jueves, 15 de septiembre de 2011

LA ACUMULACIÓN DE DATOS ECONÓMICOS MALOS SOCAVA LA REELECCIÓN DE OBAMA

El número de pobres sube, baja el nivel de ingresos y el paro se mantendrá alto
La Oficina de Presupuesto prevé un desempleo del 9% para 2012
El índice de pobreza ha crecido este año por tercera vez consecutiva
ANTONIO CAÑO - Washington - EL PAÍS
Una cascada de malos datos económicos, entre los que destaca el pronóstico de un índice de paro en torno al 9% para todo el año 2012, cayó ayer como una bomba sobre las perspectivas de reelección de Barack Obama, que esta semana recorre el país en busca de apoyo popular a su plan para revitalizar el crecimiento y combatir el desempleo. Ese plan fue ayer, por primera vez, radicalmente rechazado por la oposición republicana.
Pocas horas antes de que el presidente llegara a Ohio para "vender" a los ciudadanos sus propuestas, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), el órgano independiente más respetado en materia económica, presentó su cálculo de que el crecimiento previsto para este año será del 1,5%, y del 2,5% para el próximo año, ambas cifras por debajo de las perspectivas anteriores. Como consecuencia, el paro se mantendrá "cerca del 9% hasta finales de 2012", dijo el director de la CBO, Douglas Elmendorf.
Casi simultáneamente, la Oficina del Censo actualizó sus datos de 2009 y concluyó que el índice de pobreza ha crecido este año, por tercera vez consecutiva, hasta el 15,1% de la población, lo que confirma el efecto demoledor que está teniendo la crisis provocada por el desastre financiero de 2008.
Más de 46 millones de norteamericanos están ya por debajo del límite de pobreza, establecido en unos ingresos de 22.300 dólares (16.000 euros) anuales para una familia de cuatro miembros. Cerca de 50 millones de ciudadanos de este país carecen de seguro médico, puesto que los principales apartados de la reforma sanitaria firmada por Obama no entrarán en vigor hasta 2014. El ingreso familiar medio de los estadounidenses ha descendido hasta los 49.445 dólares anuales, un 2,3% menos que en 2009.
Todas estas cifras, aun siendo tan adversas, pueden respaldar la necesidad de aplicar algunas de las medidas propuestas por la Casa Blanca, especialmente su reforma sanitaria, que todos los candidatos republicanos han prometido abolir si obtienen la victoria el año próximo.
Mucho más inquietante resulta para Obama el pronóstico de la CBO. Ningún presidente ha sido reelegido en los últimos 60 años con niveles de paro por encima del 6%, con excepción de Ronald Reagan, que ganó las elecciones con un 7% de desempleo, pero después de haberlo rebajado tres puntos a lo largo de su primer mandato.
Obama es consciente del enorme reto que esto representa para él, y por esa razón está embarcado en una campaña para llevar a cada rincón del país el proyecto de ley contra el paro que la semana pasada anunció en un discurso ante el Congreso y que el lunes pasado tramitó de forma oficial. Esa ley prevé un gasto de más de 450.000 millones de dólares -en reducciones de impuestos a la clase media e inversiones públicas en infraestructuras- para estimular la economía.
Los republicanos, que hasta ahora habían dejado la puerta abierta a negociar algunos apartados del proyecto, rechazaron ayer rotundamente el método propuesto por la Casa Blanca para pagar por esa ley: un aumento de impuestos a los ricos.
En su presentación formal en el Capitolio, la Casa Blanca detalló que la ley contra el paro será financiada con la eliminación de las ventajas fiscales de las que gozan las familias con ingresos superiores a los 250.000 dólares anuales, las compañías de petróleo, los ejecutivos de las firmas de fondos de inversión y los propietarios de aviones privados de empresa, que pagan menos impuestos que las compañías aéreas. Todos ellos se benefician ahora de una reducción aplicada durante la Administración de George Bush que Obama quiere eliminar a final de este año.
Ese propósito está "descartado de antemano" por la oposición, según declaró ayer el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, quien advirtió de que no existe ninguna posibilidad de que el Congreso tome en consideración el plan del presidente, al que se opondrán también, según él, muchos demócratas.

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