Alberto Aziz Nassif / El Universal
El manifestante (The protester), así en general, fue considerado el personaje del año por la revista Time. Desde diversas geografías y culturas, la protesta social fue sin duda el tema más visible de este año que se acerca a su fin. Las causas que alimentaron la protesta fueron las dictaduras en Túnez y Egipto, así como en Libia y Yemen y produjeron la primavera árabe. La crisis, el desempleo y el recorte del bienestar en Grecia, España, Inglaterra, Estados Unidos e Israel, dieron vigencia al movimiento de los indignados. La crisis del sistema educativo en Chile recordó que hay razones profundas para el descontento de los jóvenes. La violencia, los más de 60 mil muertos y las víctimas de una guerra en contra del crimen fueron en México la razón para la aparición del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. En 2011 una certeza cruzó los movimientos sociales que se han levantado: sobran las razones para indignarse ante la crisis económica, el desempleo, la violencia y la tiranía.
Un capitalismo poco regulado, un sistema financiero que ha crecido de forma exponencial por encima de la economía productiva y el malestar por una crisis que ha recortado el bienestar y ha cancelado el empleo para millones de jóvenes, son razones que han llevado a los indignados de Madrid, a los Ocupa Wall Street a plantarse en los espacios públicos. La otra vertiente, la primavera árabe, ha empezado a demoler las tiranías de décadas. Estos países comenzaron este año un largo recorrido en la búsqueda de un sistema democrático; será un proceso lleno de amenazas como el fundamentalismo, las tentaciones militares y la complicada construcción de instituciones que tutelen derechos y libertades. Como dice Tahar Ben Jelloun: “Tarde o temprano llega un momento en que el hombre humillado se niega a vivir de rodillas, exige libertad y dignidad, incluso arriesgando su vida”.
En México, el Movimiento por la Paz ha sido la mejor expresión para visibilizar la tragedia que azota al país. Sin duda, es el personaje del año en el país. El cómputo reciente de la revista de Tijuana Zeta calcula la cifra de muertos en 60 mil 420, más los que se han acumulado en estos días. A esta cifra hay que añadir desaparecidos y desplazados. Uno de los rasgos más preocupantes de estas cifras es que hay 46% que se ha clasificado como “sin datos”, es decir, no se sabe quiénes son. La inercia de la guerra sigue y todos los días cobra nuevas víctimas como los casos recientes de Nepomuceno Moreno y Trinidad de la Cruz.
Hace unos días en Chilpancingo vimos un caso terrible en donde perdieron la vida dos estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa en Guerrero. Dos jóvenes campesinos que reclamaban mejores condiciones para su escuela fueron abatidos por la fuerza pública; también está muy grave un empleado de una gasolinera que fue incendiada. Sumado a este panorama han seguido las amenazas a los defensores de derechos humanos, como el reciente caso de la chihuahuense Norma Andrade o la desaparición de los ecologistas Eva Alarcón y Marcial Bautista, también en el Estado de Guerrero. Todas estas imágenes nos hablan de un país en donde la violencia crece y provoca muertes. Dice Javier Sicilia que tenernos una ausencia de Estado con capacidad de tutelar los derechos y ciudadanos, y tiene razón.
Muchas veces uno se pregunta porqué no hay más protestas en México. Porqué no crece la indignación.
Estamos rodeados de motivos que pueden encender la protesta. Las noticias al final de este año 2011 no son buenas, la pobreza volvió a crecer, porque con cada resbalón económico, interno o externo, la situación de vulnerabilidad en la que viven millones de mexicanos los lleva a caer de nuevo en situaciones de pobreza extrema. La política de ayuda social y programas contra la pobreza sólo administran la marginalidad, pero no la resuelven. También se incrementó la desigualdad. En los últimos cuatro sexenios se puede observar que hay una continuidad según el coeficiente de Gini. Estos incrementos de la pobreza y la desigualdad son una expresión de que la democracia no ha logrado revertir estas variables. Para cerrar con broche de oro, en estos días nos enteramos de los excesos de una clase política que se comporta como privilegiada, con aguinaldos de cientos de miles de pesos, con partidos políticos que cada día tienen más dinero público para sus gastos y campañas. Si a este panorama le agregamos la debilidad del Estado de derecho, la violencia y la impunidad que abunda, se puede tener un panorama de fin de año poco optimista, en donde como dice Sabina “sobran los motivos” para la protesta.
Fue muy acertado que la revista Times ubicara al manifestante como el personaje del año, sobraron los motivos para tomar la calle en este 2011…
El manifestante (The protester), así en general, fue considerado el personaje del año por la revista Time. Desde diversas geografías y culturas, la protesta social fue sin duda el tema más visible de este año que se acerca a su fin. Las causas que alimentaron la protesta fueron las dictaduras en Túnez y Egipto, así como en Libia y Yemen y produjeron la primavera árabe. La crisis, el desempleo y el recorte del bienestar en Grecia, España, Inglaterra, Estados Unidos e Israel, dieron vigencia al movimiento de los indignados. La crisis del sistema educativo en Chile recordó que hay razones profundas para el descontento de los jóvenes. La violencia, los más de 60 mil muertos y las víctimas de una guerra en contra del crimen fueron en México la razón para la aparición del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. En 2011 una certeza cruzó los movimientos sociales que se han levantado: sobran las razones para indignarse ante la crisis económica, el desempleo, la violencia y la tiranía.
Un capitalismo poco regulado, un sistema financiero que ha crecido de forma exponencial por encima de la economía productiva y el malestar por una crisis que ha recortado el bienestar y ha cancelado el empleo para millones de jóvenes, son razones que han llevado a los indignados de Madrid, a los Ocupa Wall Street a plantarse en los espacios públicos. La otra vertiente, la primavera árabe, ha empezado a demoler las tiranías de décadas. Estos países comenzaron este año un largo recorrido en la búsqueda de un sistema democrático; será un proceso lleno de amenazas como el fundamentalismo, las tentaciones militares y la complicada construcción de instituciones que tutelen derechos y libertades. Como dice Tahar Ben Jelloun: “Tarde o temprano llega un momento en que el hombre humillado se niega a vivir de rodillas, exige libertad y dignidad, incluso arriesgando su vida”.
En México, el Movimiento por la Paz ha sido la mejor expresión para visibilizar la tragedia que azota al país. Sin duda, es el personaje del año en el país. El cómputo reciente de la revista de Tijuana Zeta calcula la cifra de muertos en 60 mil 420, más los que se han acumulado en estos días. A esta cifra hay que añadir desaparecidos y desplazados. Uno de los rasgos más preocupantes de estas cifras es que hay 46% que se ha clasificado como “sin datos”, es decir, no se sabe quiénes son. La inercia de la guerra sigue y todos los días cobra nuevas víctimas como los casos recientes de Nepomuceno Moreno y Trinidad de la Cruz.
Hace unos días en Chilpancingo vimos un caso terrible en donde perdieron la vida dos estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa en Guerrero. Dos jóvenes campesinos que reclamaban mejores condiciones para su escuela fueron abatidos por la fuerza pública; también está muy grave un empleado de una gasolinera que fue incendiada. Sumado a este panorama han seguido las amenazas a los defensores de derechos humanos, como el reciente caso de la chihuahuense Norma Andrade o la desaparición de los ecologistas Eva Alarcón y Marcial Bautista, también en el Estado de Guerrero. Todas estas imágenes nos hablan de un país en donde la violencia crece y provoca muertes. Dice Javier Sicilia que tenernos una ausencia de Estado con capacidad de tutelar los derechos y ciudadanos, y tiene razón.
Muchas veces uno se pregunta porqué no hay más protestas en México. Porqué no crece la indignación.
Estamos rodeados de motivos que pueden encender la protesta. Las noticias al final de este año 2011 no son buenas, la pobreza volvió a crecer, porque con cada resbalón económico, interno o externo, la situación de vulnerabilidad en la que viven millones de mexicanos los lleva a caer de nuevo en situaciones de pobreza extrema. La política de ayuda social y programas contra la pobreza sólo administran la marginalidad, pero no la resuelven. También se incrementó la desigualdad. En los últimos cuatro sexenios se puede observar que hay una continuidad según el coeficiente de Gini. Estos incrementos de la pobreza y la desigualdad son una expresión de que la democracia no ha logrado revertir estas variables. Para cerrar con broche de oro, en estos días nos enteramos de los excesos de una clase política que se comporta como privilegiada, con aguinaldos de cientos de miles de pesos, con partidos políticos que cada día tienen más dinero público para sus gastos y campañas. Si a este panorama le agregamos la debilidad del Estado de derecho, la violencia y la impunidad que abunda, se puede tener un panorama de fin de año poco optimista, en donde como dice Sabina “sobran los motivos” para la protesta.
Fue muy acertado que la revista Times ubicara al manifestante como el personaje del año, sobraron los motivos para tomar la calle en este 2011…
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