Dr. Antonio Reyes
La relación de PEMEX con España en materia petrolera tiene una vieja data. La primera y más importante relación se estableció en 1979, al adquirir acciones de la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos de España (CAMPSA). En 1981 toma control de PETRONOR (Petróleos del Norte) de España, que fue la base para crear posteriormente REPSOL. Estas acciones de internacionalización de PEMEX se hicieron al amparo de que era la cuarta petrolera del mundo y que México se preparaba para administrar la abundancia, que terminó un año después en un default de su deuda pública en un ambiente de crisis financiera internacional de magnitudes inconmensurable y de larga duración. Cualquier similitud de lo acontecido ahora, no necesariamente resulta ociosa.
Como característica de la opacidad de su administración y falta de un adecuado gobierno corporativo, que garantizara los intereses de los ciudadanos como los principales dueños, PEMEX nunca rindió cuentas de su participación en PETRONOR ni en REPSOL. De acuerdo a la información pública, en la época del Presidente FOX, en pleno inicio del auge petrolero, PEMEX vendió el grueso de las acciones que detentaba de REPSOL, sin rendir cuenta alguna, significándole una gran pérdida de ganancias y de capitalización.
En ese periodo, PEMEX ante la extracción de sus recursos, por su tratamiento fiscal especial, vio crecer exponencialmente y sin trasparencia su endeudamiento, especialmente internacional, vía los PIDIREGAS. Los PIDIREGAS, permitieron diferir el registro del gasto de las obligaciones derivadas de las inversiones que aparentemente eran financiadas con recursos privados. Para operar tal artilugio, que contraviene normas contables elementales, PEMEX fortaleció y creó más empresas y fideicomisos en el extranjero fuera de control, que hasta la fecha subsisten. La propiedad real y los beneficiarios de tales empresas y fideicomisos a la fecha no son claros.
Por lo que hace a la historia de REPSOL, en 1981 fue creado el INH, organismo público integrado por las compañías que operaban petróleo y gas en las que el estado español tenía una participación mayoritaria o era el único propietario. En 1986 fue creado el grupo REPSOL, siendo su accionista único INH, integrando además empresas de química y gas que después se convertirían en filiales. En 1989 el gobierno español inicia la privatización de REPSOL, culminando en 1997 tal proceso. En 1991, REPSOL crea la compañía Gas Natural, con gran presencia actualmente a nivel internacional, y en 1999 adquiere Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) de Argentina.
Por otra parte, en Noviembre de 2008, LUKOIL, la mayor empresa petrolera de Rusia, mostró interés en la adquisición de alrededor de 30% de las acciones de REPSOL (20% perteneciente a SACYR-Valle Hermoso y 10% de Caja Madrid). Tal intento promovido por SACYR se repitió con Essar (India) y Sinopec (China). Estas intenciones que significaban una oferta pública de adquisición (OPA) no se hicieron realidad para bien de la relativa preocupación oficial de que REPSOL perdiera su hispanidad.
En este contexto, desde finales de agosto pasado, el tema de REPSOL y PEMEX ha ocupado los titulares de información pública de España y México, con sus respectivas repercusiones en los medios empresariales a nivel internacional. Se ha enfatizado la compra de acciones de PEMEX para llegar de 4.8% a 9.8% de acciones la empresa, así como sus razones técnicas de tal decisión. A la par, se ha subrayado la naturaleza sindicada del acuerdo suscrito con SACYR, lo que de hecho establece una alianza de ambas empresas en el seno del gobierno corporativo de la empresa de energía española.
Así, lo que parece haber sido soslayada y mal analizada es la esencia sindicada de SACYR y de PEMEX, del 29.8% de las acciones en materia del gobierno corporativo, sus razones y consecuencias reales. De igual manera, de la regulación, explícita o implícita, a la que REPSOL está sometida, tanto en materia accionaria, como de seguridad energética para España, aspectos muy lejanos a ser considerados en PEMEX y por el gobierno mexicano. De esta manera, la decisión de PEMEX y de SACYR para aliarse debe ser considerada en el ámbito de gobernanza de REPSOL, que no sólo concierne a la propia empresa, sino que está de por medio el interés general y de los pequeños accionistas, amén de la propia decisión de PEMEX.
La decisión de PEMEX no fue sometida a su Consejo de Administración, constituyéndose en una acción arbitraria gerencial, sobre los representantes de los principales dueños de la empresa, en este caso los Consejeros. Por lo que tal decisión tendría aún que ser considerada en sus repercusiones políticas, especialmente en la Cámara de Senadores, instancia a la que el Consejo de Administración debe rendir cuentas públicas y oficiales y la que ratifica el nombramiento del Director General de esa empresa pública.
Parece absurdo que teniendo PEMEX tantos problemas de liquidez y de deuda se lance a una aventura financiera con una empresa cuyos principales accionistas proceden de compañías relativamente ajenas al sector energético, asumiendo un pasivo que espera cubrir con los dividendos que le reportaría su nueva posición accionaria. En este tenor, PEMEX prevé que la tecnología de REPSOL le permitiría reducir sus costos en unos $105 millones de dólares anuales en diversas actividades de exploración, producción y comercialización; acceder a proyectos de exploración conjuntos; acompañar a la empresa española en nuevos proyectos, especialmente en Colombia, Brasil y África; adquirir mejoras de refinación, y otras más posibilidades ingenuamente enunciadas.
Así, las razones últimas de PEMEX para hacer la sindicación con SACYR, que significa votar conjuntamente en la asamblea de accionistas, son asumidas como si la alianza la hubiera formalizado con REPSOL, posibilidad muy remota, porque el Board de ésta empresa deberá cuidar antes que nada los intereses en conjunto de la compañía española, que no necesariamente corresponden a los que se pudieran pretender con la sindicación accionaria en ciernes. El que PEMEX participe en REPSOL con una mayor participación accionaria no le garantiza que recibirá servicios, tecnología y participará en proyectos de manera gratuita o que puedan significar pérdida da activos intangibles para la compañía ibérica. Toda decisión al respecto se tomará en consideración al interés de REPSOL.
Finalmente, PEMEX tiene una cultura no-empresarial, de actuación sin control por su Consejo de Administración, de opacidad y de falta de rendición de cuentas. Ha asumido oficialmente que logrará un “premio”, quizá por haber salvado a SACYR, especialmente a su controlador Luis del Rivero, para hacer frente a los pasivos pronto al vencimiento con los que adquirió las acciones de REPSOL. Independientemente del aumento en el precio de las acciones que se dio al darse a conocer la noticia, se asume que con la fuerza accionaria de la sindicación, REPSOL deje de privilegiar las nuevas exploraciones para ampliar la distribución de dividendos.
Tal posibilidad daría liquidez a SACYR, que tiene que refinanciar su deuda a fin de año por 4.9 millones de euros producto de la compra original de acciones de REPSOL, y permitiría a PEMEX pagar su nueva deuda equivalente al 70% de alrededor de $ 1.700 millones de dólares que ha costado la operación; lo que se antoja lejano y que podría no ser aceptado por el regulador de energía español y por las condiciones del mercado.
En este ámbito, el rendimiento del dividendo actual de REPSOL es 5.6%, más de dos veces el promedio de 2.7% del index de la industria y sus acciones se han estado comercializando a un precio de 2.6 veces sus ganancias, antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización, frente al promedio de las compañías petroleras de 7.1 veces. Sus utilidades, y consecuentemente sus dividendos se han acrecentado por operaciones de ventas de activos que ha realizado y no en si por sus operaciones industriales. En este terreno es en el que realmente descansa la pelea por el control de REPSOL, no en su negocio en sí, como ingenuamente puede creerlo la Dirección de PEMEX.
La sindicación pretendida se da justo dos meses después de que se introdujo una legislación que removió las restricciones de takeover o toma de REPSOL, en relación a los derechos de voto de cualquier accionista individual limitados a 10% de su capital accionario. Así, ahora SACYR y PEMEX juntos están casi en el límite del 30% para la toma de REPSOL, o en los hechos con otros accionistas directos o indirectos (entre los que se encuentra Carlos Slim) votar las principales decisiones de la empresa. Una decisión inmediata es separar la Presidencia (Chairman) del Consejo de la Dirección (CEO) de la empresa; que parece lógico en virtud de las recomendaciones internacionales vigentes desde 1986.
La dirección de REPSOL, en voz de su Presidente, Antonio Brufau, ha denominado la operación como un "asalto" por parte de los dos socios, en tanto algunos grupos de accionistas minoritarios han expresado su oposición a la alianza entre la constructora española y la paraestatal mexicana. Ahora se comienza administrativamente a investigar la sindicación por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), por la demanda de la Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas (AEMEC), ante las dudas de haberse manejado información privilegiada y abuso del mercado antes de la operación, y la Comisión Nacional de la Energía (CNE) decidirá si investiga el acuerdo de PEMEX con el grupo constructor, ante la eventualidad de un cambio en la estrategia de la empresa.
PEMEX calcula que influir en la estrategia de una petrolera similar a REPSOL le costaría de $10.000 a $30.000 millones de dólares en lugar de lo que ha significado incrementar su participación accionaria, que realizó a través de su filial PMI Holdings -compañía establecida en Holanda- también fuera de control real por el consejo de administración.
El objetivo último de la sindicación de PEMEX y SACYR es el gobierno corporativo (corporate governance) de REPSOL para orientar sus decisiones, por las repercusiones que sobre utilidades, dividendos y precio de las acciones se tendría. Es el corto plazo financiero lo que a una empresa en bolsa interesa, más que el largo plazo en el que toda posible realización siempre está en duda; bien se dice en inglés: follow the Money y encontrarás razones y acciones.
Aunque no sería el caso de Luis del Rivero controlador de SACYR y ganador real de la sindicación, tales principios cortoplacistas el director de PEMEX parece olvidarlos, quien por cierto no se le juzga de haber sido exitoso en sus resultados privados obtenidos en la bolsa y sobre los que tampoco se le considera haber rendido cuentas claras. Pero esto, esto, es polvillo de otro morral.
La relación de PEMEX con España en materia petrolera tiene una vieja data. La primera y más importante relación se estableció en 1979, al adquirir acciones de la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos de España (CAMPSA). En 1981 toma control de PETRONOR (Petróleos del Norte) de España, que fue la base para crear posteriormente REPSOL. Estas acciones de internacionalización de PEMEX se hicieron al amparo de que era la cuarta petrolera del mundo y que México se preparaba para administrar la abundancia, que terminó un año después en un default de su deuda pública en un ambiente de crisis financiera internacional de magnitudes inconmensurable y de larga duración. Cualquier similitud de lo acontecido ahora, no necesariamente resulta ociosa.
Como característica de la opacidad de su administración y falta de un adecuado gobierno corporativo, que garantizara los intereses de los ciudadanos como los principales dueños, PEMEX nunca rindió cuentas de su participación en PETRONOR ni en REPSOL. De acuerdo a la información pública, en la época del Presidente FOX, en pleno inicio del auge petrolero, PEMEX vendió el grueso de las acciones que detentaba de REPSOL, sin rendir cuenta alguna, significándole una gran pérdida de ganancias y de capitalización.
En ese periodo, PEMEX ante la extracción de sus recursos, por su tratamiento fiscal especial, vio crecer exponencialmente y sin trasparencia su endeudamiento, especialmente internacional, vía los PIDIREGAS. Los PIDIREGAS, permitieron diferir el registro del gasto de las obligaciones derivadas de las inversiones que aparentemente eran financiadas con recursos privados. Para operar tal artilugio, que contraviene normas contables elementales, PEMEX fortaleció y creó más empresas y fideicomisos en el extranjero fuera de control, que hasta la fecha subsisten. La propiedad real y los beneficiarios de tales empresas y fideicomisos a la fecha no son claros.
Por lo que hace a la historia de REPSOL, en 1981 fue creado el INH, organismo público integrado por las compañías que operaban petróleo y gas en las que el estado español tenía una participación mayoritaria o era el único propietario. En 1986 fue creado el grupo REPSOL, siendo su accionista único INH, integrando además empresas de química y gas que después se convertirían en filiales. En 1989 el gobierno español inicia la privatización de REPSOL, culminando en 1997 tal proceso. En 1991, REPSOL crea la compañía Gas Natural, con gran presencia actualmente a nivel internacional, y en 1999 adquiere Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) de Argentina.
Por otra parte, en Noviembre de 2008, LUKOIL, la mayor empresa petrolera de Rusia, mostró interés en la adquisición de alrededor de 30% de las acciones de REPSOL (20% perteneciente a SACYR-Valle Hermoso y 10% de Caja Madrid). Tal intento promovido por SACYR se repitió con Essar (India) y Sinopec (China). Estas intenciones que significaban una oferta pública de adquisición (OPA) no se hicieron realidad para bien de la relativa preocupación oficial de que REPSOL perdiera su hispanidad.
En este contexto, desde finales de agosto pasado, el tema de REPSOL y PEMEX ha ocupado los titulares de información pública de España y México, con sus respectivas repercusiones en los medios empresariales a nivel internacional. Se ha enfatizado la compra de acciones de PEMEX para llegar de 4.8% a 9.8% de acciones la empresa, así como sus razones técnicas de tal decisión. A la par, se ha subrayado la naturaleza sindicada del acuerdo suscrito con SACYR, lo que de hecho establece una alianza de ambas empresas en el seno del gobierno corporativo de la empresa de energía española.
Así, lo que parece haber sido soslayada y mal analizada es la esencia sindicada de SACYR y de PEMEX, del 29.8% de las acciones en materia del gobierno corporativo, sus razones y consecuencias reales. De igual manera, de la regulación, explícita o implícita, a la que REPSOL está sometida, tanto en materia accionaria, como de seguridad energética para España, aspectos muy lejanos a ser considerados en PEMEX y por el gobierno mexicano. De esta manera, la decisión de PEMEX y de SACYR para aliarse debe ser considerada en el ámbito de gobernanza de REPSOL, que no sólo concierne a la propia empresa, sino que está de por medio el interés general y de los pequeños accionistas, amén de la propia decisión de PEMEX.
La decisión de PEMEX no fue sometida a su Consejo de Administración, constituyéndose en una acción arbitraria gerencial, sobre los representantes de los principales dueños de la empresa, en este caso los Consejeros. Por lo que tal decisión tendría aún que ser considerada en sus repercusiones políticas, especialmente en la Cámara de Senadores, instancia a la que el Consejo de Administración debe rendir cuentas públicas y oficiales y la que ratifica el nombramiento del Director General de esa empresa pública.
Parece absurdo que teniendo PEMEX tantos problemas de liquidez y de deuda se lance a una aventura financiera con una empresa cuyos principales accionistas proceden de compañías relativamente ajenas al sector energético, asumiendo un pasivo que espera cubrir con los dividendos que le reportaría su nueva posición accionaria. En este tenor, PEMEX prevé que la tecnología de REPSOL le permitiría reducir sus costos en unos $105 millones de dólares anuales en diversas actividades de exploración, producción y comercialización; acceder a proyectos de exploración conjuntos; acompañar a la empresa española en nuevos proyectos, especialmente en Colombia, Brasil y África; adquirir mejoras de refinación, y otras más posibilidades ingenuamente enunciadas.
Así, las razones últimas de PEMEX para hacer la sindicación con SACYR, que significa votar conjuntamente en la asamblea de accionistas, son asumidas como si la alianza la hubiera formalizado con REPSOL, posibilidad muy remota, porque el Board de ésta empresa deberá cuidar antes que nada los intereses en conjunto de la compañía española, que no necesariamente corresponden a los que se pudieran pretender con la sindicación accionaria en ciernes. El que PEMEX participe en REPSOL con una mayor participación accionaria no le garantiza que recibirá servicios, tecnología y participará en proyectos de manera gratuita o que puedan significar pérdida da activos intangibles para la compañía ibérica. Toda decisión al respecto se tomará en consideración al interés de REPSOL.
Finalmente, PEMEX tiene una cultura no-empresarial, de actuación sin control por su Consejo de Administración, de opacidad y de falta de rendición de cuentas. Ha asumido oficialmente que logrará un “premio”, quizá por haber salvado a SACYR, especialmente a su controlador Luis del Rivero, para hacer frente a los pasivos pronto al vencimiento con los que adquirió las acciones de REPSOL. Independientemente del aumento en el precio de las acciones que se dio al darse a conocer la noticia, se asume que con la fuerza accionaria de la sindicación, REPSOL deje de privilegiar las nuevas exploraciones para ampliar la distribución de dividendos.
Tal posibilidad daría liquidez a SACYR, que tiene que refinanciar su deuda a fin de año por 4.9 millones de euros producto de la compra original de acciones de REPSOL, y permitiría a PEMEX pagar su nueva deuda equivalente al 70% de alrededor de $ 1.700 millones de dólares que ha costado la operación; lo que se antoja lejano y que podría no ser aceptado por el regulador de energía español y por las condiciones del mercado.
En este ámbito, el rendimiento del dividendo actual de REPSOL es 5.6%, más de dos veces el promedio de 2.7% del index de la industria y sus acciones se han estado comercializando a un precio de 2.6 veces sus ganancias, antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización, frente al promedio de las compañías petroleras de 7.1 veces. Sus utilidades, y consecuentemente sus dividendos se han acrecentado por operaciones de ventas de activos que ha realizado y no en si por sus operaciones industriales. En este terreno es en el que realmente descansa la pelea por el control de REPSOL, no en su negocio en sí, como ingenuamente puede creerlo la Dirección de PEMEX.
La sindicación pretendida se da justo dos meses después de que se introdujo una legislación que removió las restricciones de takeover o toma de REPSOL, en relación a los derechos de voto de cualquier accionista individual limitados a 10% de su capital accionario. Así, ahora SACYR y PEMEX juntos están casi en el límite del 30% para la toma de REPSOL, o en los hechos con otros accionistas directos o indirectos (entre los que se encuentra Carlos Slim) votar las principales decisiones de la empresa. Una decisión inmediata es separar la Presidencia (Chairman) del Consejo de la Dirección (CEO) de la empresa; que parece lógico en virtud de las recomendaciones internacionales vigentes desde 1986.
La dirección de REPSOL, en voz de su Presidente, Antonio Brufau, ha denominado la operación como un "asalto" por parte de los dos socios, en tanto algunos grupos de accionistas minoritarios han expresado su oposición a la alianza entre la constructora española y la paraestatal mexicana. Ahora se comienza administrativamente a investigar la sindicación por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), por la demanda de la Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas (AEMEC), ante las dudas de haberse manejado información privilegiada y abuso del mercado antes de la operación, y la Comisión Nacional de la Energía (CNE) decidirá si investiga el acuerdo de PEMEX con el grupo constructor, ante la eventualidad de un cambio en la estrategia de la empresa.
PEMEX calcula que influir en la estrategia de una petrolera similar a REPSOL le costaría de $10.000 a $30.000 millones de dólares en lugar de lo que ha significado incrementar su participación accionaria, que realizó a través de su filial PMI Holdings -compañía establecida en Holanda- también fuera de control real por el consejo de administración.
El objetivo último de la sindicación de PEMEX y SACYR es el gobierno corporativo (corporate governance) de REPSOL para orientar sus decisiones, por las repercusiones que sobre utilidades, dividendos y precio de las acciones se tendría. Es el corto plazo financiero lo que a una empresa en bolsa interesa, más que el largo plazo en el que toda posible realización siempre está en duda; bien se dice en inglés: follow the Money y encontrarás razones y acciones.
Aunque no sería el caso de Luis del Rivero controlador de SACYR y ganador real de la sindicación, tales principios cortoplacistas el director de PEMEX parece olvidarlos, quien por cierto no se le juzga de haber sido exitoso en sus resultados privados obtenidos en la bolsa y sobre los que tampoco se le considera haber rendido cuentas claras. Pero esto, esto, es polvillo de otro morral.
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