Mientras tanto, los países toman medidas orientadas a resolver lo que los aleja de los equilibrios acordados y deseables.
Jesús Alberto Cano Vélez / Excelsior
La noticia que nos llega de ultramar es que la cosa se está poniendo color de hormiga en Europa, y, mientras tanto, el gobierno mexicano trabaja en el diseño de un plan de respuesta para proteger nuestra economía.
Evidentemente, la respuesta a un problema, de tipo catarrito, no le va a servir a México ante la dimensión de la tormenta que se gesta y los contagios que nos pueden llegar. Necesitamos un mayor esfuerzo, liderado por el Estado mexicano y coordinado con los sectores productivos del país. Y aun con eso, la protección difícilmente podrá ser suficiente.
Veamos cómo viene la amenaza:
Recordemos que hace dos semanas el liderazgo conjunto europeo (Angela Merkel y Nicolas Sarkozy) parecía que iba a tranquilizar los ánimos de los mercados financieros del mundo, con respecto a la solución de los resultados acumulados de sus finanzas públicas y sus elevados deudos gubernamentales. Y al parecer no les satisfizo del todo.
Esa propuesta de la Canciller de Alemania y el Presidente de Francia se centraba en establecer límites muy reducidos en los manejos de las finanzas públicas, para que el déficit fiscal ya no ocurriera entre los países de la Comunidad Europea (CE).
La respuesta del Reino Unido fue que lo iba a pensar. Evidentemente no estaba del todo convencido de que fuera la ruta a seguir.
El cuidadoso Banco de México, entidad profesional, no dada a exagerar, sino acaso algo, tiende a apoyar las políticas gubernamentales y a suavizar los miedos especulativos, habló el jueves pasado de un “riesgo de catástrofe para 2012” y la Concamín (Confederación de cámaras industriales), preveía una desaceleración en nuestra economía, con sus impactos negativos en la inversión, crecimiento y el empleo.
De hecho, la economía mexicana ya registró una desaceleración en lo que va de este año; ya la habíamos calculado y —siento yo— no representa una nueva presión de deterioro.
Mientras tanto, los países toman medidas orientadas a resolver lo que los aleja de los equilibrios acordados y deseables. Italia, por ejemplo, está en camino de aprobar, en su Parlamento fuertes recortes al gasto. Su plan de austeridad incluye disminuir gastos relacionados con sus jubilados.
El severo plan italiano incluye también diez mil millones de euros en inversiones para impulsar el crecimiento y compensar los efectos recesivos de las medidas para retornar el equilibrio fiscal.
Lo mismo hizo ya España, al tomar medidas preventivas para evitar que estallara la economía en una etapa de crisis abierta, y ha quedado pendiente conocer las acciones del nuevo gobierno con medidas de mayor fondo.
Pero también habrá que ver lo que suceda en el resto de Europa. Los desequilibrios fiscales llegaron a tal grado en Portugal e Irlanda, que el Consejo de Europa ha sugerido que pongan su casa en orden. Están también atentos a las medidas adicionales que tome el Reino Unido.
Todas esas acciones, aún pendientes, son las que tienen nerviosos a los mercados financieros del mundo.
(*) Presidente de El Colegio Nacional de Economistas
Jesús Alberto Cano Vélez / Excelsior
La noticia que nos llega de ultramar es que la cosa se está poniendo color de hormiga en Europa, y, mientras tanto, el gobierno mexicano trabaja en el diseño de un plan de respuesta para proteger nuestra economía.
Evidentemente, la respuesta a un problema, de tipo catarrito, no le va a servir a México ante la dimensión de la tormenta que se gesta y los contagios que nos pueden llegar. Necesitamos un mayor esfuerzo, liderado por el Estado mexicano y coordinado con los sectores productivos del país. Y aun con eso, la protección difícilmente podrá ser suficiente.
Veamos cómo viene la amenaza:
Recordemos que hace dos semanas el liderazgo conjunto europeo (Angela Merkel y Nicolas Sarkozy) parecía que iba a tranquilizar los ánimos de los mercados financieros del mundo, con respecto a la solución de los resultados acumulados de sus finanzas públicas y sus elevados deudos gubernamentales. Y al parecer no les satisfizo del todo.
Esa propuesta de la Canciller de Alemania y el Presidente de Francia se centraba en establecer límites muy reducidos en los manejos de las finanzas públicas, para que el déficit fiscal ya no ocurriera entre los países de la Comunidad Europea (CE).
La respuesta del Reino Unido fue que lo iba a pensar. Evidentemente no estaba del todo convencido de que fuera la ruta a seguir.
El cuidadoso Banco de México, entidad profesional, no dada a exagerar, sino acaso algo, tiende a apoyar las políticas gubernamentales y a suavizar los miedos especulativos, habló el jueves pasado de un “riesgo de catástrofe para 2012” y la Concamín (Confederación de cámaras industriales), preveía una desaceleración en nuestra economía, con sus impactos negativos en la inversión, crecimiento y el empleo.
De hecho, la economía mexicana ya registró una desaceleración en lo que va de este año; ya la habíamos calculado y —siento yo— no representa una nueva presión de deterioro.
Mientras tanto, los países toman medidas orientadas a resolver lo que los aleja de los equilibrios acordados y deseables. Italia, por ejemplo, está en camino de aprobar, en su Parlamento fuertes recortes al gasto. Su plan de austeridad incluye disminuir gastos relacionados con sus jubilados.
El severo plan italiano incluye también diez mil millones de euros en inversiones para impulsar el crecimiento y compensar los efectos recesivos de las medidas para retornar el equilibrio fiscal.
Lo mismo hizo ya España, al tomar medidas preventivas para evitar que estallara la economía en una etapa de crisis abierta, y ha quedado pendiente conocer las acciones del nuevo gobierno con medidas de mayor fondo.
Pero también habrá que ver lo que suceda en el resto de Europa. Los desequilibrios fiscales llegaron a tal grado en Portugal e Irlanda, que el Consejo de Europa ha sugerido que pongan su casa en orden. Están también atentos a las medidas adicionales que tome el Reino Unido.
Todas esas acciones, aún pendientes, son las que tienen nerviosos a los mercados financieros del mundo.
(*) Presidente de El Colegio Nacional de Economistas
No hay comentarios:
Publicar un comentario