lunes, 19 de septiembre de 2011

EL LENTO DESPERTAR DE LA AMÉRICA PROGRESISTA

Un millar de personas se manifiesta en Wall Street inspirados por el 15-M español
BÁRBARA CELIS | Nueva York / EL PAÍS
Para millones de personas afectadas por la crisis económica mundial, existe un lugar que simbólicamente representa el por qué de todos sus problemas: Wall Street. Para los estadounidenses además tiene especial significado porque está en su territorio y es la arteria principal del corazón financiero de Nueva York, donde laten algunos de los bancos e instituciones financieras más poderosas del mundo, a cuyas arcas fueron a parar millones de dólares del erario público para salvar al país del colapso económico entre 2008 y 2009. Tres años después de un rescate que no ha mejorado ni un ápice la economía estadounidense y en la misma semana en que el censo ha arrojado el espeluznante dato de que el 15% de los estadounidenses (casi 50 millones de personas) vive por debajo del índice de pobreza, Wall Street aspiraba a convertirse hoy en 'la puerta del sol' de Nueva York.
Pero a la vista de los números no va a ser fácil despertar "al gigante dormido de la América progresista" como definió hoy el veterano activista Reverendo Billy a quienes se sienten tan indignados con el gobierno estadounidense como lo estaban con el suyo los indignados españoles que decidieron acampar en la Puerta del Sol el 15M. A la convocatoria neoyorquina Occupy Wall Street, lanzada hace dos meses desde la revista canadiense de cultura alternativa Adbusters e inspirada precisamente en el 15M, no acudieron más de un millar de personas. Eso sí, muchas iban cargadas con sus mochilas y sus sacos de dormir. "Yo creo que hay que ser optimistas. En Madrid la gente que acampó el primer día en Sol no eran más de cincuenta y mira todo lo que pasó después. Los números son relativos. Yo creo que esto es un movimiento global y contagioso y en este país es algo nuevo que hay que mirar de forma positiva". Así se expresaba Luis, un español que enseña en una universidad neoyorquina y que insistía en la necesidad de ver el vaso medio lleno. No era el único español. Entre los que habían acudido a la convocatoria estaba el cantante Javier Ruibal, de visita en la ciudad y quien se declaraba solidario con "cualquier movimiento de inconformidad". Aunque él esperaba más gente también reconocía que "las cosas en Estados Unidos funcionan de otra manera. Y aquí cuando la mecha se prende crece. Esta ciudad es el ombligo del capitalismo y está muy bien ver a toda esta gente protestando porque no quieren que el gobierno los maneje a su antojo por un puñado de dólares".
Geográficamente ocupar Wall Street fue una misión imposible puesto que la calle que aloja la bolsa neoyorquina amaneció atrincherada bajo cientos de vallas y decenas de coches patrulla, obligando a los manifestantes a reunirse en dos parques cercanos. "El 99.9% de la gente se ha quedado en su casa pero no importa. El despertar llega poco a poco. Solo en esta ciudad ya hay medio millón de pobres. Si te quedas sin casa, sin trabajo y sin comer te aseguro que llegas a la calle", proclamaba un neoyorquino en paro.
Desde primera hora de la mañana empezaron a verse pancartas y pequeños grupos de gente inmersa en el debate. Muchos habían viajado desde otras partes de Estados Unidos, como Josh Lucy que vino desde Florida "porque están desmontando el país bajo mis pies y no puedo más. Hay que hacer algo". Esa frase se repetía mucho entre los asistentes, igual que se oyó en España, Grecia o Chile. "Es que en todo occidente nos ocurre lo mismo. Tenemos democracias basadas en las necesidades de los bancos y multinacionales, no en las de los ciudadanos y los políticos ya no trabajan para nosotros si no para ellos. Por eso el grito general es 'estamos hartos'. Ahora hay que ver cómo conseguimos transformarlo en cambios reales", comentaba Eric, un activista con su mochila al hombro quien añadía que hoy muchos "dormiremos en los alrededores de Wall Street porque hace falta que alguien empiece para que otros nos sigan". De la necesidad de cambio se hablaba en varias asambleas organizadas por la tarde en el parque Zucotti, donde pacíficamente, en pequeños grupos, y como ocurrió en Sol, se trataba de construir el futuro. Mientras, en la vecina calle Broadway, una treintena de coches y furgonetas de policía aparcados a ambos lados de la acera y múltiples agentes custodiando entre otros el célebre toro de Wall Street, se ocupaban simbólicamente de advertirles que su misión es proteger el presente.

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