieras en la eurozona. El banco que preside Mario Draghi ha tomado la decisión de conceder a los bancos europeos, concretamente a 523 entidades, casi medio billón de euros en préstamos a tres años y al 1% de interés, con el fin de que puedan enfrentarse cómodamente a los próximos vencimientos de su deuda. Dicho en plata, el BCE acude a salvar a la banca europea de los apuros de refinanciación, con la vieja idea al fondo de que la crisis de los bancos está en los orígenes de la crisis financiera (y también de la recesión) y de que, si no se alivian las estrecheces de los balances bancarios, se esfuma la oportunidad de una recuperación económica europea.
Con los préstamos masivos a tres años, el plazo más largo de una inyección financiera en Europa, el BCE elimina la inquietud de la banca por el vencimiento de su deuda. Como primer efecto, la inundación de crédito barato permitirá aumentar los beneficios de la banca, puesto que abre un manantial de negocio (con dinero al 1% se pueden adquirir activos mejor remunerados). El eslabón final de la cadena argumental es la suposición de que, al permitir que la banca haga frente a esos vencimientos a un coste mucho más bajo que el del mercado, tendrá más capacidad para conceder préstamos a empresas y particulares. La suposición es débil, al menos durante los primeros meses de 2012, pero parece uno de los pocos mecanismos indirectos para intentar que la banca filtre migajas de dinero a la economía real.
El otro efecto buscado es que, con los capitales obtenidos, la banca o parte de ella se decida a comprar deuda nacional y se alivien de este modo las presiones sobre las deudas. De nuevo estamos ante un efecto probable; lo seguro es que los bancos disponen de un mecanismo fértil para aumentar los beneficios. La parte de liquidez que llegue a las empresas es discutible y suscita pocas esperanzas.
Resulta que, para que la recuperación sea algo más que una entelequia continuamente aplazada, el crédito tiene que normalizarse. Las empresas no financieras entienden que hasta el momento las inyecciones billonarias a la banca, en liquidez o en capital, no han conseguido ese efecto de normalización. Y ello a pesar de que la reducción del crédito produce también una pérdida de márgenes de resultados. El miedo a los incumplimientos de capital y el terror al aumento de la morosidad vencen por el momento a las expectativas de negocio de los créditos.
No es un secreto que la reforma financiera que pretende aplicar el Gobierno bajo la dirección de Luis de Guindos tendrá que tocar alguna melodía más compleja que la cantinela tópica de que se necesitan más fusiones bancarias. Importa más cómo queden los balances y el margen que permiten los activos inmobiliarios dañados que el tamaño.
Fuente: El País
El Banco Central Europeo (BCE), con la aquiescencia lejana y a regañadientes de Alemania, está acumulando remedios monetarios de gran calibre para poner fin a las perturbaciones financieras en la eurozona. El banco que preside Mario Draghi ha tomado la decisión de conceder a los bancos europeos, concretamente a 523 entidades, casi medio billón de euros en préstamos a tres años y al 1% de interés, con el fin de que puedan enfrentarse cómodamente a los próximos vencimientos de su deuda. Dicho en plata, el BCE acude a salvar a la banca europea de los apuros de refinanciación, con la vieja idea al fondo de que la crisis de los bancos está en los orígenes de la crisis financiera (y también de la recesión) y de que, si no se alivian las estrecheces de los balances bancarios, se esfuma la oportunidad de una recuperación económica europea.
Con los préstamos masivos a tres años, el plazo más largo de una inyección financiera en Europa, el BCE elimina la inquietud de la banca por el vencimiento de su deuda. Como primer efecto, la inundación de crédito barato permitirá aumentar los beneficios de la banca, puesto que abre un manantial de negocio (con dinero al 1% se pueden adquirir activos mejor remunerados). El eslabón final de la cadena argumental es la suposición de que, al permitir que la banca haga frente a esos vencimientos a un coste mucho más bajo que el del mercado, tendrá más capacidad para conceder préstamos a empresas y particulares. La suposición es débil, al menos durante los primeros meses de 2012, pero parece uno de los pocos mecanismos indirectos para intentar que la banca filtre migajas de dinero a la economía real.
El otro efecto buscado es que, con los capitales obtenidos, la banca o parte de ella se decida a comprar deuda nacional y se alivien de este modo las presiones sobre las deudas. De nuevo estamos ante un efecto probable; lo seguro es que los bancos disponen de un mecanismo fértil para aumentar los beneficios. La parte de liquidez que llegue a las empresas es discutible y suscita pocas esperanzas.
Resulta que, para que la recuperación sea algo más que una entelequia continuamente aplazada, el crédito tiene que normalizarse. Las empresas no financieras entienden que hasta el momento las inyecciones billonarias a la banca, en liquidez o en capital, no han conseguido ese efecto de normalización. Y ello a pesar de que la reducción del crédito produce también una pérdida de márgenes de resultados. El miedo a los incumplimientos de capital y el terror al aumento de la morosidad vencen por el momento a las expectativas de negocio de los créditos.
No es un secreto que la reforma financiera que pretende aplicar el Gobierno bajo la dirección de Luis de Guindos tendrá que tocar alguna melodía más compleja que la cantinela tópica de que se necesitan más fusiones bancarias. Importa más cómo queden los balances y el margen que permiten los activos inmobiliarios dañados que el tamaño.
Fuente: El País
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