viernes, 30 de septiembre de 2011

REPSOL Y LA EXTRAÑA PAREJA

El timón de la empresa española no debería caer en manos de una alianza entre una constructora con una deuda inmensa y una petrolera estatal con graves problemas de crecimiento y de gestión de operaciones
Mariano Marzo / El País
La guerra interna desatada por el control de Repsol se intensifica. Como recordarán, las hostilidades fueron desencadenadas por dos de sus principales accionistas: el grupo constructor español Sacyr Vallehermoso y la petrolera estatal mexicana Pemex. En estos momentos, ambas controlan un 29,8% de las acciones, justo por debajo del 30%, un umbral que obliga a presentar una oferta formal de compra a la totalidad. Los motivos que justifican esta alianza contra la actual dirección de Repsol parecen claros.
Sacyr, que adquirió su actual participación en Repsol en 2006 mediante un préstamo de 5.100 millones de euros, necesita hacer caja para hacer frente a su deuda y, para ello, reclama un aumento de los dividendos, un recorte de las inversiones que Repsol viene destinando a exploración y desarrollo tecnológico y, quizá también, la venta del 31% de las acciones que Repsol posee en Gas Natural.
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