La cita ministerial se abre sin avances en la Ronda de Doha
A. BOLAÑOS / EL PAÍS
La conferencia ministerial que organiza cada dos años la Organización Mundial del Comercio (OMC) estaba señalada en rojo en el calendario de la moribunda Ronda de Doha. Los líderes de países avanzados y emergentes confiaban en que la reunión, que comenzó ayer en Ginebra (Suiza), serviría para desatascar unas negociaciones que empezaron hace 10 años con el objetivo de profundizar en la liberalización del comercio internacional. Pero la tarea se antoja casi imposible, más aún cuando la tensión entre China y Estados Unidos, dos de los actores principales en la trama, no hace sino crecer.
Apenas 24 horas antes del inicio de la cumbre comercial, Pekín anunció que va a elevar los aranceles a la importación de coches de alta gama fabricados en Estados Unidos. Buena parte de los vehículos de marca estadounidense que se venden en China se fabrican allí, con lo que la medida es, sobre todo, un gesto, otra muesca en la sucesión de pequeños conflictos que jalonan la relación entre ambos gigantes en los últimos meses.
Esta misma semana, un informe presentado por el Ejecutivo estadounidense en el Congreso recalcaba el parón en la apertura comercial del gigante asiático y denunciaba prácticas intervencionistas para preservar mercados copados por empresas estatales chinas. Y, en noviembre, el Senado impulsó una iniciativa legal, aún en trámite, que facultaría a la Administración de Barack Obama a tomar medidas proteccionistas frente a exportaciones que se aprovechan de una moneda artificialmente devaluada, una alusión nada velada al yuan.
Los rifirrafes entre China y Estados Unidos se dejaron sentir incluso en el acuerdo forjado ayer, justo antes del inicio de la conferencia, para ampliar el acceso internacional a concursos de licitación pública. El nuevo Acuerdo sobre Contratación Pública extiende las áreas en las que empresas extranjeras y nacionales concursarán en igual de condiciones, una ampliación que permitirá, según la OMC, elevar de 500.000 a 600.000 millones de euros el volumen de negocio anual cubierto por estas medidas liberalizadoras.
El matiz es que el pacto se circunscribe a la UE y otros 15 países, entre los que figuran Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, pero no China, que ha hecho tres propuestas para sumarse al pacto, todas rechazadas.
El modelo de pacto intergubernamental, que no se extiende a los 152 países de la OMC ni tampoco requiere el respaldo de todos los miembros, es visto con simpatía por grupos de presión empresariales en EE UU y Europa ante la parálisis de la negociación multilateral, simbolizado en la Ronda de Doha. "Hago hoy un llamamiento para defender los valores del multilateralismo para que los grandes actores ejerzan liderazgo y reúnan la valentía política para actuar juntos en una gran reforma", proclamó el director general de la OMC, Pascal Lamy, en un postrer intento por revivir el proceso.
La Ronda de Doha entró en un atolladero en 2008, cuando EE UU condicionó la eliminación de los subsidios al algodón a un amplio desarme arancelario en la industria de los países emergentes. India, en el otro extremo, exigía además que se permitiera proteger la producción de agricultores de regiones pobres ante súbitos repuntes de los precios internacionales de alimentos básicos.
Ante el punto muerto, Lamy propuso en junio desmembrar de la negociación el paquete de medidas que podrían beneficiar a los países más pobres (32 economías, el 1% del comercio internacional). Pero ni el argumento moral -las negociaciones de Doha fueron bautizadas como la Ronda de Desarrollo-, parece hacer mella. Sanya Smith, de la ONG Red del Tercer Mundo, recordaba ayer que no ha habido avances significativos ni en la eliminación de cuotas ni en la supresión de aranceles para las exportaciones de estos países.
Claves de la cumbre
- Último intento. El G-20 ha encomendado a los ministros de Comercio que apuren las posibilidades de revivir la Ronda de Doha, que dura ya 10 años. Si no hay avances, se abrirá el debate para cambiar el modelo de negociación.
- Cosecha 'temprana'. La OMC fía las escasas opciones de éxito a sacar adelante medidas para dar ventaja a exportaciones de los países más pobres.
- Pacto a 42. Mientras la Ronda de Doha sigue bloqueada, la UE y otros 15 países ampliaron ayer un pacto para liberalizar el acceso a contratos públicos.
- Adhesión de Rusia.
La última gran economía emergente que quedaba fuera de la Organización Mundial del Comercio formaliza hoy su incorporación.
A. BOLAÑOS / EL PAÍS
La conferencia ministerial que organiza cada dos años la Organización Mundial del Comercio (OMC) estaba señalada en rojo en el calendario de la moribunda Ronda de Doha. Los líderes de países avanzados y emergentes confiaban en que la reunión, que comenzó ayer en Ginebra (Suiza), serviría para desatascar unas negociaciones que empezaron hace 10 años con el objetivo de profundizar en la liberalización del comercio internacional. Pero la tarea se antoja casi imposible, más aún cuando la tensión entre China y Estados Unidos, dos de los actores principales en la trama, no hace sino crecer.
Apenas 24 horas antes del inicio de la cumbre comercial, Pekín anunció que va a elevar los aranceles a la importación de coches de alta gama fabricados en Estados Unidos. Buena parte de los vehículos de marca estadounidense que se venden en China se fabrican allí, con lo que la medida es, sobre todo, un gesto, otra muesca en la sucesión de pequeños conflictos que jalonan la relación entre ambos gigantes en los últimos meses.
Esta misma semana, un informe presentado por el Ejecutivo estadounidense en el Congreso recalcaba el parón en la apertura comercial del gigante asiático y denunciaba prácticas intervencionistas para preservar mercados copados por empresas estatales chinas. Y, en noviembre, el Senado impulsó una iniciativa legal, aún en trámite, que facultaría a la Administración de Barack Obama a tomar medidas proteccionistas frente a exportaciones que se aprovechan de una moneda artificialmente devaluada, una alusión nada velada al yuan.
Los rifirrafes entre China y Estados Unidos se dejaron sentir incluso en el acuerdo forjado ayer, justo antes del inicio de la conferencia, para ampliar el acceso internacional a concursos de licitación pública. El nuevo Acuerdo sobre Contratación Pública extiende las áreas en las que empresas extranjeras y nacionales concursarán en igual de condiciones, una ampliación que permitirá, según la OMC, elevar de 500.000 a 600.000 millones de euros el volumen de negocio anual cubierto por estas medidas liberalizadoras.
El matiz es que el pacto se circunscribe a la UE y otros 15 países, entre los que figuran Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, pero no China, que ha hecho tres propuestas para sumarse al pacto, todas rechazadas.
El modelo de pacto intergubernamental, que no se extiende a los 152 países de la OMC ni tampoco requiere el respaldo de todos los miembros, es visto con simpatía por grupos de presión empresariales en EE UU y Europa ante la parálisis de la negociación multilateral, simbolizado en la Ronda de Doha. "Hago hoy un llamamiento para defender los valores del multilateralismo para que los grandes actores ejerzan liderazgo y reúnan la valentía política para actuar juntos en una gran reforma", proclamó el director general de la OMC, Pascal Lamy, en un postrer intento por revivir el proceso.
La Ronda de Doha entró en un atolladero en 2008, cuando EE UU condicionó la eliminación de los subsidios al algodón a un amplio desarme arancelario en la industria de los países emergentes. India, en el otro extremo, exigía además que se permitiera proteger la producción de agricultores de regiones pobres ante súbitos repuntes de los precios internacionales de alimentos básicos.
Ante el punto muerto, Lamy propuso en junio desmembrar de la negociación el paquete de medidas que podrían beneficiar a los países más pobres (32 economías, el 1% del comercio internacional). Pero ni el argumento moral -las negociaciones de Doha fueron bautizadas como la Ronda de Desarrollo-, parece hacer mella. Sanya Smith, de la ONG Red del Tercer Mundo, recordaba ayer que no ha habido avances significativos ni en la eliminación de cuotas ni en la supresión de aranceles para las exportaciones de estos países.
Claves de la cumbre
- Último intento. El G-20 ha encomendado a los ministros de Comercio que apuren las posibilidades de revivir la Ronda de Doha, que dura ya 10 años. Si no hay avances, se abrirá el debate para cambiar el modelo de negociación.
- Cosecha 'temprana'. La OMC fía las escasas opciones de éxito a sacar adelante medidas para dar ventaja a exportaciones de los países más pobres.
- Pacto a 42. Mientras la Ronda de Doha sigue bloqueada, la UE y otros 15 países ampliaron ayer un pacto para liberalizar el acceso a contratos públicos.
- Adhesión de Rusia.
La última gran economía emergente que quedaba fuera de la Organización Mundial del Comercio formaliza hoy su incorporación.
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