viernes, 23 de septiembre de 2011

ENRIQUE PEÑA Y ERUVIEL ÁVILA: ALGO FALTA

José Fernández Santillan / El Universal
En estos días de intensa actividad política, una de las notas relevantes ha sido la salida de Enrique Peña Nieto y la entrada de Eruviel Ávila al frente de la gubernatura del Estado de México.
Este cambio no sólo tiene repercusiones locales, sino también nacionales. Peña Nieto encabeza las encuestas rumbo a las elecciones presidenciales de 2012. Un factor de primer orden para fortalecer la postulación de este joven político como candidato presidencial del PRI lo constituye la aplastante victoria del priísmo mexiquense el 3 de julio pasado: la coalición capitaneada por el Revolucionario Institucional sacó casi tres veces más votos que los obtenidos por la coalición encabezada por el PRD, y casi cinco veces más que los sufragios adjudicados al PAN.
Aparentemente, pues, todo está completo. Sin embargo, no es así: la parte ideológica ha sido descuidada. Esto constituye un punto vulnerable en la contienda que se avecina.
Me explico: en el mensaje que pronunció el 5 de septiembre con motivo de su último Informe de Gobierno, Peña Nieto, al referirse a la democracia en el Estado de México, dijo: “Es una democracia que se guía por ideas e ideales y no por ideologías que en ocasiones dividen y frenan el desempeño gubernamental… Aquí estamos convencidos de que el Estado, para ser realmente eficaz, debe ser pragmático”.
El problema es que si se tienen ideas e ideales hay que darles cuerpo. Y eso constituye, precisamente, una ideología. Sin orden, las propuestas se desbalagan; se cae en el pragmatismo que es, literalmente, la carencia de valores para dejar el terreno a los puros intereses.
Al hacer a un lado el marco ideológico uno no se posiciona en el centro, sino que se queda sin argumentos hilvanados para la discusión tanto dentro como fuera del partido de pertenencia.
Por su parte, Eruviel, en el discurso de toma de protesta presentado el 15 de septiembre, destacó que su gobierno tendrá tres ejes: gobierno solidario, sociedad progresista y estado protegido con una administración que trabajará con humanismo, honradez, transparencia y eficacia.
Sorprende que un priísta use conceptos panistas. El solidarismo y el humanismo son viejos vocablos utilizados por el PAN. Y entonces ¿qué caso tuvo derrotar al PAN si, a final de cuentas, el panismo se iba a meter en el programa de gobierno? Para muestra basta un botón: en estos días se desarrolla un debate entre apreciados y distinguidos panistas en torno a los temas de la libertad, el solidarismo y el humanismo (Alejandro Landeros Gutiérrez y Fernando Rodríguez Doval, PAN: Solidarismo Libertario, en polémica con Germán Martínez: Enfoque, Reforma, 18 de septiembre) que reivindica la lucha ideológica en contraste con el pragmatismo en boga.
El abandono de los valores, a mi parecer, ha sido uno de los motivos de la actual crisis política y moral del PAN y el gobierno federal. En efecto, después de haber forjado a lo largo del tiempo un conjunto de ideas bien estructuradas, el PAN, al ascender al poder, cayó en el más rampante mercadeo político.
Algunos creyeron que al proceder así, los blanquiazules se deshacían de un lastre. Fue un error. Las victorias políticas sin respaldo ideológico son efímeras. Si el Revolucionario Institucional quiere sacar lecciones de sus errores y de las pifias cometidas por sus contrincantes, no puede darse el lujo de descuidar la parte conceptual de la política.
Las ideologías —o la carencia de ellas— tienen consecuencias prácticas.

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