sábado, 24 de septiembre de 2011

EDUCACIÓN PARA LA COMPETITIVIDAD

ROLANDO CRUZ GARCÍA / EL SIGLO DE TORREÓN
La experiencia es la principal fuente del conocimiento
Da Vinci (1452 - 1579)
Hemos comprobado que el desarrollo de los conocimientos, en los ámbitos económicos, políticos, sociales, tecnológicos y culturales, crece aceleradamente y pareciera que no les daremos alcance, lo que nos compromete con la actualización inmediata del sistema educativo, buscando que responda a esta nueva realidad de un mundo cada vez más complejo y cada vez más globalizado.
Además, es necesario convertirlo en un sistema más pertinente; es decir, que responda oportunamente a las necesidades de los sectores social, comercial y de servicios, así como cambiar los procesos productivos a partir de generar nuevos conocimientos y promover su rápida difusión, con miras a su inmediata implementación. Todo ello como base sustantiva para la productividad y la competitividad regional, nacional e internacional.
Bajo esta perspectiva, es de vital importancia que el Estado sea el agente promotor fundamental para hacer frente a estos nuevos y más importantes retos, a través de la educación, de la investigación social, científica y tecnológica, así como la formación de recursos humanos comprometidos con la calidad.
Existen áreas de oportunidad que nos posibilitan puntualizar la problemática existente en el sector educativo, razón por la cual no respondemos adecuadamente a tan magnífico reto: los aprendizajes que se obtienen en las escuelas no permiten generar una cultura emprendedora, ya que seguimos arrastrando una educación tradicional y extraordinariamente dependiente, en donde los alumnos "dependen" casi totalmente del profesor para adquirir conocimiento, cuando lo que debería promover la escuela es la autonomía y la independencia en la generación de las competencias de los egresados.
Lo anterior se debe a la falta de programas de formación docente que privilegien la innovación y el uso de la tecnología, para atender las áreas básicas de las ciencias. Sabemos que los programas de formación de profesores siguen quedando en México a nivel adjetivo y sólo como incremento en las credenciales de los profesores y no necesariamente en su desempeño.
Existe la necesidad de incorporar a los planes y programas de estudio de todos los tipos y niveles educativos, el dominio del idioma inglés y el manejo de las herramientas informáticas.
Se carece de un desarrollo curricular que impulse una educación basada en la competitividad y la productividad, de acuerdo a las necesidades actuales y futuras del entorno económico laboral. La falta de compromiso de la educación con el sector productivo y viceversa, que permitan la implementación de programas conjuntos que respondan a ambientes competitivos.
Se plantea además la urgencia de equipar a las instituciones educativas, sobre todo a las de nivel superior, con aulas interactivas, talleres, laboratorios, salas virtuales, etc., para aplicar modelos innovadores centrados en el desarrollo de competencias para la vida y el trabajo.
Finalmente, sabemos que la educación no propicia que los estudiantes apliquen sus conocimientos y su creatividad en la solución de los problemas reales que se les presentan en su entorno.
Los escenarios deseables son todos aquellos que nos permitan promover una educación orientada hacia la formación integral de los alumnos, en ambientes cada vez más demandantes; así como la implementación de procesos académicos de investigación e innovación, que son los elementos esenciales del modelo educativo que se requiere, para formar estudiantes altamente productivos y competitivos, con una visión socialmente compartida.
Las prioridades de atención en este rubro son: ofrecer una educación de calidad, que sea capaz de preparar ciudadanos competitivos y productivos, comprometidos con el desarrollo sustentable del país, este último aspecto es muy importante, toda vez que requerimos de una cultura ambiental adecuada y promotora del desarrollo sin menoscabo de las condiciones ecológicas actuales, para poder asegurarlas a las generaciones futuras.
Equipar a las instituciones; desde la educación básica, de espacios escolares útiles como aulas, talleres y laboratorios, con tecnología de vanguardia, en los que se puedan aplicar modelos innovadores.
Incorporar programas estratégicos que sean complementarios a los planes y programas de estudio vigentes, a fin de formar alumnos competitivos y productivos.
Establecer acuerdos con el sector productivo que permitan enriquecer y recontextualizar la práctica educativa, con el propósito de que los alumnos puedan aplicar sus conocimientos en contextos productivos reales.
Todas y cada una de las estrategias planteadas, deberán ser vistas, como áreas de oportunidad para desarrollar importantes programas de formación y vinculación con el mundo globalizado.
Lo anterior nos enfrenta a una insoslayable realidad: nos falta mucho para llegar a los niveles de internacionalización y globalidad que otros países como el nuestro ya tienen, y que nos llevan la delantera, tal es el caso de Chile, Argentina, Brasil, Corea, India, Republica Checa y muchos otros.
En México existen extraordinarias experiencias de internacionalización en el sector productivo, que de alguna manera han permeado las actividades académicas de las universidades e institutos de educación superior, que han comenzado a ver más allá de sus programas de vinculación local y han empezado a formar profesionales con una nueva visión, sin fronteras, sin limites territoriales ni mentales, con una formación más creativa e innovadora y por lo tanto más emprendedora.

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