sábado, 18 de diciembre de 2010

UNA ECONOMÍA MEDIOCRE, LA APUESTA OFICIAL

Orlando Delgado Selley / Proceso
Junto con la reciente solicitud al Fondo Monetario Internacional (FMI) de una línea de crédito “precautorio” por 73 mil millones de dólares, el gobierno mexicano colocó en los mercados financieros internacionales, en octubre, 1,000 millones de dólares en bonos a 100 años, a una tasa de 6.1% anual.
En el anuncio del crédito con el FMI, Calderón dijo que está blindando a la economía de posibles choques externos. Esto de los choques externos les ha preocupado desde hace tiempo. A principios de año la Comisión de Cambios, presidida por el secretario de Hacienda, y formada por funcionarios de la dependencia y del Banco de México, le solicitó a éste que acumulara reservas justamente para proteger la economía de esa posibilidad. Así que el gobierno espera que las cosas en el mundo se compliquen y se está preparando para ello.
La colocación de bonos a 100 años es indicativa de la manera en que este gobierno entiende al país y, más importante aún, da cuenta del papel que los funcionarios panistas suponen para México en el futuro.
En el mundo este es el siglo de los países emergentes: primero se habló de los BRIC (Brasil, Rusia, India, China) como los grandes protagonistas en 2020-2030 y ahora que ya lo son. Se habla de los países EAGLEs (acrónimo de Emerging and Growth-Leading Economies: economías emergentes y líderes del crecimiento), en el que se incluye a Turquía, Indonesia, Corea e, incluso, a México, que serán trascendentes en la dinámica de la economía mundial tras la consolidación de China e India.
Esta trascendencia esperada se funda en que la nueva estructura económica surgida de la crisis bancaria establece que los países desarrollados crecerán lentamente, perdiendo protagonismo.
Mientras en el mundo hay quienes sostienen que México tiene esa posibilidad, aquí el gobierno emite deuda a 100 años a tasas que resultan altas ahora, pero que serían escandalosas si el escenario fuera de crecimiento intenso y equilibrado.
Para los funcionarios de Hacienda, la colocación es un enorme éxito por el plazo, pero en realidad es lamentable por la tasa ofrecida y aceptada por los inversionistas. La tasa que pagará el gobierno será de 6.1% anual, más el riesgo cambiario. Muy alta si se compara con el 3.5% que pagó España en la emisión del 14 de diciembre pasado, en una situación crítica por el ataque especulativo.
Pero eso muestra que, para el gobierno actual, México seguirá siendo un país mediocre los próximos 100 años. La apuesta de un partido que pretende seguir gobernando a México es que seguiremos siendo un país de tercer nivel, que debe seguir pagando altísimos rendimientos a los inversores extranjeros para financiarse.
El gobierno se prepara para un posible choque externo. Sin embargo, lo que es mucho más relevante es que el choque interno no es una posibilidad, sino una certeza. La crisis afectó duramente a la economía porque se originó en Estados Unidos, destino del grueso de las exportaciones producidas en tierras mexicanas, aunque no de mexicanos, y porque el gobierno se negó a instrumentar una estrategia que sustituyera el dinamismo externo por fuentes internas de crecimiento. Los panistas prefirieron mantener las finanzas públicas con un déficit muy pequeño, aunque ello implicara que cientos de miles de asalariados fueran despedidos y que se encontraran sin ningún respaldo estatal.
El gobierno presume que, a diferencia de las dificultades que están viviendo países europeos como Grecia, Irlanda, Portugal, España e, incluso, Italia, nosotros estamos en una situación financieramente cómoda. Lo que no dice, porque no le interesa, es que en esos países el endeudamiento público sirvió para defender los niveles de vida de sus poblaciones a través de subsidios para los desempleados, mayores gastos sociales, de modo que la contracción del gasto público provocará un deterioro que, aunque será notorio, les dejará en condiciones extremadamente cómodas si se comparan con las que vive la mayoría de la población en México.
El endeudamiento de esos gobiernos expresa la responsabilidad incluso legal para defender las condiciones de vida de la población. Nuestro gobierno tiene una deuda que representa apenas el 30.7% del PIB, por debajo de la media de los países de la OCDE, pero por arriba del promedio latinoamericano, pero las condiciones de vida de la población son complicadas.
Así que conviene reconocer que en Grecia, Irlanda, Portugal y España, pese a que sus gobiernos han decidido atender los reclamos de inversionistas sin escrúpulos, afectando a su población, la gente vive en condiciones muy ventajosas frente a lo que pasa en nuestro país.
Hace apenas unos días en España se vivió un largo puente vacacional, del 3 al 8 de diciembre, en el que ocurrió el paro de los controladores aéreos, que dejó varados en los aeropuertos españoles a 650 mil personas que viajaban en avión, sin mencionar carreteras, tren u otro medio a tomar sol en el sur del país, a Portugal o a cualquier sitio. Lo cierto es que en medio de una dura crisis, con reducciones al gasto público que han provocado huelgas generales como la de fines de septiembre, con un desempleo cercano al 20%, los españoles salían de vacaciones.
La población mexicana, en cambio, con una crisis que redujo el PIB más del 6% el año pasado, con un desempleo alto, con niveles de subempleo impresionantes, con reducciones a los salarios promedios reales de casi 8% en los dos últimos años y de 2% en los mínimos reales, se dispone a pasar los días de descanso en sus casas.
El grueso de las familias mexicanas vive condiciones más difíciles, respecto de las que han vivido desde que se implementaran las reformas neoliberales. Para otros países latinoamericanos, como Argentina y Brasil, la crisis fue superada con incrementos importantes de 9.3 y 6.8% en los salarios reales promedio.
Para nosotros, la crisis empezó hace muchos años. No hemos tenido una bonanza como la vivida por la población española en los noventa del siglo pasado y en los primeros años de este siglo. Tenemos un gobierno que enfrenta la crisis protegiendo sus finanzas y no a su población. Nuestras necesidades, en consecuencia, son apremiantes. El choque externo agravó las condiciones internas.
Es engañoso decir, como lo hace Carstens, que tener unas reservas que pudieran llegar a 200 mil millones de dólares –la suma del crédito flexible del FMI y las reservas internacionales del banco central-- permitirán un crecimiento vigoroso en los años próximos, cuando lo que se requiere es que ese crecimiento sea inmediato.
Es totalmente desconsiderado prometer que, frente a un escenario externo conflictivo, la economía no sufrirá, cuando ya está sufriendo las consecuencias de un escenario externo desfavorable. Por eso estamos como estamos.

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