JOSÉ MANUEL CALVO / EL PAÍS
A Sebastián Edwards (Santiago de Chile, 1953), economista de relevancia internacional, consultor, escritor de novelas de éxito y profesor de la Universidad de California, le preocupa más la política que la economía. El antiguo economista jefe del Banco Mundial para América Latina, que participó hace diez días en la jornada Chile, puerta de América organizada por EL PAÍS con el BBVA en Santiago, cree que lo que ocurra en 2012 "va a depender de la capacidad política, en Europa y en Estados Unidos, para combinar lo que se necesita hacer en el corto y en el largo plazo", pero dice que "los políticos tienen dificultades con esta visión bifocal".
Pregunta. La crisis de liderazgo es global, como la económica.
Respuesta. Sí. Tenemos a líderes narcisistas -y pienso en Sarkozy-, o temerosos -y pienso en la señora Merkel-, o un poco distantes, como Obama. Estamos en una situación en la que hay que arremangarse y ponerse a trabajar, y no lo estamos viendo.
P. Desde California, ¿cómo se ve el panorama económico? Primero Estados Unidos. ¿Qué problemas destaca?
R. Estados Unidos no está tan mal como parecía, pero tiene aún un problema muy serio y es que el sector inmobiliario sigue siendo un lastre enorme para la economía. Eso se ha traducido en propiedades con un valor de mercado por debajo de la deuda, con una consecuencia que se ha comentado muy poco, y es que la migración interna está en su nivel más bajo desde 1945. La fortaleza de Estados Unidos como economía flexible era que las familias migraban en busca de trabajo de Estado a Estado: estaba en las películas, en las novelas, en Steinbeck, y eso ya no sucede porque no pueden vender su casa. Al no hacerlo, no migran, y tenemos Estados como las Dakotas, Minnesota y otros con demanda de mano de obra, pero las familias no migran hacia allá. Está además la incapacidad política, especialmente por la tozudez de los republicanos, que impide hacer aquello con lo que todos los economistas sensatos estamos de acuerdo, que es recortar los gastos a largo plazo, especialmente a través de la reforma de las pensiones y del sistema de salud, y al tiempo hacer una nueva inyección fiscal a corto plazo para fomentar la demanda agregada.
P.China, o Asia, preocupa por la probable ralentización en el crecimiento y, por tanto, en la demanda de materias primas...
R.La pregunta es interesante, porque amplía China a Asia: estamos viendo, en Asia, un realineamiento muy interesante. Vietnam empieza a ser, en términos de productor y exportador de manufacturas, lo que era China hace quince años. Y si uno mira Asia en conjunto, es cierto que los costes de mano de obra en China empiezan a crecer por la combinación de reivindicaciones sociales, de presión moral... ,pero empiezan a subir Vietnam, Tailandia y otros. Asia va bien: China se va a desacelerar un poco, pero tenemos la esperanza de que va a haber un desplazamiento de las exportaciones como principal componente del crecimiento a una mayor demanda interna. Todavía no sabemos si esto va a ser exitoso, pero mi última visita a Pekín y Shanghái, hace unas semanas, me indica que en este año que termina pueden conseguir este cambio y tener por tanto lo que los economistas llamamos un aterrizaje suave.
P. ¿Y Europa?
R. La situación de Europa es sorprendente. Hace casi que uno dude del darwinismo, porque lo que planteaba Darwin es que la necesidad de sobrevivir determina las acciones de los individuos y también de las instituciones. Y, en cierto modo, la zona del euro ha hecho lo posible por no sobrevivir. Desde un punto de vista técnico, el error de diseño del euro es conocido. Lo plantearon, lo planteamos, una serie de economistas anglosajones a fines de los noventa, y es que no puede haber unión monetaria sin unión fiscal. Además del error de diseño, el problema esencial es que el presidente Sarkozy y la canciller Merkel no dijeron la verdad cuando empezó la crisis: Grecia no es sostenible, no es viable, tiene que reestructurar la deuda. Si se hubiera reestructurado la deuda de Grecia hace 12, 18 meses, hoy tendríamos una zona euro fortalecida, creíble y sin los problemas que atraviesa.
P. ¿Y ahora, la solución?
R. La solución es hacer, dentro del Tratado, una verdadera unión fiscal, pero eso va a tomar mucho tiempo.
P. Y mientras, de solución definitiva en solución definitiva...
R. ...que es algo que no ayuda mucho. Yo creo que vamos a ver una situación muy compleja y mi predicción es que Europa va a entrar en una recesión. La verdadera pregunta es si va a ser posible evitar una reestructuración de la deuda italiana. Hoy en día, la situación se ve bastante complicada.
P. ¿Más que en España?
R. España tiene dos cuestiones, tres, a su favor. El punto de partida era mucho mejor, con una deuda soberana bastante controlada. Segundo, el Gobierno de Zapatero inició ciertas reformas, y aunque no sean idénticas a las que planea el Gobierno entrante, iban en la dirección correcta. Y tercero, en contraposición con Italia, este es un Gobierno democráticamente elegido, y eso le da una enorme ventaja sobre mi amigo Mario Monti, que, con toda su capacidad y sus méritos como economista, no ha sido electo. Me preocupa mucho más Italia que España.
P. Y Latinoamérica. Después de un decenio feliz, algunas señales de preocupación...
R. América Latina ha tenido una buena década porque hizo dos cosas. Una, se insertó muy bien en la economía global, aunque esa virtud es al tiempo una debilidad, porque depende de lo que suceda en el resto del mundo, y por tanto, la ilusión de que Latinoamérica puede seguir navegando con las velas desplegadas independientemente de la tormenta que viene en el resto del mundo es eso, una ilusión. Dos, los políticos latinoamericanos, tras casi un siglo de crisis, entendieron que el enemigo del pueblo es la inflación, que está, en general, controlada. Es el éxito de Lula en Brasil: sin inflación aparece el mercado del crédito; con crédito, las familias pueden comprar lavadoras, automóviles y casas. Y cuando 200 millones de brasileros quieren comprar televisores de plasma, es un mercado enorme, lo cual transforma a ese país en algo increíblemente atractivo para inversores extranjeros. Pero el problema de América Latina es que va a haber un efecto colateral de la crisis europea y no todos han hecho las reformas para ser suficientemente productivos. Chile lidera, pero tiene una serie de falencias y errores que se han traducido en las manifestaciones y el descontento que hemos visto. América Latina no puede dormirse en los laureles. Es el momento de seguir acelerando para mejorar la productividad, la calidad de la educación y las condiciones sociales de la distribución del ingreso, para mantener los equilibrios sociales.
P. ¿Qué hay que mirar en 2012?
R. 2012 es un año político y tenemos que mirar al liderazgo. Creo que hay dos etiquetas posibles. Una es El renacer de los liderazgos políticos: ese sería el buen escenario, uno en el que de pronto la señora Merkel y el presidente Sarkozy, e incluso el presidente Obama, tienen una epifanía simultánea y empiezan a liderar como deben hacerlo. Y la otra etiqueta es Un año horrible. De este año 2011, que ha sido como para olvidar, podríamos pasar, si las cosas marchan mal, a un año horrible. Espero que no sea así.
A Sebastián Edwards (Santiago de Chile, 1953), economista de relevancia internacional, consultor, escritor de novelas de éxito y profesor de la Universidad de California, le preocupa más la política que la economía. El antiguo economista jefe del Banco Mundial para América Latina, que participó hace diez días en la jornada Chile, puerta de América organizada por EL PAÍS con el BBVA en Santiago, cree que lo que ocurra en 2012 "va a depender de la capacidad política, en Europa y en Estados Unidos, para combinar lo que se necesita hacer en el corto y en el largo plazo", pero dice que "los políticos tienen dificultades con esta visión bifocal".
Pregunta. La crisis de liderazgo es global, como la económica.
Respuesta. Sí. Tenemos a líderes narcisistas -y pienso en Sarkozy-, o temerosos -y pienso en la señora Merkel-, o un poco distantes, como Obama. Estamos en una situación en la que hay que arremangarse y ponerse a trabajar, y no lo estamos viendo.
P. Desde California, ¿cómo se ve el panorama económico? Primero Estados Unidos. ¿Qué problemas destaca?
R. Estados Unidos no está tan mal como parecía, pero tiene aún un problema muy serio y es que el sector inmobiliario sigue siendo un lastre enorme para la economía. Eso se ha traducido en propiedades con un valor de mercado por debajo de la deuda, con una consecuencia que se ha comentado muy poco, y es que la migración interna está en su nivel más bajo desde 1945. La fortaleza de Estados Unidos como economía flexible era que las familias migraban en busca de trabajo de Estado a Estado: estaba en las películas, en las novelas, en Steinbeck, y eso ya no sucede porque no pueden vender su casa. Al no hacerlo, no migran, y tenemos Estados como las Dakotas, Minnesota y otros con demanda de mano de obra, pero las familias no migran hacia allá. Está además la incapacidad política, especialmente por la tozudez de los republicanos, que impide hacer aquello con lo que todos los economistas sensatos estamos de acuerdo, que es recortar los gastos a largo plazo, especialmente a través de la reforma de las pensiones y del sistema de salud, y al tiempo hacer una nueva inyección fiscal a corto plazo para fomentar la demanda agregada.
P.China, o Asia, preocupa por la probable ralentización en el crecimiento y, por tanto, en la demanda de materias primas...
R.La pregunta es interesante, porque amplía China a Asia: estamos viendo, en Asia, un realineamiento muy interesante. Vietnam empieza a ser, en términos de productor y exportador de manufacturas, lo que era China hace quince años. Y si uno mira Asia en conjunto, es cierto que los costes de mano de obra en China empiezan a crecer por la combinación de reivindicaciones sociales, de presión moral... ,pero empiezan a subir Vietnam, Tailandia y otros. Asia va bien: China se va a desacelerar un poco, pero tenemos la esperanza de que va a haber un desplazamiento de las exportaciones como principal componente del crecimiento a una mayor demanda interna. Todavía no sabemos si esto va a ser exitoso, pero mi última visita a Pekín y Shanghái, hace unas semanas, me indica que en este año que termina pueden conseguir este cambio y tener por tanto lo que los economistas llamamos un aterrizaje suave.
P. ¿Y Europa?
R. La situación de Europa es sorprendente. Hace casi que uno dude del darwinismo, porque lo que planteaba Darwin es que la necesidad de sobrevivir determina las acciones de los individuos y también de las instituciones. Y, en cierto modo, la zona del euro ha hecho lo posible por no sobrevivir. Desde un punto de vista técnico, el error de diseño del euro es conocido. Lo plantearon, lo planteamos, una serie de economistas anglosajones a fines de los noventa, y es que no puede haber unión monetaria sin unión fiscal. Además del error de diseño, el problema esencial es que el presidente Sarkozy y la canciller Merkel no dijeron la verdad cuando empezó la crisis: Grecia no es sostenible, no es viable, tiene que reestructurar la deuda. Si se hubiera reestructurado la deuda de Grecia hace 12, 18 meses, hoy tendríamos una zona euro fortalecida, creíble y sin los problemas que atraviesa.
P. ¿Y ahora, la solución?
R. La solución es hacer, dentro del Tratado, una verdadera unión fiscal, pero eso va a tomar mucho tiempo.
P. Y mientras, de solución definitiva en solución definitiva...
R. ...que es algo que no ayuda mucho. Yo creo que vamos a ver una situación muy compleja y mi predicción es que Europa va a entrar en una recesión. La verdadera pregunta es si va a ser posible evitar una reestructuración de la deuda italiana. Hoy en día, la situación se ve bastante complicada.
P. ¿Más que en España?
R. España tiene dos cuestiones, tres, a su favor. El punto de partida era mucho mejor, con una deuda soberana bastante controlada. Segundo, el Gobierno de Zapatero inició ciertas reformas, y aunque no sean idénticas a las que planea el Gobierno entrante, iban en la dirección correcta. Y tercero, en contraposición con Italia, este es un Gobierno democráticamente elegido, y eso le da una enorme ventaja sobre mi amigo Mario Monti, que, con toda su capacidad y sus méritos como economista, no ha sido electo. Me preocupa mucho más Italia que España.
P. Y Latinoamérica. Después de un decenio feliz, algunas señales de preocupación...
R. América Latina ha tenido una buena década porque hizo dos cosas. Una, se insertó muy bien en la economía global, aunque esa virtud es al tiempo una debilidad, porque depende de lo que suceda en el resto del mundo, y por tanto, la ilusión de que Latinoamérica puede seguir navegando con las velas desplegadas independientemente de la tormenta que viene en el resto del mundo es eso, una ilusión. Dos, los políticos latinoamericanos, tras casi un siglo de crisis, entendieron que el enemigo del pueblo es la inflación, que está, en general, controlada. Es el éxito de Lula en Brasil: sin inflación aparece el mercado del crédito; con crédito, las familias pueden comprar lavadoras, automóviles y casas. Y cuando 200 millones de brasileros quieren comprar televisores de plasma, es un mercado enorme, lo cual transforma a ese país en algo increíblemente atractivo para inversores extranjeros. Pero el problema de América Latina es que va a haber un efecto colateral de la crisis europea y no todos han hecho las reformas para ser suficientemente productivos. Chile lidera, pero tiene una serie de falencias y errores que se han traducido en las manifestaciones y el descontento que hemos visto. América Latina no puede dormirse en los laureles. Es el momento de seguir acelerando para mejorar la productividad, la calidad de la educación y las condiciones sociales de la distribución del ingreso, para mantener los equilibrios sociales.
P. ¿Qué hay que mirar en 2012?
R. 2012 es un año político y tenemos que mirar al liderazgo. Creo que hay dos etiquetas posibles. Una es El renacer de los liderazgos políticos: ese sería el buen escenario, uno en el que de pronto la señora Merkel y el presidente Sarkozy, e incluso el presidente Obama, tienen una epifanía simultánea y empiezan a liderar como deben hacerlo. Y la otra etiqueta es Un año horrible. De este año 2011, que ha sido como para olvidar, podríamos pasar, si las cosas marchan mal, a un año horrible. Espero que no sea así.
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