lunes, 31 de octubre de 2011

LA CRISIS ECONÓMICA MUDIAL Y LA POSICIÓN DE MÉXICO: "MOMENTUM DEFINITORIUM"

La recuperación económica internacional se está debilitando. En los países desarrollados el crecimiento está perdiendo fuerza y la incertidumbre se está incrementando día con día
José Ángel Gurría* / El Universal
Las deudas públicas y privadas están limitando las inversiones y el consumo. Los bancos siguen siendo un problema.
La falta de confianza en la capacidad de los líderes políticos para tomar las decisiones urgentes incrementa la zozobra. Muchos gobiernos están atrapados en un ciclo perverso.
Ante las presiones de los mercados financieros, casi cada semana se ven obligados a tomar medidas de corto plazo.
Sin embargo, estas medidas con frecuencia no resultan suficientes para infundir confianza. Esto requiere de nuevos anuncios, de nuevas decisiones, y el círculo continúa y continúa.
Los gobiernos pueden romper este ciclo perverso, pero tienen que recuperar la iniciativa con estrategias y decisiones de mediano y largo plazo, en vez de simplemente reaccionar a las exigencias de corto plazo de los mercados. Los gobiernos deben promover una agenda de medidas estructurales en áreas como educación, innovación, salud, impuestos, crecimiento verde, etcétera.
El impacto de esta crisis en los trabajadores y sus familias ha sido dramático. Por ello los gobiernos deben poner énfasis en las políticas para ayudar a los más vulnerables, dando prioridad a los apoyos a los desempleados y a las medidas orientadas a la creación de empleo. Los gobiernos también deben actuar en el plano internacional.
La cooperación internacional a través de organismos multilaterales es hoy parte integral de la solución.
El G-20 puede ser un foro idóneo para resolver los desequilibrios estructurales de la economía globalizada.
Es necesario utilizar ese foro para lograr acuerdos significativos entre las economías de mayor peso. En la cumbre de Cannes, el G-20 se juega su credibilidad. ¿Dónde se sitúa México en este contexto?
La economía mexicana resistió relativamente bien los embates de la crisis 2008-2009. Si bien México fue uno de los países más afectados por la recesión, los efectos de la crisis en los mercados financieros mexicanos se contuvieron bastante bien.
El país no sufrió tampoco una crisis fiscal ni fluctuaciones descontroladas de precios. La caída del empleo tampoco fue tan pronunciada como en muchos otros países de la OCDE.
Gracias a esta estabilidad, la economía mexicana experimentó una fuerte recuperación. En 2010, el PIB registró un crecimiento cercano al 5.5%; las exportaciones se incrementaron en cerca de un 30%; la inversión extranjera directa (IED) creció cerca de un 17%, impulsada por una constante mejora del ambiente para los negocios. Si bien en 2011 el crecimiento perderá fuerza, ubicándose en torno a un 4.3%, duplicará el promedio de la OCDE.
Sin embargo, esta estabilidad y este crecimiento no son suficientes para restituir los niveles de empleo previos a la crisis y, sobre todo, para reducir las enormes disparidades sociales.
Y es que el país sigue enfrentando una serie de desafíos estructurales que limitan su competitividad, su productividad y su capacidad de desarrollo equitativo.
Como he insistido en muchas ocasiones, México requiere con urgencia de una reforma de fondo en su sistema fiscal. Los ingresos fiscales de México son los más bajos entre los países de la OCDE y de los más bajos de América Latina.
Hay que reconocer que se han dado pasos importantes para cerrar las lagunas tributarias, como la introducción del Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU), el cual —si bien todavía es temprano para evaluar sus resultados— ha sido eficaz en aumentar el número de contribuyentes. Sin embargo, el gobierno de México tiene que incrementar aún más su recaudación y mejorar la calidad del gasto público. México también requiere de una reforma educativa profunda.
El país invierte más en educación (como porcentaje del PIB) que la mayoría de los países de la OCDE. Sin embargo, nuestros alumnos están entre los peor preparados entre los 65 países que evalúa esta Organización.
Para mejorar, se tiene que elevar la calidad de los profesores mexicanos, pero también de la gestión de las escuelas y su equipamiento.
Al país le urge también actualizar su marco laboral. El que tiene es obsoleto, excluyente y le resta competitividad. Es fundamental también que México promueva una mayor competencia en sectores como las telecomunicaciones, los transportes y la energía. También es urgente implementar una reforma del estado de derecho y revisar a fondo el sistema de salud del país.
México debe aprovechar esta crisis para implementar los cambios de fondo que necesita. No podemos desaprovechar esta oportunidad. No debemos permitir que los poderes fácticos y los intereses creados tengan secuestrado el progreso del país. Estamos en un momento definitorio. Tenemos que decidir entre dos caminos: mantener el estatus quo, prolongando un desempeño económico mediocre, o romper con el actual modelo y equipar nuestra economía para una nueva era de progreso compartido.

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