Luis Soto / El Financiero
Dentro de las miles de propuestas que ha recibido la Fundación Colosio, en la consulta popular "Programa para México; por un país con rumbo", con la que el PRI quiere mostrarse democrático, incluyente y diferente, y de paso hacerle creer a la sociedad que han tomado muy en serio la recomendación del senador Manlio Fabio Beltrones de que "Primero el Programa y después el hombre", existe un documento que debería llamar la atención de aquellos priistas que dicen estar preocupados por los jodidos del campo mexicano.
Lejos de lo que cualquiera pueda pensar, los autores de la propuesta no son los "grillos" de la CNC, ni del CAP, ni de ninguna de esas organizaciones campesinas "progresistas". La elaboró Albero Vega Aguilar, presidente de la Asociación Política Nacional México Nuevo (Culiacán); exdirector de agronegocios de Caades y de la Asociación de Agricultores del río Culiacán. y obviamente especialista en la materia. ¡Ah, y "priista de hueso colorado"! Juan de Dios Trujillo, investigador en economía agrícola de la Universidad Autónoma de Sinaloa; Marco Antonio Galindo, director de Estudios Económicos del Consejo Nacional Agropecuario, y Ermes Medina, catedrático y especialista en desarrollo regional, participaron en la elaboración del documento donde exponen su visión del sector agroalimentario y rural
Vega Aguilar propone la definición de nuevas políticas públicas que atiendan y expresen a cabalidad las necesidades según su estructura agraria y de ventajas comparativas por regiones y actividades. Para lograrlo, dice, "necesitamos un priismo responsable, preparado, abierto a la sociedad, un priismo con visión de Estado y de futuro, un priismo que le dé fe y esperanza a todos los mexicanos, un priismo capaz de adaptarse a los nuevos tiempos, que escuche, que rompa paradigmas, que acepte su fallas y potencialice sus virtudes, un priismo unido e incluyente, humilde y propositivo". ¡A ver quién es capaz de construir ese PRI!, gritan los malosos del partido.
El autor de la propuesta apunta: La integración de las economías mundiales ha elevado el nivel de competencia, las reformas estructurales y la liberación de los mercados han distorsionado el contexto mundial y México se ha visto seriamente afectado y en especial nuestro sector primario, hoy está más que probado que el comercio internacional por sí solo no ha sido capaz ni suficiente para conducir el crecimiento y menos aún de reducir los índices de pobreza. ¡Tómenla, "agroyuppies"!
Desafortunadamente, agrega, la población marginada y los millones de pobres del sector rural del país sólo han estado presentes en el discurso para justificar esta política económica; si bien es cierto, no podemos negar la estabilidad macroeconómica y el nivel de reservas internacionales y control de la inflación que tiene nuestro país. (Hasta nos premian por ese buen comportamiento, acota el columnista.) Pero tampoco podemos negar el enorme grado de improvisación, la falta de sensibilidad política y la carencia de políticas públicas de largo plazo y diferenciadas del actual gobierno, el punto que más duele de esto es que el crecimiento y desarrollo no llegan a la mayoría de la población, la pobreza sigue creciendo y el sector rural agoniza. ¡Vuelvan a tomarla, ca...nijos!
Y documenta Vega Aguilar: Hoy nuestro sector rural presenta realidades con grandes asimetrías, la brecha se ensancha más cada día; por un lado, una parte del sector con acceso al financiamiento, integrados a la red de valor, al desarrollo tecnológico, a los mercados y a los apoyos gubernamentales. Por el otro, desesperación y desesperanza, pobreza y coraje; marginación, migración y exclusión social. Derivado de esto, es importante reconocer que en la actualidad el consenso de las políticas públicas a nivel nacional es negativo y tienen poca credibilidad, se justifica y se vanagloria el incremento en el presupuesto federal pero su relación directa con el desarrollo no llega, mucho gasto pero muy pobres resultados. Los programas son inequitativos y vemos un federalismo estrangulado por las reglas de operación, la burocracia y la corrupción, atizando al conflicto en los sectores y al descontento social. Vemos a los estados y municipios atados de manos, con poco margen de maniobra, con muy poco conocimiento en gestión pública, que se traduce en subejercicios que ofenden y limitan el crecimiento y desarrollo del sector. Además, vemos políticas y acciones reactivas a problemas coyunturales o presiones que dan mucho espacio a la improvisación y a la discrecionalidad, a la atención inadecuada a las fallas del mercado, a la atención aparente de la pobreza, a los esquemas de pago que son lentos y carentes de oportunidad.
Hoy el sector primario y rural presenta saldos comerciales y de crecimiento negativo, inequidad social, sobreexplotación de los recursos naturales, poco acceso a la tecnología y al conocimiento; está desarticulado, carece de una visión sistémica e integral y de una atención seria a los problemas de cambio climático y sustentabilidad, afirma Vega Aguilar. Y Remata: Finalmente es impostergable establecer que la producción de alimentos es un tema de seguridad nacional, que el sector rural representa cohesión social y debe atenderse con prontitud y estrategia de largo plazo, que es necesario darle seguridad, ocupación y desarrollo a millones de agricultores, pescadores, ganaderos, pequeñas industrias agroalimentarias, apicultores y a todos los actores del sector y sus redes de valor si queremos garantizar paz social y crecimiento; es momento ya de pagarles la factura. La participación del Estado debe ser más estratégica; debemos de considerar seriamente dejar el pasado atrás, así como a las cargas ideológicas que nos detienen; hoy nuestro sector rural quiere crecimiento, conocimiento, educación, desarrollo. Ya no quiere demagogia ni promesas, mucho menos gobiernos improvisados, quiere oportunidades, quiere aportar a México.
¿Así o más claro?, podrían preguntarle a Marco Antonio Bernal, presidente de la Fundación Colosio.
Dentro de las miles de propuestas que ha recibido la Fundación Colosio, en la consulta popular "Programa para México; por un país con rumbo", con la que el PRI quiere mostrarse democrático, incluyente y diferente, y de paso hacerle creer a la sociedad que han tomado muy en serio la recomendación del senador Manlio Fabio Beltrones de que "Primero el Programa y después el hombre", existe un documento que debería llamar la atención de aquellos priistas que dicen estar preocupados por los jodidos del campo mexicano.
Lejos de lo que cualquiera pueda pensar, los autores de la propuesta no son los "grillos" de la CNC, ni del CAP, ni de ninguna de esas organizaciones campesinas "progresistas". La elaboró Albero Vega Aguilar, presidente de la Asociación Política Nacional México Nuevo (Culiacán); exdirector de agronegocios de Caades y de la Asociación de Agricultores del río Culiacán. y obviamente especialista en la materia. ¡Ah, y "priista de hueso colorado"! Juan de Dios Trujillo, investigador en economía agrícola de la Universidad Autónoma de Sinaloa; Marco Antonio Galindo, director de Estudios Económicos del Consejo Nacional Agropecuario, y Ermes Medina, catedrático y especialista en desarrollo regional, participaron en la elaboración del documento donde exponen su visión del sector agroalimentario y rural
Vega Aguilar propone la definición de nuevas políticas públicas que atiendan y expresen a cabalidad las necesidades según su estructura agraria y de ventajas comparativas por regiones y actividades. Para lograrlo, dice, "necesitamos un priismo responsable, preparado, abierto a la sociedad, un priismo con visión de Estado y de futuro, un priismo que le dé fe y esperanza a todos los mexicanos, un priismo capaz de adaptarse a los nuevos tiempos, que escuche, que rompa paradigmas, que acepte su fallas y potencialice sus virtudes, un priismo unido e incluyente, humilde y propositivo". ¡A ver quién es capaz de construir ese PRI!, gritan los malosos del partido.
El autor de la propuesta apunta: La integración de las economías mundiales ha elevado el nivel de competencia, las reformas estructurales y la liberación de los mercados han distorsionado el contexto mundial y México se ha visto seriamente afectado y en especial nuestro sector primario, hoy está más que probado que el comercio internacional por sí solo no ha sido capaz ni suficiente para conducir el crecimiento y menos aún de reducir los índices de pobreza. ¡Tómenla, "agroyuppies"!
Desafortunadamente, agrega, la población marginada y los millones de pobres del sector rural del país sólo han estado presentes en el discurso para justificar esta política económica; si bien es cierto, no podemos negar la estabilidad macroeconómica y el nivel de reservas internacionales y control de la inflación que tiene nuestro país. (Hasta nos premian por ese buen comportamiento, acota el columnista.) Pero tampoco podemos negar el enorme grado de improvisación, la falta de sensibilidad política y la carencia de políticas públicas de largo plazo y diferenciadas del actual gobierno, el punto que más duele de esto es que el crecimiento y desarrollo no llegan a la mayoría de la población, la pobreza sigue creciendo y el sector rural agoniza. ¡Vuelvan a tomarla, ca...nijos!
Y documenta Vega Aguilar: Hoy nuestro sector rural presenta realidades con grandes asimetrías, la brecha se ensancha más cada día; por un lado, una parte del sector con acceso al financiamiento, integrados a la red de valor, al desarrollo tecnológico, a los mercados y a los apoyos gubernamentales. Por el otro, desesperación y desesperanza, pobreza y coraje; marginación, migración y exclusión social. Derivado de esto, es importante reconocer que en la actualidad el consenso de las políticas públicas a nivel nacional es negativo y tienen poca credibilidad, se justifica y se vanagloria el incremento en el presupuesto federal pero su relación directa con el desarrollo no llega, mucho gasto pero muy pobres resultados. Los programas son inequitativos y vemos un federalismo estrangulado por las reglas de operación, la burocracia y la corrupción, atizando al conflicto en los sectores y al descontento social. Vemos a los estados y municipios atados de manos, con poco margen de maniobra, con muy poco conocimiento en gestión pública, que se traduce en subejercicios que ofenden y limitan el crecimiento y desarrollo del sector. Además, vemos políticas y acciones reactivas a problemas coyunturales o presiones que dan mucho espacio a la improvisación y a la discrecionalidad, a la atención inadecuada a las fallas del mercado, a la atención aparente de la pobreza, a los esquemas de pago que son lentos y carentes de oportunidad.
Hoy el sector primario y rural presenta saldos comerciales y de crecimiento negativo, inequidad social, sobreexplotación de los recursos naturales, poco acceso a la tecnología y al conocimiento; está desarticulado, carece de una visión sistémica e integral y de una atención seria a los problemas de cambio climático y sustentabilidad, afirma Vega Aguilar. Y Remata: Finalmente es impostergable establecer que la producción de alimentos es un tema de seguridad nacional, que el sector rural representa cohesión social y debe atenderse con prontitud y estrategia de largo plazo, que es necesario darle seguridad, ocupación y desarrollo a millones de agricultores, pescadores, ganaderos, pequeñas industrias agroalimentarias, apicultores y a todos los actores del sector y sus redes de valor si queremos garantizar paz social y crecimiento; es momento ya de pagarles la factura. La participación del Estado debe ser más estratégica; debemos de considerar seriamente dejar el pasado atrás, así como a las cargas ideológicas que nos detienen; hoy nuestro sector rural quiere crecimiento, conocimiento, educación, desarrollo. Ya no quiere demagogia ni promesas, mucho menos gobiernos improvisados, quiere oportunidades, quiere aportar a México.
¿Así o más claro?, podrían preguntarle a Marco Antonio Bernal, presidente de la Fundación Colosio.
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