José Antonio Crespo / El Universal
Falta mucho para la elección presidencial. Muchas cosas pueden pasar. Por lo mismo, son útiles los escenarios que se construyen a partir de las variables hoy conocidas. Cada uno de ellos tiene distintas probabilidades de cumplirse, además de que nuevos acontecimientos imponderables, pueden dar pie a nuevos escenarios y desechar algunos de los que se configuran. Pero nada se pierde con el ejercicio de construir escenarios, que ayudan a orientar por dónde pueden ir las cosas. A) Para empezar, una variable que puede considerarse como constante, por su elevadísima probabilidad de cumplirse, es que el candidato del PRI será Enrique Peña Nieto. Ese es el escenario más probable, pues al parecer Manlio Fabio Beltrones, que sigue en la contienda, negociará posiciones para él y los suyos a cambio de apoyar plenamente a Peña Nieto. Si no lo ha hecho, es porque le conviene elevar todavía los costos de su adhesión. El PRI seguramente llegará con una unidad que no tuvo en 2006, y que superará la de sus rivales en 2012.
B) Ante ese escenario priista, surgen otros a partir de quienes serán los candidatos de los demás partidos, y cómo serán designados (con o sin fricciones o rupturas). Un escenario que se manejó ampliamente fue el de la coalición PAN–PRD, con Marcelo Ebrard o Juan Ramón de la Fuente a la cabeza. En tal caso, las cosas se le pondrían difíciles al PRI, pues todo el voto antiPRI (que según las encuestas es todavía mayoritario) podría congregarse en torno a esta coalición. La variable, sumamente probable, sería que Andrés Manuel López Obrador no apoyaría dicha alianza sino que iría por su lado, postulado por el PT y el Partido del "Movimiento Ciudadamlo". Eso haría más difíciles las cosas a la coalición PAN-PRD, pero aún así su abanderado podría ser competitivo frente al PRI (pongamos 45 puntos al PRI, 40 a la coalición, y 15 puntos al PT – Movimiento Ciudadamlo). Este escenario es bastante improbable ahora, pues si algo ganó López Obrador en el Estado de México, fue dinamitar esa opción.
C) Un escenario más probable es que el PAN y la izquierda vayan cada uno por su lado, lo que facilitaría el triunfo del PRI. La incógnita pendiente sería cuál de los dos queda en segundo y cuál en tercer lugar. Una posibilidad es con López Obrador como candidato de la izquierda unida (sin rupturas). Entonces dependerá de a quién designe el PAN; si lo hace con un candidato anticlimático, del tipo Ernesto Cordero, el PAN podría irse al tercer lugar. En cambio, con un abanderado de mayor atractivo relativo (tipo Josefina Vázquez), podría asegurar un segundo lugar, enviando a López Obrador al tercer sitio. Pero dado el fiasco que han representado los dos gobiernos panistas, aún si Josefina recibiera un monto de voto útil antiPRI, le sería difícil acercarse a la aplanadora tricolor. Una variante de este escenario – menos probable - es que López Obrador consiga posicionarse en segundo lugar (aun frente a Josefina) en cuyo caso también le sería difícil competir frente a Peña Nieto, por sus límites de crecimiento.
D) Finalmente queda el escenario en el cual Marcelo Ebrard aparece como candidato. Una variante sería con una ruptura de por medio, donde la izquierda iría con dos candidatos; Ebrard por el PRD y López Obrador por la coalición PT - Movimiento Ciudadamlo. Entonces el desastre para la izquierda sería total, al grado incluso de perder la capital (que de cualquier manera está en vilo). Sin embargo, es poco probable que Marcelo quiera romper pese al agandalle de López Obrador. Nada ganaría, y en cambio podría negociar cosas importantes para los suyos. Y la última variante en estos escenarios es que Ebrard aparezca como candidato único de la izquierda previo respaldo de López Obrador al reconocerlo como más competitivo. Este es el mejor escenario para la izquierda, y el peor para el PRI, pues Marcelo tiene mucho más potencial de crecimiento, se ubicaría con mayor facilidad en segundo lugar y podría atraer un nutrido voto útil anti priista, al grado de incluso resultar competitivo con Peña Nieto. Pero es también escenario el menos probable, pues resulta difícil imaginar a López Obrador mostrando tal altura de miras a favor de un proyecto de izquierda ganador. Sólo que él se considera el único capaz de combatir a la "Mafia del poder"; todos los demás son parte, lacayos o colaboracionistas de esa mafia. Por ello, si se concreta el triunfo del priista (escenario más que probable) habrá contado con la invaluable ayuda de López Obrador.
Falta mucho para la elección presidencial. Muchas cosas pueden pasar. Por lo mismo, son útiles los escenarios que se construyen a partir de las variables hoy conocidas. Cada uno de ellos tiene distintas probabilidades de cumplirse, además de que nuevos acontecimientos imponderables, pueden dar pie a nuevos escenarios y desechar algunos de los que se configuran. Pero nada se pierde con el ejercicio de construir escenarios, que ayudan a orientar por dónde pueden ir las cosas. A) Para empezar, una variable que puede considerarse como constante, por su elevadísima probabilidad de cumplirse, es que el candidato del PRI será Enrique Peña Nieto. Ese es el escenario más probable, pues al parecer Manlio Fabio Beltrones, que sigue en la contienda, negociará posiciones para él y los suyos a cambio de apoyar plenamente a Peña Nieto. Si no lo ha hecho, es porque le conviene elevar todavía los costos de su adhesión. El PRI seguramente llegará con una unidad que no tuvo en 2006, y que superará la de sus rivales en 2012.
B) Ante ese escenario priista, surgen otros a partir de quienes serán los candidatos de los demás partidos, y cómo serán designados (con o sin fricciones o rupturas). Un escenario que se manejó ampliamente fue el de la coalición PAN–PRD, con Marcelo Ebrard o Juan Ramón de la Fuente a la cabeza. En tal caso, las cosas se le pondrían difíciles al PRI, pues todo el voto antiPRI (que según las encuestas es todavía mayoritario) podría congregarse en torno a esta coalición. La variable, sumamente probable, sería que Andrés Manuel López Obrador no apoyaría dicha alianza sino que iría por su lado, postulado por el PT y el Partido del "Movimiento Ciudadamlo". Eso haría más difíciles las cosas a la coalición PAN-PRD, pero aún así su abanderado podría ser competitivo frente al PRI (pongamos 45 puntos al PRI, 40 a la coalición, y 15 puntos al PT – Movimiento Ciudadamlo). Este escenario es bastante improbable ahora, pues si algo ganó López Obrador en el Estado de México, fue dinamitar esa opción.
C) Un escenario más probable es que el PAN y la izquierda vayan cada uno por su lado, lo que facilitaría el triunfo del PRI. La incógnita pendiente sería cuál de los dos queda en segundo y cuál en tercer lugar. Una posibilidad es con López Obrador como candidato de la izquierda unida (sin rupturas). Entonces dependerá de a quién designe el PAN; si lo hace con un candidato anticlimático, del tipo Ernesto Cordero, el PAN podría irse al tercer lugar. En cambio, con un abanderado de mayor atractivo relativo (tipo Josefina Vázquez), podría asegurar un segundo lugar, enviando a López Obrador al tercer sitio. Pero dado el fiasco que han representado los dos gobiernos panistas, aún si Josefina recibiera un monto de voto útil antiPRI, le sería difícil acercarse a la aplanadora tricolor. Una variante de este escenario – menos probable - es que López Obrador consiga posicionarse en segundo lugar (aun frente a Josefina) en cuyo caso también le sería difícil competir frente a Peña Nieto, por sus límites de crecimiento.
D) Finalmente queda el escenario en el cual Marcelo Ebrard aparece como candidato. Una variante sería con una ruptura de por medio, donde la izquierda iría con dos candidatos; Ebrard por el PRD y López Obrador por la coalición PT - Movimiento Ciudadamlo. Entonces el desastre para la izquierda sería total, al grado incluso de perder la capital (que de cualquier manera está en vilo). Sin embargo, es poco probable que Marcelo quiera romper pese al agandalle de López Obrador. Nada ganaría, y en cambio podría negociar cosas importantes para los suyos. Y la última variante en estos escenarios es que Ebrard aparezca como candidato único de la izquierda previo respaldo de López Obrador al reconocerlo como más competitivo. Este es el mejor escenario para la izquierda, y el peor para el PRI, pues Marcelo tiene mucho más potencial de crecimiento, se ubicaría con mayor facilidad en segundo lugar y podría atraer un nutrido voto útil anti priista, al grado de incluso resultar competitivo con Peña Nieto. Pero es también escenario el menos probable, pues resulta difícil imaginar a López Obrador mostrando tal altura de miras a favor de un proyecto de izquierda ganador. Sólo que él se considera el único capaz de combatir a la "Mafia del poder"; todos los demás son parte, lacayos o colaboracionistas de esa mafia. Por ello, si se concreta el triunfo del priista (escenario más que probable) habrá contado con la invaluable ayuda de López Obrador.
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