GENARO LOZANO / EL SIGLO DE TORREÓN
Este ha sido un mal mes para el presidente Obama y para su campaña por la reelección. Por un lado, apenas la semana pasada se dieron a conocer dos nuevas encuestas que revelan que la popularidad del mandatario ronda entre el 39% y el 43%, sus mínimos históricos desde que asumió el cargo en enero de 2009, y por el otro, la Oficina del Censo volvió a dar a conocer un viejo problema para la nación más poderosa del mundo: la pobreza sigue en aumento y Estados Unidos sigue siendo el país más desigual en la distribución del ingreso dentro del grupo de naciones más ricas del mundo y la nación industrializada con el índice más alto de pobreza.
De acuerdo con la Oficina del Censo estadounidense, de 2009 a 2010 aumentó el número de personas que viven en pobreza en 2.6 millones. Con ello, hay unos 46.2 millones de pobres en Estados Unidos, lo que representa el 15.1% del total de la población estadounidense. Estos datos muestran el nivel de pobreza más alto desde 1993, de acuerdo con el Censo.
Los grupos más afectados por la pobreza son las minorías afroamericana e hispana, así como las mujeres y los niños. De hecho, hasta un 27.4% de los hogares afroamericanos vive en situación de pobreza, al tiempo que un 26.6% de los hispanos se encuentra por debajo de la línea de pobreza, fijada en un ingreso anual de 22 mil 334 dólares por una familia de cuatro personas.
Para las mujeres en general, los datos no son alentadores: hay 17 millones de mujeres pobres en Estados Unidos y la situación de pobreza infantil sigue siendo una vez más la más alta para una nación industrializada: hoy un 22% de la población menor a 18 años sufre condiciones de pobreza en Estados Unidos, porcentaje superado solo por países como Turquía y México, dentro del grupo de integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Un nivel de pobreza alto, en términos comparados con otras naciones industrializadas, así como una de las distribuciones del ingreso más desiguales son dos de los males económicos que aquejan a Estados Unidos desde el siglo 20. De hecho, el combate a la pobreza fue impulsado como una política pública como resultado de las protestas sociales de los años sesenta en Estados Unidos. En efecto, en 1964, el entonces presidente Lyndon B. Johnson declaró una "guerra incondicional a la pobreza" durante su discurso anual ante el Congreso estadounidense.
Desde entonces han pasado casi 50 años sin que se haya logrado mucho en la materia. De hecho, los indicadores de pobreza para la población en general se ubican casi al mismo nivel que en 1964, de acuerdo con un estudio realizado por los académicos Daniel Meyer y Geoffrey Wallace, de la Universidad de Wisconsin. Por el contrario, los niveles de pobreza se han acrecentado para los grupos minoritarios, y en específico para los hispanos. En los años 70 uno de cada 10 hispanos vivía bajo condiciones de pobreza, al tiempo que en 2010 esta relación aumentó a 1 de cada 4.
Malos indicadores para el gobierno de Obama que precisamente busca la aprobación por parte del Congreso de una ley para fomentar el empleo y contrarrestar la recesión económica que empezó en 2009 y cuyos efectos en la población quedan evidenciados en los indicadores sobre pobreza dados a conocer por la Oficina del Censo.
Malos indicadores para Obama que se cruzan con las encuestas que le dan una baja popularidad y en las que además, la mitad de la población desaprueba su gestión de la economía, al tiempo que los precandidatos republicanos a la presidencia empiezan a llamar la atención del electorado con seis debates en los que han discutido temas como la situación económica, la reforma migratoria y el sistema de salud.
Obama tiene una enorme carga sobre la espalda. Fue elegido con la promesa del cambio y al menos en el campo de política exterior ha cumplido con el anuncio del retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán y con una campaña internacional de mejoramiento de la imagen de Estados Unidos. Sin embargo, el 2012 pinta para ser un año en el que la economía dominará la política electoral y éste es precisamente el lado débil de Obama. Los grupos que ayudaron a la victoria de Obama, principalmente las mujeres, los afroamericanos y los hispanos, tienen hoy mucho que reclamarle a un presidente que proviene de este sector y que no ha logrado traducir su identidad en resultados tangibles para estos grupos. No será fácil la reelección.
Politólogo e Internacionalista
Este ha sido un mal mes para el presidente Obama y para su campaña por la reelección. Por un lado, apenas la semana pasada se dieron a conocer dos nuevas encuestas que revelan que la popularidad del mandatario ronda entre el 39% y el 43%, sus mínimos históricos desde que asumió el cargo en enero de 2009, y por el otro, la Oficina del Censo volvió a dar a conocer un viejo problema para la nación más poderosa del mundo: la pobreza sigue en aumento y Estados Unidos sigue siendo el país más desigual en la distribución del ingreso dentro del grupo de naciones más ricas del mundo y la nación industrializada con el índice más alto de pobreza.
De acuerdo con la Oficina del Censo estadounidense, de 2009 a 2010 aumentó el número de personas que viven en pobreza en 2.6 millones. Con ello, hay unos 46.2 millones de pobres en Estados Unidos, lo que representa el 15.1% del total de la población estadounidense. Estos datos muestran el nivel de pobreza más alto desde 1993, de acuerdo con el Censo.
Los grupos más afectados por la pobreza son las minorías afroamericana e hispana, así como las mujeres y los niños. De hecho, hasta un 27.4% de los hogares afroamericanos vive en situación de pobreza, al tiempo que un 26.6% de los hispanos se encuentra por debajo de la línea de pobreza, fijada en un ingreso anual de 22 mil 334 dólares por una familia de cuatro personas.
Para las mujeres en general, los datos no son alentadores: hay 17 millones de mujeres pobres en Estados Unidos y la situación de pobreza infantil sigue siendo una vez más la más alta para una nación industrializada: hoy un 22% de la población menor a 18 años sufre condiciones de pobreza en Estados Unidos, porcentaje superado solo por países como Turquía y México, dentro del grupo de integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Un nivel de pobreza alto, en términos comparados con otras naciones industrializadas, así como una de las distribuciones del ingreso más desiguales son dos de los males económicos que aquejan a Estados Unidos desde el siglo 20. De hecho, el combate a la pobreza fue impulsado como una política pública como resultado de las protestas sociales de los años sesenta en Estados Unidos. En efecto, en 1964, el entonces presidente Lyndon B. Johnson declaró una "guerra incondicional a la pobreza" durante su discurso anual ante el Congreso estadounidense.
Desde entonces han pasado casi 50 años sin que se haya logrado mucho en la materia. De hecho, los indicadores de pobreza para la población en general se ubican casi al mismo nivel que en 1964, de acuerdo con un estudio realizado por los académicos Daniel Meyer y Geoffrey Wallace, de la Universidad de Wisconsin. Por el contrario, los niveles de pobreza se han acrecentado para los grupos minoritarios, y en específico para los hispanos. En los años 70 uno de cada 10 hispanos vivía bajo condiciones de pobreza, al tiempo que en 2010 esta relación aumentó a 1 de cada 4.
Malos indicadores para el gobierno de Obama que precisamente busca la aprobación por parte del Congreso de una ley para fomentar el empleo y contrarrestar la recesión económica que empezó en 2009 y cuyos efectos en la población quedan evidenciados en los indicadores sobre pobreza dados a conocer por la Oficina del Censo.
Malos indicadores para Obama que se cruzan con las encuestas que le dan una baja popularidad y en las que además, la mitad de la población desaprueba su gestión de la economía, al tiempo que los precandidatos republicanos a la presidencia empiezan a llamar la atención del electorado con seis debates en los que han discutido temas como la situación económica, la reforma migratoria y el sistema de salud.
Obama tiene una enorme carga sobre la espalda. Fue elegido con la promesa del cambio y al menos en el campo de política exterior ha cumplido con el anuncio del retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán y con una campaña internacional de mejoramiento de la imagen de Estados Unidos. Sin embargo, el 2012 pinta para ser un año en el que la economía dominará la política electoral y éste es precisamente el lado débil de Obama. Los grupos que ayudaron a la victoria de Obama, principalmente las mujeres, los afroamericanos y los hispanos, tienen hoy mucho que reclamarle a un presidente que proviene de este sector y que no ha logrado traducir su identidad en resultados tangibles para estos grupos. No será fácil la reelección.
Politólogo e Internacionalista
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