Alejandro Gómez Tamez / El Financiero
Una de las más importantes transformaciones que efectivamente tuvo la economía mexicana a finales del siglo pasado fue el instaurar un sistema de ahorro para el retiro. Gracias a este esquema se le obliga a los trabajadores a ahorrar parte de su salario, él cual es complementado con una aportación del patrón, y esto ha provocado que el ahorro interno como porcentaje del Producto Interno Bruto haya pasado de 14.8% en 1994 hasta 25% en 2006, para luego descender a 20% en el año 2010 (según cifras del Banco Mundial).
Sin embargo, hay otras fuentes que indican que en México el tamaño del sector financiero equivale a 25% del producto interno bruto, esto es equivalente a unos 3.5 billones de pesos, sobre un PIB de 14.1 billones de pesos.
Sea como sea, estos datos implican que el ahorro interno en nuestro país como porcentaje del PIB es el doble que el de naciones como Estados Unidos (11% en 2009).
La teoría económica claramente señala que el ahorro es igual a la inversión (productiva) y por lo tanto se puede señalar que cuando un país quiere elevar sus niveles de inversión productiva, forzosamente requiere de aumentar sus niveles de ahorro, ya sea interno o externo.
Así pues, con niveles de ahorro tan elevados (25% del PIB) deberíamos estar creciendo a tasas mucho más elevadas que las actuales y de hecho los recursos prestables para empresas e hipotecas deberían estar accesibles a una tasa de interés más baja. Sin embargo, la realidad mexicana nos muestra que las tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto son bastante mediocres, ya que éstas promediaron apenas 2.1% en el periodo del primer trimestre de 2000 al segundo trimestre de 2011.
Cabe señalar que estos resultados contradicen los que los modelos de crecimiento de Robert Solow y el de Harrod y Domar predicen que sucedería. Estos modelos en resumidas cuentas visualizan al ahorro como una condición necesaria para que existan las condiciones básicas para el crecimiento económico sostenido pueda darse. Desde luego que sería muy ambicioso pretender explicar en este breve artículo editorial el por qué México no crece a tasas más elevadas no obstante que tiene ese importante monto de recursos prestables en la forma de ahorro interno.
Lo que si vale la pena señalar es que a “falta de oportunidades” de inversión atractiva en México, las Administradoras de Fondos del Retiro (mejor conocidas como Afores) están enviando al extranjero miles de millones de pesos que efectivamente son prestados o invertidos en empresas de otros países. Así, en lugar de que los ahorros de los trabajadores mexicanos sean empleados para apoyar la planta productiva nacional (las empresas en las que trabajan), éstos son usados en beneficio de las empresas y trabajadores de otros países.
Y es que en la semana que concluye se informó que en la actualidad hay recursos de trabajadores mexicanos por 292,637 millones de pesos, que están depositados en el sistema de Afores, que han sido transferidos al exterior para financiar empresas.
Y ante esto no cabe más que la indignación, ya que si bien las Afores deben garantizar un rendimiento para los trabajadores, es una vergüenza que haya en México tantas empresas que requieren financiamiento y no lo obtengan. ¿Cuántos empleos se podrían crear en México si las empresas que están urgidas de un crédito para expandirse lo obtuvieran a una tasa del 10%? Sin duda son muchos, y lo malo es que quienes deberían brindar ese financiamiento a empresas mexicanas si estén prestando recursos a empresas de otras naciones a través de la adquisición de bonos o acciones de firmas privadas en otros mercados.
Según estadísticas oficiales de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), las Afores manejan recursos de los trabajadores por 2 billones 341 mil 102 millones de pesos, lo cual equivale a 16% del Producto Interno Bruto. Así pues, todos estos datos implican que las Afores tienen invertidos fuera del país 292,637 millones de pesos, cantidad que equivale a 12.5% del total de los recursos propiedad de los trabajadores.
De esa suma, 222,404 millones de pesos han sido empleados para la compra de acciones de empresas que cotizan en mercados bursátiles fuera del país y el resto, 70,233 millones de pesos, en bonos de deuda internacional.
Ante todo esto no debemos perder de vista que una enorme cantidad de Afores pertenecen a grupos financieros, y éstos pertenecen a extranjeros como españoles, canadienses y estadounidenses. Así, nuevamente vemos como el sistema financiero nacional no está comprometido con el desarrollo del país como debería, sino que éste sirve a intereses extranjeros.
Es de esperarse que las Afores digan que ellos tienen como prioridad buscar los mayores rendimientos para los trabajadores, pero también es un hecho que muchas empresas mexicanas están cerrando sus puertas por falta de acceso al financiamiento a tasas competitivas, por lo que es injusto que estén cerrando las fuentes de empleo de los trabajadores mexicanos y sus ahorros beneficien a los empresarios y trabajadores de otras naciones.
Una de las más importantes transformaciones que efectivamente tuvo la economía mexicana a finales del siglo pasado fue el instaurar un sistema de ahorro para el retiro. Gracias a este esquema se le obliga a los trabajadores a ahorrar parte de su salario, él cual es complementado con una aportación del patrón, y esto ha provocado que el ahorro interno como porcentaje del Producto Interno Bruto haya pasado de 14.8% en 1994 hasta 25% en 2006, para luego descender a 20% en el año 2010 (según cifras del Banco Mundial).
Sin embargo, hay otras fuentes que indican que en México el tamaño del sector financiero equivale a 25% del producto interno bruto, esto es equivalente a unos 3.5 billones de pesos, sobre un PIB de 14.1 billones de pesos.
Sea como sea, estos datos implican que el ahorro interno en nuestro país como porcentaje del PIB es el doble que el de naciones como Estados Unidos (11% en 2009).
La teoría económica claramente señala que el ahorro es igual a la inversión (productiva) y por lo tanto se puede señalar que cuando un país quiere elevar sus niveles de inversión productiva, forzosamente requiere de aumentar sus niveles de ahorro, ya sea interno o externo.
Así pues, con niveles de ahorro tan elevados (25% del PIB) deberíamos estar creciendo a tasas mucho más elevadas que las actuales y de hecho los recursos prestables para empresas e hipotecas deberían estar accesibles a una tasa de interés más baja. Sin embargo, la realidad mexicana nos muestra que las tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto son bastante mediocres, ya que éstas promediaron apenas 2.1% en el periodo del primer trimestre de 2000 al segundo trimestre de 2011.
Cabe señalar que estos resultados contradicen los que los modelos de crecimiento de Robert Solow y el de Harrod y Domar predicen que sucedería. Estos modelos en resumidas cuentas visualizan al ahorro como una condición necesaria para que existan las condiciones básicas para el crecimiento económico sostenido pueda darse. Desde luego que sería muy ambicioso pretender explicar en este breve artículo editorial el por qué México no crece a tasas más elevadas no obstante que tiene ese importante monto de recursos prestables en la forma de ahorro interno.
Lo que si vale la pena señalar es que a “falta de oportunidades” de inversión atractiva en México, las Administradoras de Fondos del Retiro (mejor conocidas como Afores) están enviando al extranjero miles de millones de pesos que efectivamente son prestados o invertidos en empresas de otros países. Así, en lugar de que los ahorros de los trabajadores mexicanos sean empleados para apoyar la planta productiva nacional (las empresas en las que trabajan), éstos son usados en beneficio de las empresas y trabajadores de otros países.
Y es que en la semana que concluye se informó que en la actualidad hay recursos de trabajadores mexicanos por 292,637 millones de pesos, que están depositados en el sistema de Afores, que han sido transferidos al exterior para financiar empresas.
Y ante esto no cabe más que la indignación, ya que si bien las Afores deben garantizar un rendimiento para los trabajadores, es una vergüenza que haya en México tantas empresas que requieren financiamiento y no lo obtengan. ¿Cuántos empleos se podrían crear en México si las empresas que están urgidas de un crédito para expandirse lo obtuvieran a una tasa del 10%? Sin duda son muchos, y lo malo es que quienes deberían brindar ese financiamiento a empresas mexicanas si estén prestando recursos a empresas de otras naciones a través de la adquisición de bonos o acciones de firmas privadas en otros mercados.
Según estadísticas oficiales de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), las Afores manejan recursos de los trabajadores por 2 billones 341 mil 102 millones de pesos, lo cual equivale a 16% del Producto Interno Bruto. Así pues, todos estos datos implican que las Afores tienen invertidos fuera del país 292,637 millones de pesos, cantidad que equivale a 12.5% del total de los recursos propiedad de los trabajadores.
De esa suma, 222,404 millones de pesos han sido empleados para la compra de acciones de empresas que cotizan en mercados bursátiles fuera del país y el resto, 70,233 millones de pesos, en bonos de deuda internacional.
Ante todo esto no debemos perder de vista que una enorme cantidad de Afores pertenecen a grupos financieros, y éstos pertenecen a extranjeros como españoles, canadienses y estadounidenses. Así, nuevamente vemos como el sistema financiero nacional no está comprometido con el desarrollo del país como debería, sino que éste sirve a intereses extranjeros.
Es de esperarse que las Afores digan que ellos tienen como prioridad buscar los mayores rendimientos para los trabajadores, pero también es un hecho que muchas empresas mexicanas están cerrando sus puertas por falta de acceso al financiamiento a tasas competitivas, por lo que es injusto que estén cerrando las fuentes de empleo de los trabajadores mexicanos y sus ahorros beneficien a los empresarios y trabajadores de otras naciones.
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