José Gil Olmos / Proceso
La industria del crimen organizado tiene una maquinaria que se mueve con dinero y sangre, y ese es el mejor ejemplo de cómo opera el neoliberalismo que no tiene fronteras y sólo beneficia a los países desarrollados.
Aunque a veces los números no reflejan la realidad, no hay más que echarle un vistazo a los datos que proporcionan la ONU y algunas consultarías financieras para comprobar que las ganancias millonarias de este negocio mundial se quedan en Estados Unidos, Europa y Canadá.
Al mismo tiempo podemos corroborar que el conjunto de bandas internacionales están organizadas y enlazadas para tener mayores dividendos sin importarles el daño que han ocasionado en la sociedad.
Por ejemplo, en los últimos cinco años, diariamente han muerto en México 32 personas en promedio, producto de la violencia que han generado los enfrentamientos entre bandas, o entre éstas con policías y el Ejército.
Esto, de acuerdo con tanatólogos entrevistados por la reportera Marcela Turati, tiene un efecto expansivo, porque por cada muerte o desaparición impacta emocionalmente a 200 personas, de manera que si tomamos en cuenta que han muerto 60 mil personas por la narcoviolencia y otras 10 mil han desparecido, tenemos que ello ha impactado directamente a 10% de la población nacional.
El poderío del crimen organizado ha ido acompañado del terror. No hay país donde no haya ocurrido esto, pues lo mismo pasa en Italia y Estados Unidos, que en Colombia. México sigue los mismos pasos, y en la actualidad no hay entidad del país donde no esté presente. De acuerdo con especialistas como Edgardo Buscaglia, 70% de los municipios están bajo su poder.
Y al mismo tiempo que van creando su imperio de terror y corrupción, las diversas actividades ilegales del crimen organizado han producido ganancias anuales estratosféricas en México, estimadas en 40 mil millones de dólares, que de alguna manera son introducidas a la economía formal mediante múltiples artilugios que van desde lavado de dinero, construcción de hoteles, casas y hospitales, hasta donaciones a iglesias y depósitos bancarios que no son registrados.
De acuerdo con reportes de la ONU, en Estados Unidos, Canadá y Europa se queda la mayor parte de las ganancias de la venta de droga en el mundo, que en el caso de la cocaína representa 70% de los 72 mil millones de dólares traficados al año. En tanto, en los países productores o comercializadores como Afganistán, en el caso del opio, o Colombia en el caso de la coca, se reciben las mayores críticas.
En el año 2009, los cárteles del narcotráfico de México obtenían ganancias anuales de hasta 40 mil millones de dólares. En ese entonces, David Robillard, presidente de la Consultora Global Kroll aseguró que esa situación traería serios inconvenientes en la economía mexicana, pues había regiones enteras donde los ingresos de actividades ilegales soportaban buena parte de su economía.
En ese sentido, durante la 13 Conferencia de las Américas, donde se abordó el tema “Después de la crisis, nuevos desafíos y estabilidad política”, el consultor mencionó que el crimen organizado ya estaba desplazando a los empresarios e inversionistas mexicanos, pues cerca de 2 mil 500 se habían movido por razones de seguridad, en tanto que otros más estaban gastando hasta 15% del valor de bienes y servicios producidos en seguridad.
Según un reporte del gobierno mexicano y el Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos, el año pasado se blanquearon 16 mil millones de dólares en México, producto de actividades del crimen organizado. Y aunque no se tiene claro el destino de este dinero, lo único claro es que estaba integrado a la economía formal.
Otro de los negocios importantes de los grupos del crimen organizado es el tráfico de inmigrantes. Según el representante de la Oficina de las Naciones Unidas para el Control de las Drogas y la Prevención del Delito, Antonio Mazzitelli, tan sólo en 2010 este comercio dejó ganancias de 6 mil 600 millones de dólares.
Pero quizá el mayor negocio de todos sea la piratería. El presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo, Jorge Dávila Flores, estimó que en 2010 el valor de la piratería fue de 75 mil millones de dólares anuales, lo que representa casi dos veces más que los ingresos provenientes del petróleo, estimados en 41 mil millones de dólares, tres veces más que las remesas (21 mil millones) y seis veces más que las divisas por turismo (11 mil millones de dólares).
El crimen organizado está en la reproducción y venta de discos de música y video, de ropa, zapatos y tenis de marca, clonados, televisiones y computadoras, autos, armas y órganos. Todo lo que se pueda vender en el mercado ilegal lo tiene controlado algún grupo o banda criminal.
No es extraño, entonces, que en un país en crisis como México, con más de la mitad de su población en pobreza, siete millones de jóvenes sin trabajo ni educación superior, un campo abandonado y la tasa de desempleo creciendo, además de tener los índices de corrupción más altos del mundo y con un gobierno ineficaz, el crimen organizado avance e incluso sea una opción para muchos.
Hace dos años el director de la oficina de narcotráfico internacional del Departamento de Estado, David T. Jonson, dijo ante un subcomité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos que 450 mil mexicanos participaban directamente en el narcotráfico. Es decir que casi medio millón de mexicanos habían encontrado en esta actividad una forma de vida.
Este número apenas refleja a los millones de mexicanos involucrados en otras actividades del crimen organizado, que en México han encontrado un terreno fértil para crecer de manera impresionante sin que una sola autoridad o gobierno tenga la claridad suficiente para ver las raíces profundas de un problema que tardará mucho tiempo en resolverse.
El reto del combate a este gran negocio ilegal y global será el más importante para los candidatos presidenciales en la contienda del año entrante.
Hasta ahora ninguno ha planteado un plan integral e incluso todos han considerado mantener al Ejército al frente, lo que significa que la cuota de sangre social se mantendrá, la violencia no cederá en los próximos años y las ganancias crecerán para el crimen organizado.
La industria del crimen organizado tiene una maquinaria que se mueve con dinero y sangre, y ese es el mejor ejemplo de cómo opera el neoliberalismo que no tiene fronteras y sólo beneficia a los países desarrollados.
Aunque a veces los números no reflejan la realidad, no hay más que echarle un vistazo a los datos que proporcionan la ONU y algunas consultarías financieras para comprobar que las ganancias millonarias de este negocio mundial se quedan en Estados Unidos, Europa y Canadá.
Al mismo tiempo podemos corroborar que el conjunto de bandas internacionales están organizadas y enlazadas para tener mayores dividendos sin importarles el daño que han ocasionado en la sociedad.
Por ejemplo, en los últimos cinco años, diariamente han muerto en México 32 personas en promedio, producto de la violencia que han generado los enfrentamientos entre bandas, o entre éstas con policías y el Ejército.
Esto, de acuerdo con tanatólogos entrevistados por la reportera Marcela Turati, tiene un efecto expansivo, porque por cada muerte o desaparición impacta emocionalmente a 200 personas, de manera que si tomamos en cuenta que han muerto 60 mil personas por la narcoviolencia y otras 10 mil han desparecido, tenemos que ello ha impactado directamente a 10% de la población nacional.
El poderío del crimen organizado ha ido acompañado del terror. No hay país donde no haya ocurrido esto, pues lo mismo pasa en Italia y Estados Unidos, que en Colombia. México sigue los mismos pasos, y en la actualidad no hay entidad del país donde no esté presente. De acuerdo con especialistas como Edgardo Buscaglia, 70% de los municipios están bajo su poder.
Y al mismo tiempo que van creando su imperio de terror y corrupción, las diversas actividades ilegales del crimen organizado han producido ganancias anuales estratosféricas en México, estimadas en 40 mil millones de dólares, que de alguna manera son introducidas a la economía formal mediante múltiples artilugios que van desde lavado de dinero, construcción de hoteles, casas y hospitales, hasta donaciones a iglesias y depósitos bancarios que no son registrados.
De acuerdo con reportes de la ONU, en Estados Unidos, Canadá y Europa se queda la mayor parte de las ganancias de la venta de droga en el mundo, que en el caso de la cocaína representa 70% de los 72 mil millones de dólares traficados al año. En tanto, en los países productores o comercializadores como Afganistán, en el caso del opio, o Colombia en el caso de la coca, se reciben las mayores críticas.
En el año 2009, los cárteles del narcotráfico de México obtenían ganancias anuales de hasta 40 mil millones de dólares. En ese entonces, David Robillard, presidente de la Consultora Global Kroll aseguró que esa situación traería serios inconvenientes en la economía mexicana, pues había regiones enteras donde los ingresos de actividades ilegales soportaban buena parte de su economía.
En ese sentido, durante la 13 Conferencia de las Américas, donde se abordó el tema “Después de la crisis, nuevos desafíos y estabilidad política”, el consultor mencionó que el crimen organizado ya estaba desplazando a los empresarios e inversionistas mexicanos, pues cerca de 2 mil 500 se habían movido por razones de seguridad, en tanto que otros más estaban gastando hasta 15% del valor de bienes y servicios producidos en seguridad.
Según un reporte del gobierno mexicano y el Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos, el año pasado se blanquearon 16 mil millones de dólares en México, producto de actividades del crimen organizado. Y aunque no se tiene claro el destino de este dinero, lo único claro es que estaba integrado a la economía formal.
Otro de los negocios importantes de los grupos del crimen organizado es el tráfico de inmigrantes. Según el representante de la Oficina de las Naciones Unidas para el Control de las Drogas y la Prevención del Delito, Antonio Mazzitelli, tan sólo en 2010 este comercio dejó ganancias de 6 mil 600 millones de dólares.
Pero quizá el mayor negocio de todos sea la piratería. El presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo, Jorge Dávila Flores, estimó que en 2010 el valor de la piratería fue de 75 mil millones de dólares anuales, lo que representa casi dos veces más que los ingresos provenientes del petróleo, estimados en 41 mil millones de dólares, tres veces más que las remesas (21 mil millones) y seis veces más que las divisas por turismo (11 mil millones de dólares).
El crimen organizado está en la reproducción y venta de discos de música y video, de ropa, zapatos y tenis de marca, clonados, televisiones y computadoras, autos, armas y órganos. Todo lo que se pueda vender en el mercado ilegal lo tiene controlado algún grupo o banda criminal.
No es extraño, entonces, que en un país en crisis como México, con más de la mitad de su población en pobreza, siete millones de jóvenes sin trabajo ni educación superior, un campo abandonado y la tasa de desempleo creciendo, además de tener los índices de corrupción más altos del mundo y con un gobierno ineficaz, el crimen organizado avance e incluso sea una opción para muchos.
Hace dos años el director de la oficina de narcotráfico internacional del Departamento de Estado, David T. Jonson, dijo ante un subcomité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos que 450 mil mexicanos participaban directamente en el narcotráfico. Es decir que casi medio millón de mexicanos habían encontrado en esta actividad una forma de vida.
Este número apenas refleja a los millones de mexicanos involucrados en otras actividades del crimen organizado, que en México han encontrado un terreno fértil para crecer de manera impresionante sin que una sola autoridad o gobierno tenga la claridad suficiente para ver las raíces profundas de un problema que tardará mucho tiempo en resolverse.
El reto del combate a este gran negocio ilegal y global será el más importante para los candidatos presidenciales en la contienda del año entrante.
Hasta ahora ninguno ha planteado un plan integral e incluso todos han considerado mantener al Ejército al frente, lo que significa que la cuota de sangre social se mantendrá, la violencia no cederá en los próximos años y las ganancias crecerán para el crimen organizado.
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