Alejandro Gómez Tamez / El Financiero
Las leyes económicas no se pueden ignorar, y esto es algo que las autoridades del gobierno federal deben tener presente. Una de las máximas de la economía indica que las personas buscan maximizar su beneficio personal, lo que implica que si a una persona se le presentan dos productos similares en sus características, dicha persona elegirá al del precio más bajo. Claro que las personas pueden hacer cierta diferenciación por la marca o por el origen de la mercancía, pero la realidad es que para la mayoría de los productos, la gente optará por el más barato a la hora de comprar.
Este punto es fundamental, ya que significa que aunque el productor mexicano haga su mayor esfuerzo por producir un bien igualmente competitivo que los importados, si éstos últimos entran a México a un precio más bajo que los hechos en México, los consumidores generalmente optara por el bien que viene de fuera. Y aquí lo más lamentable es que el precio más bajo del producto importado en muchas ocasiones se debe a que por lo general le damos una ventaja que va por dos vías: vivir con un peso sobrevaluado la mayor parte del tiempo, lo que se traduce en importaciones baratas y exportaciones caras; y tener una autoridad fiscal que es omisa en cobrar correctamente los impuestos a la importación.
Así, de nada sirve que el productor nacional pueda producir un par de zapatos de excelente calidad en $270 pesos, si el producto importado de las mismas características cuesta $20 dólares y el tipo de cambio es de $12 pesos por dólar y dicho producto es falseado en su origen y precio, y además es clasificado inadecuadamente, de manera que paga menos impuestos para entrar al país que los que debería pagar. Veamos un ejemplo: supongamos que un par de zapatos producidos en China tienen un precio en frontera de $20 dólares, si el tipo de cambio es de $12 pesos por dólar, entonces dichos zapatos tendrían un costo en frontera de $240 pesos. Como ya se señaló, los zapatos son hechos en China, pero el importador falsea los datos y dice que dichos zapatos son de Malasia y que le costaron el equivalente a solamente $50 pesos (no los $240 reales), entonces este importador pagaría de impuestos nada más el 35% de $50 pesos, o sea $17.50 pesos. De esta manera el zapato estaría ya dentro de México en $257.50 pesos, cantidad más baja de lo que cuesta producirlo en México en nuestro ejemplo. Así, ¿Qué zapatos comprarán los consumidores nacionales? Pues los hechos en China que fueron importados ilegalmente.
¿Qué se puede hacer ante esta situación? Pues sin duda ajustar la política monetaria para que bajen las tasas de interés y así el tipo de cambio se ajuste al alza, además de tomar las medidas conducentes para evitar los problemas de triangulación y subvaluación de mercancías importadas. Supongamos el mismo ejemplo, pero ahora con un tipo de cambio de $14 pesos por dólar. Esto implica que el costo del zapato importado ya puesto en México sería de $280 pesos más impuestos a la importación. Si este zapato paga bien sus impuestos, pagaría al menos $98 pesos de tributo, por lo que su precio puesto en México sería de $378 pesos, y bajo este escenario el consumidor nacional compraría el zapato hecho en México, lo cual se traduciría en más producción y empleo para los mexicanos.
Alguien puede argumentar que es mejor que el dólar esté barato y que los productos importados no paguen impuestos; y pues desde el punto de vista del consumidor esto sin duda es benéfico. El problema es que si esto sucede se consumirían los productos importados por encima de los nacionales, lo que provocaría una pérdida de empleos en México (en favor de que se creen en otras naciones) y por lo tanto el desempleo sería más alto, lo que debilitaría al mercado interno, y entonces de nada servirá tener productos importados más baratos si en México no hay quien los consuma porque los consumidores perdieron su empleo por no consumir lo hecho nacionalmente.
Por lo anteriormente expuesto, México en la actualidad enfrenta un problema creciente, ya que si bien en los primeros nueve meses de 2011 registramos un déficit en la balanza comercial total de apenas $474.9 millones de dólares, el desequilibrio con China es creciente y literalmente se come los buenos resultados que tenemos en nuestro comercio con los Estados Unidos.
Tan sólo en los primeros nueve meses de 2011, exportamos a China productos por $4 mil 242 millones de dólares, pero el problema es que importamos de China bienes y servicios por $37 mil 844 millones de dólares, lo que provocó que en nada más en el periodo de enero a septiembre de 2011 tuviéramos un déficit comercial con dicha nación asiática de -33 mil 601 millones de dólares. Este es un déficit 12.4 por ciento más alto que el observado con China en los mismos nueve meses del año 2010.
Y pues de alguna manera este exceso de importaciones es la razón por la que en México solamente se crearon 726 mil 688 empleos registrados ante el IMSS en los primeros diez meses de 2011 (de los cuales sólo 216 mil 747 fueron en la industria de la transformación), mientras que en China en los primeros nueve meses de este año crearon casi 10 millones de empleos. Y ante estos datos, alguien pudiera pensar que está muy bien que en México se hayan creado 726 mil empleos en diez meses, pero aquí hay que apuntar que muchos de estos empleos precisamente se está creando en el sector comercial (importador), lo que eventualmente mermará aún más la capacidad de crear empleos en la industria de la transformación en el mediano plazo. Es decir, se crean empleos en el comercio por la actividad importadora y eventualmente dichas importaciones desplazaran la producción nacional haciendo que se pierdan empleos en el sector manufacturero.
Y habría que apuntar que dentro del sector manufacturero hay a quienes les va mejor que a otros. Veamos el caso de la industria automotriz, la cual crece de manera importante y es orgullo nacional. En México los carros son más caros que en otras partes del mundo como en Estados Unidos porque hay gran protección arancelaria hacía este sector. ¿Cuál es el resultado? Una industria que va muy bien y crea empleos. Contrariamente, al grueso de la planta productiva, soportada en micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) el gobierno federal la pone a competir sin mayor protección que compense las enormes diferencias en costo país que tiene México, y es por esto que en este tipo de empresas la creación de empleos es muy limitada en el sector manufacturero.
Es importante hacer énfasis en la forma en que se crean empleos en el sector comercio a costa de los empleos en el sector manufacturero. Y para muestra de lo anterior basta un botón, ¿Quiénes fueron los grandes ganadores del “Buen Fin”? Sin duda las grandes cadenas comerciales que vendieron a crédito una enorme cantidad de productos importados; y desde luego que el sector financiero que vio aumentada su cartera de crédito en su segmento de mercado más rentable que es el de las tarjetas de crédito. ¿Cuál será el resultado de todo esto? Pues más empleo en las grandes cadenas comerciales. ¿Habrá más empleo en la fábrica mexicana promedio de lo que ustedes gusten? Probablemente no, ya que esas fábricas pequeñas no tienen acceso a vender a las grandes cadenas comerciales.
¿Y cuál ha sido el resultado de estas políticas que sólo buscan beneficiar a los importadores con la excusa de que es “beneficio” para el consumidor? La respuesta es más pobreza. Y para sustentar lo anterior, tenemos que de acuerdo a un estudio de con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), organismo de la ONU, México y Honduras se convirtieron en los dos únicos países de América Latina y el Caribe en que aumentaron la pobreza y la indigencia entre su población en el último año. Así, de acuerdo con la Cepal, el universo de personas que vivían en pobreza en México en 2009 equivalía a 34.8 por ciento del total de los habitantes del país; y para el año 2010 el porcentaje se elevó a 36.3 por ciento del total de los habitantes del país, siendo que de acuerdo a cifras oficiales en dicho año ya habíamos logrado remontar la crisis en términos del Producto Interno Bruto en términos reales.Lo anterior es muy lamentable, ya que más allá del problema humano que representa padecer condiciones de pobreza, subsiste un problema mayor, ya que una nación pobre es una que tiene un mercado interno debilitado; y por lo tanto se vuelve mucho más dependiente de los mercados externos, como es el caso de México, ya que no hay un consumo nacional que sea motor de crecimiento. Así que, por donde se le quiera ver el “modelito” económico de México ha fracasado por apostarle al comercio y no a la industria.
Y comentábamos en los pasados editoriales que la crisis de deuda europea y los problemas de déficit de Estados Unidos habían provocado un ajuste al alza en el tipo de cambio, y que por lo tanto los industriales del país recibirían un impulso ya que un dólar caro limita las importaciones. Pero lamentablemente, antes de que los industriales pudieran cosechar los frutos del ajuste al alza en el tipo de cambio el Banco de México salió esta semana a anunciar que subastará hasta $400 millones de dólares diarios a un tipo de cambio 2 por ciento por encima de la cotización de cierre del día previo. Lo anterior, aunado al anuncio de mayor liquidez por parte de los bancos centrales de Europa y de Estados Unidos, provocó que el tipo de cambio bajara de $14.2525 pesos por dólar el 25 de noviembre a los actuales $13.6194, lo que implica una disminución en el precio del dólar de 4.44 por ciento en menos de una semana. Y pues ante este ajuste que hará que baje el precio de los productos importados, pues no está de más también comentar que resulta una “gran casualidad” que el Banxico tome medidas para fortalecer al peso a escasos días de que terminen las Medidas de Transición (aranceles compensatorios) vigentes en 16 sectores de actividad económica en contra de las importaciones de China.
Así, nuevamente el Banxico nos da una muestra de que no le interesan los empleos, sólo cuidar la inflación, y que para cumplir su objetivo está dispuesto a hacer lo que sea necesario, sin importarle en lo más mínimo los empleos y la planta productiva nacional. De esta manera el Banxico se suma a quienes apoyan la creación de empleos en China y no en México, ya que un dólar barato es lo que provoca.
A manera de conclusión no queda más que exigir a las autoridades que simplemente vean a que naciones les está yendo bien y repliquen las políticas acertadas que han implementado. En México el modelo de “favorecer” al consumidor con un dólar barato (manipulando el tipo de cambio con una política monetaria restrictiva) aunado a una disminución arancelaria unilateral que exacerba los mayores costos país que tiene México, ha sido agotado. Hay que aprender de otras naciones, y es no es mucho pedir cuando la pobreza en este país no deja de aumentar.
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