lunes, 20 de diciembre de 2010

¡PELIGRO! INICIARÁ EL QUINTO AÑO DE CALDERÓN

Antonio Navalón / El Universal
El año que empezará, este próximo 2011, es el quinto año del sexenio del presidente Felipe Calderón: la testosterona al límite.
Todo está escrito ya, todo pasó antes, sin embargo, se nos olvida lo que ya sabemos: el deseo de protagonismo, de pasar a la historia —sin importar muchas veces si ese paso es negativo—, invade la figura presidencial durante el terrible quinto año de gobierno, por eso tengo miedo.
En el quinto año de su sexenio, Díaz Ordaz hizo aquella declaración que hasta hoy resuena: “Asumo la responsabilidad ética, moral, jurídica e histórica con relación a los hechos ocurridos en Tlatelolco”.
Para Echeverría, en su quinto año de mandato fue asesinado el empresario regiomontano don Eugenio Garza Sada; se eliminó la guerrilla y finalizó el sueño autogestionario.
Durante el año cinco del gobierno de López Portillo, su testosterona se manifestó primero, mediante su frase entusiasta pero sin éxito de “defenderé el peso como un perro” y luego, nacionalizando la banca; un año después el gobierno se vio forzado a declararse en moratoria de pagos y devaluó de 22 a 70 pesos por dólar.
Miguel de la Madrid era un hombre mucho más tranquilo, no obstante, su sexenio en el quinto terrible año se marcó por una devaluación más, de golpe la moneda mexicana cayó 55%, y eso que en teoría, con su gobierno vendría la paz y la estabilidad.
En el sexenio de Salinas de Gortari, el quinto año fue el mejor y el peor. El mejor porque terminó el TLC y reformó las relaciones del Estado con la iglesia y El Vaticano; el peor porque el 24 de mayo de 1993 fue asesinado el Cardenal Posadas Ocampo en Guadalajara y posteriormente las semillas del mal —que lo harían estallar todo— empezaron a germinar en forma de brindis al final de aquél año… También a ese quinto año corresponde esa declaración sobre la oposición del demócrata Salinas: “ni los veo, ni los oigo”.
Para Zedillo, todos los años fueron constantes en su testosterona. En su quinto año se logró un crecimiento económico de 7% y, por supuesto, fue el inicio de esa amenaza latente del Fobaproa y su contabilidad fantasma; lo demás fue, como todo con el doctor, permanente y sin sobresaltos.
Vicente Fox, el presidente del cambio y la esperanza, el que sí nos decepcionó, en su quinto año la testosterona le dio para el desafuero de López Obrador, y en aquella ocasión no dijo “¿y yo por qué?”.
El año que está por empezar, el 2011, será el quinto de Felipe Calderón. Si él ha jurado que hará todo lo posible para que el pasado no vuelva; si en cuatro años hemos logrado un récord histórico en muertos; si se autonombró el “presidente del empleo” y la gente no encuentra trabajo, si este es el sexenio de la violencia, yo solamente deseo que al terminar su quinto año se haya interrumpido la tendencia y no sea la sangre lo que lo caracterice.
Mientras tanto, me preparo para la gran novedad política del año que viene: una mujer candidata del PAN.
¡Feliz, seguro y sano 2011!
… los veo en enero.
Analista

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