lunes, 26 de septiembre de 2011

EL PUNTERO

SERGIO SARMIENTO / REFORMA
JAQUE MATE
"Nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error."
Napoleón Bonaparte
¿Puede ser derrotado Enrique Peña Nieto en la carrera por la Presidencia de la República? Es tanta su ventaja sobre sus posibles rivales que quizá nadie pueda vencerlo. Solamente él podría autodestruirse, como lo hizo Andrés Manuel López Obrador en 2006.
Hace ya tiempo que el PRI se encuentra en primer lugar en las preferencias electorales de los ciudadanos. En la encuesta de agosto de Consulta Mitofsky, el PRI aparece en primer con 38.9 por ciento de las preferencias, contra 19.2 del PAN y 13.9 del PRD. Si al PRD se suman el PT y la vieja Convergencia, el respaldo a la izquierda aumenta a 17 por ciento.
Si se pregunta por personas y no por partidos, la preferencia por Peña Nieto es de 47.4 por ciento. El exgobernador del Estado de México tiene casi nueve puntos porcentuales de ventaja sobre su propio partido. Es difícil encontrar a un candidato con un respaldo tan superior al de su organización.
En contraste, Andrés Manuel López Obrador obtiene en la misma encuesta 17.7 por ciento, apenas siete décimas más que la suma de los tres partidos de izquierda. Josefina Vázquez Mota recibe 16.7 por ciento, dos puntos menos que el PAN como partido.
La experiencia nos dice que un puntero puede perder la ventaja con relativa facilidad. En agosto de 2005, el mismo momento que ahora, pero hace seis años, el PRI aparecía en primer lugar con 25.6 por ciento, seguido del PRD con 22.3 y del PAN con 18.2. Santago Creel era el favorito para ganar la candidatura del PAN. Felipe Calderón apenas marcaba en las encuestas. Una vez que hubo candidatos, Andrés Manuel López Obrador empezó el 2006 con una ventaja de 10 puntos.
López Obrador, sin embargo, hizo todo lo posible por destruir su propia candidatura. Antagonizó a muchos votantes, especialmente de clase media para arriba. Se negó a participar en reuniones con grupos empresariales. No se presentó al primer debate entre candidatos, lo que consolidó la posición de Felipe Calderón como segundo lugar en la contienda y verdadera opción ante López Obrador en un momento en que el candidato del PRI, Roberto Madrazo, se desplomaba.
Quizá el mayor daño que se hizo a sí mismo López Obrador fue cuando llamó "chachalaca" al entonces presidente Vicente Fox. No lo dijo una o dos veces sino que lo repitió en todas las ocasiones que pudo. En una ocasión se detuvo ante los medios y dijo que lo diría despacio para que lo entendieran: "Cha-cha-la-ca." Aquello que sus participantes festejaban, le quitó muchos electores. Quizá los mexicanos podamos ser críticos ante el presidente en funciones, pero a muchos no les gusta que se le insulte públicamente. Una parte importante de la supuesta campaña sucia del PAN, de hecho, fue simplemente correr el video de López Obrador diciendo "Cha-cha-la-ca".
Si Peña Nieto no comete errores de esta magnitud, será muy difícil derrotarlo en las urnas. No tengo dudas de que una vez que comience en serio la campaña la distancia con sus rivales se cerrará. Pero en este momento el priista tiene una ventaja de 30 puntos sobre su más cercano rival. Se necesita un verdadero desastre electoral para eliminar una ventaja tan grande.
Y hasta ahora Peña Nieto no ha cometido errores. Pudo haber descompuesto las cosas de apoyar al candidato equivocado en las elecciones mexiquenses. En el proceso electoral y hasta el término de su mandato se mantuvo en silencio. Sus presentaciones y entrevistas posteriores han sido cuidadosamente preparadas y nunca se ha salido del guión. Quizá no haya sido brillante, pero se ha abstenido de cometer errores. De eso se trata su juego en este momento.
El Partido Verde ha postulado a Peña Nieto antes que el propio PRI. Este partido ha encontrado un excelente negocio en participar en elecciones de la mano de otros. Actúa como los viejos partidos satélite, el PPS o el PARM, que vivían de las migajas que dejaba el viejo PRI.

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