Alberto Aziz Nssif / El Universal
Al final del periodo ordinario de sesiones de abril pasado quedaron varias importantes reformas pendientes. El Senado aprobó la reforma política, pero los diputados no tuvieron tiempo, o interés, para aprobar la minuta de los senadores. Pasaron cuatro meses en blanco y ahora de nuevo, al calor de los jalones por el presupuesto, vuelve a surgir un dictamen positivo, pero menor al de abril. ¿Quedará algo importante de la reforma política? La crisis actual de la democracia mexicana tiene muchas expresiones; por ejemplo, uno de sus rasgos más pronunciados tiene que ver con una muy deficiente representación. La desconfianza ciudadana en las instituciones políticas es otra característica. Además, tenemos un ineficiente sistema para construir consensos y legislar. Para completar el cuadro, la democracia ha sido secuestrada por dos estructuras que la estrangulan, el modelo de una partidocracia con mucho dinero y acceso a medios y una mediocracia que tiene monopolizados a los medios masivos. En los últimos años se han buscado soluciones a través de reformas que puedan recuperar la confianza ciudadana. A partir de diciembre del 2009 comenzó un intento para cambiar la dinámica de una democracia debilitada. En abril de este año la Cámara Alta aprobó un paquete de cambios en materia de participación ciudadana, como las candidaturas independientes, la iniciativa ciudadana y la consulta popular. Otras reformas menores en materia de ajuste entre poderes como la reconducción presupuestal, la ratificación de comisionados de órganos reguladores. También había cambios para modificar la relación de gobernantes y gobernados, como la reelección. En cualquier estructura institucional debe haber un diseño que integre las piezas para funcionar bien, así, por ejemplo, si se aprueban las candidaturas independientes, pero no se abren los medios, las televisoras pueden capitalizar el espacio de tal forma que sólo se agudizará la mediocracia. Igualmente, si se aprueba la reelección, pero no se tiene también la figura de la revocación de mandato, se agudizará el dominio partidocrático y no se logrará alcanzar los objetivos que se generan con este instrumento, como el acercamiento entre autoridades y ciudadanos y la profesionalización legislativa. Otra de las partes que necesitan mucha atención son los detalles de las figuras de participación directa como las consultas y las iniciativas. En algunos estados de la república tienen esas figuras, pero sus requisitos las vuelven prácticamente imposibles de realizar. Otras reformas que probablemente no representarán mayores problemas para ser aprobadas apuntan hacia instrumentos para que el Ejecutivo tenga iniciativa preferente; de la misma forma, se habla de la reconducción presupuestal, que ya existe en varias constituciones locales. Lo que queda en discusión es el veto presupuestal, como las observaciones que hizo Fox alguna vez y la Suprema Corte le dio la razón. Pero, como en otras materias, en México se legisla por pedacitos y con avances muy pequeños, es decir, en lugar de proponer una reforma que induzca la cooperación y las alianzas entre las fuerzas políticas para formar gobierno, como un mecanismo que permita pactos, coaliciones para una agenda legislativa y de gobierno, al estilo de Brasil, lo que se hace es sólo ver por la iniciativa preferente. Ahora en ambas cámaras se ha propuesto una reforma para tener un gobierno de coalición, lo cual sería positivo para el país. ¿Esas iniciativas correrán la misma suerte de las otras reformas? En el mismo sentido, en lugar de preocuparse de que los órganos reguladores y los órganos constitucionales sean realmente autónomos, la clase política sólo propone una ratificación del Legislativo a las propuestas del Ejecutivo. La irresponsabilidad de los diputados que mantiene al IFE incompleto ya va para un año y, en lugar de generar un nuevo mecanismo que resuelva de mejor forma este tipo de nombramientos, lo que tenemos es más de lo mismo, las cuotas. Además de las limitaciones de la reforma que se debate, están los tiempos, sobre todo en los cambios que tienen impacto en el proceso electoral del 2012, que se inicia formalmente en un mes, como son las candidaturas independientes o la reelección de legisladores. Se tendría que hacer un artículo transitorio para darle entrada a estas reformas y que se puedan aplicar durante la próxima elección. La minuta que aprobó el Senado tiene limitaciones importantes, y por lo que se ve del primer dictamen de los diputados, ahora se quiere reducir aun más las posibilidades de una reforma política amplia. ¿Cuándo se podrá tener una reforma que realmente sirva para enfrentar los graves problemas de representación, ineficacia y mediocracia que han derruido a la democracia mexicana?
Al final del periodo ordinario de sesiones de abril pasado quedaron varias importantes reformas pendientes. El Senado aprobó la reforma política, pero los diputados no tuvieron tiempo, o interés, para aprobar la minuta de los senadores. Pasaron cuatro meses en blanco y ahora de nuevo, al calor de los jalones por el presupuesto, vuelve a surgir un dictamen positivo, pero menor al de abril. ¿Quedará algo importante de la reforma política? La crisis actual de la democracia mexicana tiene muchas expresiones; por ejemplo, uno de sus rasgos más pronunciados tiene que ver con una muy deficiente representación. La desconfianza ciudadana en las instituciones políticas es otra característica. Además, tenemos un ineficiente sistema para construir consensos y legislar. Para completar el cuadro, la democracia ha sido secuestrada por dos estructuras que la estrangulan, el modelo de una partidocracia con mucho dinero y acceso a medios y una mediocracia que tiene monopolizados a los medios masivos. En los últimos años se han buscado soluciones a través de reformas que puedan recuperar la confianza ciudadana. A partir de diciembre del 2009 comenzó un intento para cambiar la dinámica de una democracia debilitada. En abril de este año la Cámara Alta aprobó un paquete de cambios en materia de participación ciudadana, como las candidaturas independientes, la iniciativa ciudadana y la consulta popular. Otras reformas menores en materia de ajuste entre poderes como la reconducción presupuestal, la ratificación de comisionados de órganos reguladores. También había cambios para modificar la relación de gobernantes y gobernados, como la reelección. En cualquier estructura institucional debe haber un diseño que integre las piezas para funcionar bien, así, por ejemplo, si se aprueban las candidaturas independientes, pero no se abren los medios, las televisoras pueden capitalizar el espacio de tal forma que sólo se agudizará la mediocracia. Igualmente, si se aprueba la reelección, pero no se tiene también la figura de la revocación de mandato, se agudizará el dominio partidocrático y no se logrará alcanzar los objetivos que se generan con este instrumento, como el acercamiento entre autoridades y ciudadanos y la profesionalización legislativa. Otra de las partes que necesitan mucha atención son los detalles de las figuras de participación directa como las consultas y las iniciativas. En algunos estados de la república tienen esas figuras, pero sus requisitos las vuelven prácticamente imposibles de realizar. Otras reformas que probablemente no representarán mayores problemas para ser aprobadas apuntan hacia instrumentos para que el Ejecutivo tenga iniciativa preferente; de la misma forma, se habla de la reconducción presupuestal, que ya existe en varias constituciones locales. Lo que queda en discusión es el veto presupuestal, como las observaciones que hizo Fox alguna vez y la Suprema Corte le dio la razón. Pero, como en otras materias, en México se legisla por pedacitos y con avances muy pequeños, es decir, en lugar de proponer una reforma que induzca la cooperación y las alianzas entre las fuerzas políticas para formar gobierno, como un mecanismo que permita pactos, coaliciones para una agenda legislativa y de gobierno, al estilo de Brasil, lo que se hace es sólo ver por la iniciativa preferente. Ahora en ambas cámaras se ha propuesto una reforma para tener un gobierno de coalición, lo cual sería positivo para el país. ¿Esas iniciativas correrán la misma suerte de las otras reformas? En el mismo sentido, en lugar de preocuparse de que los órganos reguladores y los órganos constitucionales sean realmente autónomos, la clase política sólo propone una ratificación del Legislativo a las propuestas del Ejecutivo. La irresponsabilidad de los diputados que mantiene al IFE incompleto ya va para un año y, en lugar de generar un nuevo mecanismo que resuelva de mejor forma este tipo de nombramientos, lo que tenemos es más de lo mismo, las cuotas. Además de las limitaciones de la reforma que se debate, están los tiempos, sobre todo en los cambios que tienen impacto en el proceso electoral del 2012, que se inicia formalmente en un mes, como son las candidaturas independientes o la reelección de legisladores. Se tendría que hacer un artículo transitorio para darle entrada a estas reformas y que se puedan aplicar durante la próxima elección. La minuta que aprobó el Senado tiene limitaciones importantes, y por lo que se ve del primer dictamen de los diputados, ahora se quiere reducir aun más las posibilidades de una reforma política amplia. ¿Cuándo se podrá tener una reforma que realmente sirva para enfrentar los graves problemas de representación, ineficacia y mediocracia que han derruido a la democracia mexicana?
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