viernes, 23 de diciembre de 2011

MÁS DE UN SIGLO EN EL PARQUÉ

| El País

Es muy probable que su nombre no le suene. Irving Kahn es el analista financiero más veterano de Wall Street, y quizás hasta del mundo. Acaba de cumplir 106 años, y desde hace 83 se dedica al competitivo y voraz negocio de la banca de inversión. En 1978 fundó una pequeña firma financiera familiar, Kahn Brothers. Su consejo es ser pacientes en los tiempos difíciles.

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Kahn era un novato cuando la Gran Depresión empezó a enseñar sus garras. Y la experiencia acumulada durante ocho décadas le permitió capear la Gran Recesión. El día que entró en el club de los centenarios dio el campanazo de salida en Wall Street. Han cambiado mucho las cosas en el corazón del capitalismo, comenta. Entonces, era más un mundo para ricos -él no lo era.
Lo sigue siendo, a pesar de que esté abierto a cualquier tipo de inversor. Aunque trabaja todos los días, la clave de su longevidad, dice su hijo, admite que no presta atención a los movimientos constantes de la Bolsa. No es por su edad, si no porque se concentrar en las compañías que tiene en su cartera de inversión. Por eso no extraña que su ídolo sea Benjamin Graham, como Warren Buffett.

Buffett

Kahn, Graham y Buffett siguen, de hecho, el mismo principio de "cautela" e "inversión defensiva". De hecho, cree que Wall Street no es justa con el valor de las empresas cotizadas. Y en lugar de dejarse llevar por las voces que dominan el parqué, su estrategia se dirige a estudiar los números de las compañías y apostar por las que tienen los fundamentales más sólidos.
No parece preocuparle mucho lo que pasa en Europa, ni que eso pueda llevar a EE UU a una recaída en la recesión. Como muchos entre los de su estirpe, dice hay muchas oportunidades ahí fuera. Es lo que consiguió en 1939, cuando la Gran Recesión daba los últimos coletazos. Con lo que ganó, compró una casa en los suburbios y dejó la vivienda pública en la que vivía con su mujer y sus dos hijos.
Se siente afortunado por haber nacido en 1905, porque eso le permitió tener acceso a las nuevas tecnologías que estaban emergiendo. Se refiere a la radio y de la televisión. Ahora tiene una terminal de Bloomberg sobre el escritorio en su despacho. Y en el bolsillo lleva un teléfono móvil, que dice que no usa, con una nota pegada en el reverso con el número. La tecnología, dice, no siempre es útil.

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