lunes, 24 de octubre de 2011

PONER LA OTRA MEJILLA

WEI GU / EL PAÍS
Pekín ha atacado un discutible proyecto de ley estadounidense sobre el valor de su moneda. El enfado chino es comprensible. Pero empezar una guerra dialéctica le puede alejar de los partidarios que le quedan y puede hacer que haya más probabilidades de que se apruebe el proyecto de ley.
El planteamiento de China se ha endurecido a medida que su economía se ha fortalecido. El Ministerio de Comercio dijo el 19 de octubre que el nuevo proyecto de ley, que podría usar el valor del yuan para justificar los aranceles comerciales, viola las normas internacionales y merece represalias. Después de que el Senado lo aprobara en una primera votación la pasada semana, tres ministros chinos tomaron la inusual decisión de hacer públicas unas declaraciones mordaces.
La fuerte reacción resulta probablemente innecesaria. John Boehner, el portavoz del Congreso, afirma que el proyecto de ley supone "un riesgo muy grave" de iniciar una guerra comercial y ha amenazado con impedir que se celebre la votación. Si cambiase su postura, el proyecto de ley probablemente se aprobaría: 225 legisladores del Congreso han firmado como coproponentes. Eso pondría al presidente Barack Obama, que se está preparando para la reelección el próximo año, en aprietos para desafiar la opinión popular y vetarlo. Una actitud china demasiado furiosa podría hacerle cambiar de parecer.
Puede que Pekín sienta que ha perdido su apoyo fundamental. Antes podía confiar en grupos empresariales como la Cámara de Comercio de EE UU para argumentar en contra de los bloqueos comerciales. Muchas empresas estadounidenses fabrican productos en China y les gravarían con impuestos a la importación. Pero con un desempleo en Estados Unidos cercano al 10%, pocas personas se atreven a asomar la cabeza. También están pasando una época más difícil en China: el país perdió cuatro puestos y descendió hasta el 91º en el último índice de Facilidad para Hacer Negocios del Banco Mundial.
Si el proyecto se aprobase, China podría tener problemas. Las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre subvenciones al comercio son imprecisas, y Estados Unidos tiene una influencia importante sobre la OMC. Los planteamientos más moderados, incluidos los anuncios llamativos en el Times Square neoyorquino, no han tenido éxito hasta el momento. Las campañas de presión de la embajada china dirigidas a los ayudantes de los legisladores estadounidenses no serán tan eficaces como las objeciones de las propias empresas estadounidenses. Pero siempre y cuando Pekín no recurra a las armas importantes, debería imponerse el sentido común.

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