Lucas Monjardín / elEconomista.es
El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, explicaba en el Washington Post (14/11/2010):
"Los mercados subieron y los tipos de interés a largo plazo bajaron cuando los inversores empezaron a anticipar la actuación más reciente de la Fed. Una situación financiera más favorable promoverá el crecimiento económico. Por ejemplo, unas hipotecas a tipos más bajos harán las viviendas más asequibles y permitirán que un mayor número de propietarios puedan refinanciarse. Unos tipos más bajos para las empresas incentivarán la inversión. Los precios más altos de los activos impulsarán el patrimonio de los consumidores, devolviéndoles la confianza, lo que podrá también reactivar el gasto. El aumento del gasto producirá mayores rentas y beneficios que, en un círculo virtual, darán un mayor soporte a la expansión económica".
Hoy los mercados descuentan un futuro incierto para la Unión Europea y, mientras tanto, la Reserva Federal acomete su segundo ataque para la reactivación económica a través de la denominada relajación cuantitativa mediante la compra de 600.000 millones de dólares en letras del Tesoro americano en los próximos meses.
En Europa, los mercados piden medidas igualmente radicales. Lo cierto es que el panorama se está complicando a ambos lados del Atlántico.
Y los dos problemas se han generado por idénticas causas: el aumento del endeudamiento de los gobiernos para salvar al sistema financiero otra vez, y así aumentar la liquidez en el mercado, poniendo a los contribuyentes como escudo para evitar que los especuladores (que hoy tienen los bonos de los bancos) y las instituciones financieras que actuaron negligentemente sufran pérdidas.
Llama la atención la omisión premeditada de cualquier referencia en estas medidas, una vez más, a la situación actual de las entidades financieras, máxime cuando el propio Bernanke ha reconocido públicamente que las actuaciones anteriores (idénticas a la que se lleva a cabo ahora) no han tenido ningún efecto en la velocidad del dinero o incremento de la liquidez en el mercado, la M2 [M2=M1(monedas, billetes, cuentas corrientes)+ depósitos+ cuentas de ahorro+ fondos de dinero no institucionales].
¿Por qué esta segunda oleada de liquidez va a fracasar en el intento de estimular la economía como lo hizo la primera?
Seth B.Carpenter y Selva Demiral han publicado recientemente un trabajo en la web de la Reserva Federal donde hacen ver cómo las reservas de los bancos se elevaron dramáticamente desde el principio de la crisis financiera. Las reservas han crecido asombrosamente un 2,173%, de 43.700 millones de dólares en septiembre del 2008 a 1,1 billones de dólares hoy, mientras que la M2 se ha incrementado tan sólo en un 14% y los depósitos han caído en más 140.200 millones de dólares en el mismo periodo.
Los propios oficiales de la Reserva Federal no tienen ni idea de cómo o si de si realmente funcionará esta medida. "La gran cantidad de reservas creadas en los bancos y que han sido vistas como un producto de las compras (relajación cuantitativa) parecen no tener efecto ni en el sistema financiero ni en la economía.
Esta visión no es consistente con los modelos actuales en numerosos libros de texto o con la tradición modernista de política monetaria... necesitaremos vigilar este cauce cuidadosamente", Donald Kohn, vicepresidente de la Fed en un discurso pronunciado el 24 de marzo de 2010.
El Banco de Japón intentó el famoso quantitative easing para revitalizar su economía y revertir la deflación, pero no funcionó.
Curiosamente, Donald Kohn, tras 40 años de servicio en la Reserva Federal y después de haber pronunciado este discurso en marzo, renunció acto seguido a su cargo de vicepresidente de la Fed.
Como anécdota, el Nikkei subió un 30% con el anuncio de la medida, para volver a desplomarse poco después tras la probada ineficacia de la misma. Y en Europa, tras un primer anuncio de intervención por parte de Banco Central Europeo a través de un Fondo de Rescate en mayo, hoy los mercados vuelven a caer tras comprobar que las medidas son insuficientes.
En este sentido, más chocante aún es que Ben Bernankey Blinder (1988), Kashyap y Stein (1995) remarcaran literalmente en diversas ocasiones que "el canal del crédito bancario no es operativo si los bancos obtienen otras vías de financiación externas", como es el caso actual.
Es decir, que Bernanke ya sabía en 1988 que el quantitative easing no funcionaba, pero hoy es su principal promotor. Fue el primero en recomendar al Banco de Japón que depreciara su moneda, mantuviese los tipos cercanos a cero por tiempo indefinido y que expandiera sus operaciones de mercado abierto a la compra de otros activos, como la deuda a largo plazo del Gobierno o bonos corporativos. Hoy recomienda lo mismo, a pesar de que a Japón no le hizo ningún bien.
Las palabras de Bernanke en el Washington Post demuestran una ignorancia manifiesta que se prueba con un sencillo ejercicio matemático: históricamente, un 1% de aumento en el S&P 500 se ha correspondido con un alza del 0,042% en el PIB en el mismo año, un 0,035% al año siguiente y una correlación negativa en los ejercicios sucesivos.
Asumiendo que es cierto, que no lo es que el aumento del valor del mercado eleve el crecimiento del PIB, hoy la capitalización total del S&P500 es equivalente al PIB; es decir, 14 billones de dólares.
Un avance del mercado de un 10% resultaría un alza de su valor en 1,47 billones de dólares, y tendría tan sólo un impacto de 11.300 millones de dólares sobre el PIB, además, dividido por un número de años.
Es más, si los beneficios empresariales como porcentaje del PIB permanecieran en récord históricos del 8% y se distribuyesen íntegramente a los inversores, supondrían un pago único después de impuestos de tan sólo de 904 millones de dólares.
El que las fluctuaciones de los mercados tengan un impacto tan limitado en el PIB se explica porque los inversores, de forma correcta, las perciben como no permanentes, sobre todo cuando éstas se producen por variaciones proporcionales en los fundamentales de la economía a largo plazo.
Aplazar no es la solución
En el corto plazo, han sido dos las políticas "ambas bastante preocupantes" que han permitido ir lanzando el problema hacia adelante, sin solucionarlo, para que los mercados se tomen un respiro.
Primero, la supresión de la norma contable de presentar en el balance la valoración de los activos a precios de mercado y utilizar una valoración... ¿razonable? reflejada en la caída de las provisiones en los últimos resultados de la banca en general y sus consecuentes beneficios.
En segundo lugar, la garantía de facto e incondicional de la Fed mediante la adquisición de 1,5 billones de dólares de obligaciones insolventes de Fannie y Freddie Mac, que pone a los contribuyentes en primera línea de fuego, ya que son éstos los que garantizan en última instancia su devolución íntegra, por lo que la medida, además, tiene implícito un componente fiscal.
La toma de medidas fiscales corresponde al Congreso, no a la Fed, así que, además de amoral, es inconstitucional.
La Reserva Federal no sólo está intentado tratar los síntomas del enfermo en lugar de combatir la enfermedad, y lo sabe, sino que pretende crear una nueva burbuja para solucionar la actual con idénticas y devastadoras consecuencias.
Mientras que, en Europa, cuanto más se tarde en tomar medidas que limpien el sector financiero, (no olvidemos que el problema de Irlanda viene por las garantías que el Gobierno aportó de facto al sistema financiero irlandés), más caro nos saldrá al resto de los contribuyentes.
Lucas Monjardín. Consejero delegado de Capital at Work.
El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, explicaba en el Washington Post (14/11/2010):
"Los mercados subieron y los tipos de interés a largo plazo bajaron cuando los inversores empezaron a anticipar la actuación más reciente de la Fed. Una situación financiera más favorable promoverá el crecimiento económico. Por ejemplo, unas hipotecas a tipos más bajos harán las viviendas más asequibles y permitirán que un mayor número de propietarios puedan refinanciarse. Unos tipos más bajos para las empresas incentivarán la inversión. Los precios más altos de los activos impulsarán el patrimonio de los consumidores, devolviéndoles la confianza, lo que podrá también reactivar el gasto. El aumento del gasto producirá mayores rentas y beneficios que, en un círculo virtual, darán un mayor soporte a la expansión económica".
Hoy los mercados descuentan un futuro incierto para la Unión Europea y, mientras tanto, la Reserva Federal acomete su segundo ataque para la reactivación económica a través de la denominada relajación cuantitativa mediante la compra de 600.000 millones de dólares en letras del Tesoro americano en los próximos meses.
En Europa, los mercados piden medidas igualmente radicales. Lo cierto es que el panorama se está complicando a ambos lados del Atlántico.
Y los dos problemas se han generado por idénticas causas: el aumento del endeudamiento de los gobiernos para salvar al sistema financiero otra vez, y así aumentar la liquidez en el mercado, poniendo a los contribuyentes como escudo para evitar que los especuladores (que hoy tienen los bonos de los bancos) y las instituciones financieras que actuaron negligentemente sufran pérdidas.
Llama la atención la omisión premeditada de cualquier referencia en estas medidas, una vez más, a la situación actual de las entidades financieras, máxime cuando el propio Bernanke ha reconocido públicamente que las actuaciones anteriores (idénticas a la que se lleva a cabo ahora) no han tenido ningún efecto en la velocidad del dinero o incremento de la liquidez en el mercado, la M2 [M2=M1(monedas, billetes, cuentas corrientes)+ depósitos+ cuentas de ahorro+ fondos de dinero no institucionales].
¿Por qué esta segunda oleada de liquidez va a fracasar en el intento de estimular la economía como lo hizo la primera?
Seth B.Carpenter y Selva Demiral han publicado recientemente un trabajo en la web de la Reserva Federal donde hacen ver cómo las reservas de los bancos se elevaron dramáticamente desde el principio de la crisis financiera. Las reservas han crecido asombrosamente un 2,173%, de 43.700 millones de dólares en septiembre del 2008 a 1,1 billones de dólares hoy, mientras que la M2 se ha incrementado tan sólo en un 14% y los depósitos han caído en más 140.200 millones de dólares en el mismo periodo.
Los propios oficiales de la Reserva Federal no tienen ni idea de cómo o si de si realmente funcionará esta medida. "La gran cantidad de reservas creadas en los bancos y que han sido vistas como un producto de las compras (relajación cuantitativa) parecen no tener efecto ni en el sistema financiero ni en la economía.
Esta visión no es consistente con los modelos actuales en numerosos libros de texto o con la tradición modernista de política monetaria... necesitaremos vigilar este cauce cuidadosamente", Donald Kohn, vicepresidente de la Fed en un discurso pronunciado el 24 de marzo de 2010.
El Banco de Japón intentó el famoso quantitative easing para revitalizar su economía y revertir la deflación, pero no funcionó.
Curiosamente, Donald Kohn, tras 40 años de servicio en la Reserva Federal y después de haber pronunciado este discurso en marzo, renunció acto seguido a su cargo de vicepresidente de la Fed.
Como anécdota, el Nikkei subió un 30% con el anuncio de la medida, para volver a desplomarse poco después tras la probada ineficacia de la misma. Y en Europa, tras un primer anuncio de intervención por parte de Banco Central Europeo a través de un Fondo de Rescate en mayo, hoy los mercados vuelven a caer tras comprobar que las medidas son insuficientes.
En este sentido, más chocante aún es que Ben Bernankey Blinder (1988), Kashyap y Stein (1995) remarcaran literalmente en diversas ocasiones que "el canal del crédito bancario no es operativo si los bancos obtienen otras vías de financiación externas", como es el caso actual.
Es decir, que Bernanke ya sabía en 1988 que el quantitative easing no funcionaba, pero hoy es su principal promotor. Fue el primero en recomendar al Banco de Japón que depreciara su moneda, mantuviese los tipos cercanos a cero por tiempo indefinido y que expandiera sus operaciones de mercado abierto a la compra de otros activos, como la deuda a largo plazo del Gobierno o bonos corporativos. Hoy recomienda lo mismo, a pesar de que a Japón no le hizo ningún bien.
Las palabras de Bernanke en el Washington Post demuestran una ignorancia manifiesta que se prueba con un sencillo ejercicio matemático: históricamente, un 1% de aumento en el S&P 500 se ha correspondido con un alza del 0,042% en el PIB en el mismo año, un 0,035% al año siguiente y una correlación negativa en los ejercicios sucesivos.
Asumiendo que es cierto, que no lo es que el aumento del valor del mercado eleve el crecimiento del PIB, hoy la capitalización total del S&P500 es equivalente al PIB; es decir, 14 billones de dólares.
Un avance del mercado de un 10% resultaría un alza de su valor en 1,47 billones de dólares, y tendría tan sólo un impacto de 11.300 millones de dólares sobre el PIB, además, dividido por un número de años.
Es más, si los beneficios empresariales como porcentaje del PIB permanecieran en récord históricos del 8% y se distribuyesen íntegramente a los inversores, supondrían un pago único después de impuestos de tan sólo de 904 millones de dólares.
El que las fluctuaciones de los mercados tengan un impacto tan limitado en el PIB se explica porque los inversores, de forma correcta, las perciben como no permanentes, sobre todo cuando éstas se producen por variaciones proporcionales en los fundamentales de la economía a largo plazo.
Aplazar no es la solución
En el corto plazo, han sido dos las políticas "ambas bastante preocupantes" que han permitido ir lanzando el problema hacia adelante, sin solucionarlo, para que los mercados se tomen un respiro.
Primero, la supresión de la norma contable de presentar en el balance la valoración de los activos a precios de mercado y utilizar una valoración... ¿razonable? reflejada en la caída de las provisiones en los últimos resultados de la banca en general y sus consecuentes beneficios.
En segundo lugar, la garantía de facto e incondicional de la Fed mediante la adquisición de 1,5 billones de dólares de obligaciones insolventes de Fannie y Freddie Mac, que pone a los contribuyentes en primera línea de fuego, ya que son éstos los que garantizan en última instancia su devolución íntegra, por lo que la medida, además, tiene implícito un componente fiscal.
La toma de medidas fiscales corresponde al Congreso, no a la Fed, así que, además de amoral, es inconstitucional.
La Reserva Federal no sólo está intentado tratar los síntomas del enfermo en lugar de combatir la enfermedad, y lo sabe, sino que pretende crear una nueva burbuja para solucionar la actual con idénticas y devastadoras consecuencias.
Mientras que, en Europa, cuanto más se tarde en tomar medidas que limpien el sector financiero, (no olvidemos que el problema de Irlanda viene por las garantías que el Gobierno aportó de facto al sistema financiero irlandés), más caro nos saldrá al resto de los contribuyentes.
Lucas Monjardín. Consejero delegado de Capital at Work.
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