domingo, 11 de septiembre de 2011

EL INFORME PRESIDENCIAL EN SU CONTEXTO ECONÓMICO

Dr. Antonio Reyes / El Semanario Sin Límites
Felipe Calderón ha rendido el último informe, sobre el cual, alguna parte de la sociedad podría tener un interés, probablemente más por morbosidadque por conocer el estado real de la nación. La percepción mediática que se pretendió construir desde la casa presidencial, terminó por desvanecerse ante la necia realidad, y hoy, más allá de la inseguridad, la sociedad se enfrenta a una economía aún mas declinante y a una falta de empleo que lacera a la mayoría de las familias.
Calderón vendió en su campaña esencialmente tres objetivos para su gobierno: empleo, crecimiento y estabilidad económica. En estos tres compromisos, esencialmente, hay que establecer valederamente el contexto del Informe presentado y con ellos evaluar, no sólo posibles logros, sino el estado real de la economía y el futuro inmediato que nos espera. La situación de pobreza y de marginación social es el resultado funcional de esos tres factores, para no equivocarnos o engañarnos en donde va la carreta y las acémilas que la jalan.
La economía nacional no ha crecido al nivel de su potencial real, por lo que ha sido, después de la de Haití, la economía de América Latina que menos ha crecido en los últimos diez años. De igual manera, fue una de las que más se contrajo a nivel mundial con la crisis económica internacional. Ante su falta de fortaleza interna, es evidente que la economía se volvió a desacelerar desde principio de este año, por lo que es previsible que, por la caída de la producción de los Estado Unidos, se cierre en el año con un crecimiento mucho menor a lo esperado. De esta manera, 2012 se avizora como un año de gran complicación productiva para México.
Desde 2006 la tasa de desempleo ha crecido, al pasar de 3.6% al 5.4% en 2010. Las tasas de desempleo más altas del sexenio corresponden a los últimos años. Dada la dinámica productiva actual, no es probable que la situación mejore en lo que resta del año.
En el mejor de los casos, se continuará generando relativamente empleo temporal, por no decir precario, como ha sucedido desde el 2000. En tanto, el empleo temporal en 2000 era 9.6% del total registrado en el IMSS, en 2010 alcanzó 13.4%, habiendo sido de 11.1% en 2006. De esta forma, el empleo generado ha sido cada vez más de baja calidad, desde el punto de vista de los estándares de seguridad social. No sólo no se ha abatido el desempleo, sino también ha bajado en su calidad.
Los dos principales compromisos de campaña de Calderón, crecimiento y empleo, no han sido cumplidos. Aún más, en tales rubros las condiciones imperantes se han agravado, no sólo por razones externas, sino fundamentalmente por las condiciones económicas internas. El más probable escenario en el futuro inmediato será de una mayor declinación nacional.
Ante la falta del crecimiento económico y el empleo prometidos, se ha insistido oficialmente en la fortaleza macroeconómica, a partir de las reservas monetarias, el déficit presupuestal y, especialmente por este último caso, la deuda pública.
La deuda pública del gobierno federal tiene básicamente dos registros que se dan a conocer públicamente. El de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y el del Banco de México (Banxico). La SHCP da a conocer los Saldos de la deuda Neta del Gobierno Federal, que a junio del presente año, alcanzó el 31.3 del PIB.
Este porcentaje significa 4.4 billones de pesos, después de que en 2006 fue de sólo 18.4% del PIB, para alcanzar una cifra absoluta de casi 2 billones de pesos. De acuerdo a estos datos, la deuda pública, según la SHCP, se duplicó nominalmente en casi seis años y creció en cerca de 13 puntos respecto al PIB, velocidad y tendencia que más que manifestar fortaleza, reflejaría deterioro de las condiciones presupuestales y de la hacienda pública.
Por otra parte, el Banxico da a conocer como deuda el equivalente de lo que la SHCP denomina el Saldo Histórico de los Requerimientos del Sector Público (SHRFSP). Este Saldo integra otros pasivos o deudas no considerados en la deuda pública convencional, como son los provenientes del Fobaproa-IPAB, generados por el rescate bancario, y los asumidos por el originalmente llamado rescate carretero, entre otros. De esta forma, el Saldo de los Requerimientos Financieros alcanza, a junio de esta año, 35.4% del PIB, que significa un diferencial de un poco más de 4 puntos porcentuales del PIB. Dicho de otra manera, entre la deuda manejada públicamente por la SHCP y la real había en 2010 un diferencial de más de 600 mil millones de pesos. Cifra que en 2011 se estima rondará en los 800 mil millones de pesos.
La diferencia entre las metodologías para medir la deuda llevan, no únicamente, a un diferencial significativo entre los pasivos reales del sector público federal y los montos que se festinan mediáticamente; también oculta el verdadero déficit fiscal anual, que se presenta con la solicitud del presupuesto anual que el Presidente presenta ante el Congreso.
El déficit público anual ha sido mayor al manifestado por las autoridades hacendarias y ello ha hecho que la verdadera deuda pública ronde en 35% del PIB y no en 31%, porcentaje superior al que tenían los Estados Unidos al iniciar la crisis financiera de 2007-2008. En fortaleza macroeconómica y sanidad de las finanzas públicas, especialmente deuda, el país ha visto descalabrar su llamada sanidad presupuestal.
Frente a un ambiente financiero hostil, que ha afectado la liquidez de los grandes bancos internacionales, especialmente de España, Francia y Reino Unido, se ha insistido en el alto grado de capitalización de la llamada banca nacional, en previsión de un posible contagio. El aspecto que se ha omitido casi siempre señalar como salvaguarda de los ahorros y depósitos bancarios es el estado de fortaleza del IPAB.
Al 30 de junio del presente año, el IPAB contaba con únicamente 8 mil millones de pesos de reserva para proteger casi el 90% de todos los depósitos bancarios. A diciembre de 2010 fue de 6.8 miles de millones de pesos. El monto total de los depósitos es un poco más de 2 billones de pesos, por lo que en el mejor de los casos, la relación de reservas de protección del IPAB a depósitos sería de 0.04%. Todavía en 2006 el IPAB contaba con activos, inmuebles y muebles, que le proporcionaron ingresos extra a las cuotas de sus afiliados, ahora prácticamente ya se han realizado, por lo que no cuenta con tal posible fuente de ingresos.
A todas luces, con el fondo de protección al ahorro del IPAB no se podría hacer frente a una contingencia de retiros de depósitos como los ya vividos en 2008, especialmente en Europa. Mucho menos tendría el IPAB la capacidad financiera para prevenir una corrida en un ambiente de crisis bancaria y contagio.
Calderón tuvo la oportunidad, válida o no, de reorientar en un lustro al país. Contó con los recursos extraordinarios del petróleo y con la fuerza de trabajo para ver inteligentemente más allá del dogma, el empecinamiento y la economía de pizarrón, pero no contó con la voluntad y el liderazgo para honrar promesas y compromisos. México ha visto desperdiciar, una vez más, la oportunidad para darse rumbo y destino promisorio. No queda mucho tiempo para seguir haciendo lo mismo y agudizar las contradicciones entre los pocos con los muchos hundidos en la pobreza.

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