José Fernández Santillán / El Universal
En materia de transformaciones institucionales hay dos autores italianos que han ejercido una notable influencia en nuestro país. Sus ideas y propuestas son faros de orientación para muchos estudiosos y practicantes de la política y del derecho. Me refiero, como el título de este artículo lo señala, a Giovanni Sartori (1924) y Luigi Ferrajoli (1940).
No obstante, a pesar de ser coterráneos (curiosamente ambos nacieron en Florencia) tienen orientaciones políticas diferentes e incluso contrapuestas. Estas divergencias reflejan opciones de valor distintas aunque, para el caso mexicano, hay quienes, al parecer, las han confundido.
Me explico: Sartori, profesor de la Universidad de Florencia y de la Universidad de Columbia, ha afirmado que a México le conviene reforzar los poderes del jefe del Ejecutivo y también le sentaría mejor, electoralmente, la segunda vuelta. Este autor ha hecho extensiva para nosotros la fórmula del “presidencialismo alternativo”.
Dice al respecto: “me parece que la fórmula del presidencialismo alternativo sería más adecuada para México en su larga marcha hacia la desconcentración del poder” (Ingeniería constitucional comparada, FCE, 1996, p. 169). Es la teoría de los dos motores: “mientras el sistema parlamentario funcione, se le deja ser. Pero si no puede cumplir las condiciones predeterminadas, entonces se apaga el motor parlamentario y se enciende el presidencial” (p. 168). Se trata de la propuesta conocida como “semipresidencial”. A él le interesa la representatividad, pero también la efectividad del gobierno.
Es oportuno recordar que en México se han propuesto variantes del semipresidencialismo como lo son el “gobierno de gabinete” y el “gobierno de coalición”.
Ferrajoli, profesor de la Universidad de Roma III, habla, en contraste, de la conveniencia de “democracia constitucional” y, electoralmente, del sistema de representación proporcional: “Si queremos que se garantice la igualdad de los ciudadanos en los derechos políticos de voto y que para ello las elecciones políticas realicen su función, que es esencialmente la de producir instituciones representativas no sólo de mayorías más o menos ficticias sino de todo el electorado, debemos reconocer que el sistema más eficaz para tal fin es el parlamentarismo basado en el método proporcional”. (Principia Iuris, tomo 2, teoría de la democracia, Trotta, Madrid, 2011, pp. 179-180). Bajo esta modalidad piensa que serían aseguradas la eficiencia y la representatividad. El parlamento debe ser, como dijo Hans Kelsen, el “espejo de la nación”.
Por cierto, Ferrajoli criticó la propuesta semipresidencial de Sartori diciendo que no se trataba de un semipresidencialismo sino de un “doble presidencialismo” (AA.VV, Contro il presidenzialismo, Celid, Torino, 1996, p. 35).
Por ello, es decir, por la importancia de los nombres incluidos en el manifiesto Por una democracia constitucional (10/octubre/11), y para evitar confusiones, convendría que se aclarara la mezcla que allí se hace entre las propuestas de Sartori y las sugerencias de Ferrajoli. Por una parte, se usa el concepto “democracia constitucional” propio de Ferrajoli; por otra parte, se propone una fórmula semipresidencial, cercana a las ideas de Sartori. ¿O acaso fue una simple coincidencia? De otra manera, tendríamos que hablar de una flagrante contradicción. Sartori y Ferrajoli son —valga la metáfora— como el agua y el aceite.
En materia de transformaciones institucionales hay dos autores italianos que han ejercido una notable influencia en nuestro país. Sus ideas y propuestas son faros de orientación para muchos estudiosos y practicantes de la política y del derecho. Me refiero, como el título de este artículo lo señala, a Giovanni Sartori (1924) y Luigi Ferrajoli (1940).
No obstante, a pesar de ser coterráneos (curiosamente ambos nacieron en Florencia) tienen orientaciones políticas diferentes e incluso contrapuestas. Estas divergencias reflejan opciones de valor distintas aunque, para el caso mexicano, hay quienes, al parecer, las han confundido.
Me explico: Sartori, profesor de la Universidad de Florencia y de la Universidad de Columbia, ha afirmado que a México le conviene reforzar los poderes del jefe del Ejecutivo y también le sentaría mejor, electoralmente, la segunda vuelta. Este autor ha hecho extensiva para nosotros la fórmula del “presidencialismo alternativo”.
Dice al respecto: “me parece que la fórmula del presidencialismo alternativo sería más adecuada para México en su larga marcha hacia la desconcentración del poder” (Ingeniería constitucional comparada, FCE, 1996, p. 169). Es la teoría de los dos motores: “mientras el sistema parlamentario funcione, se le deja ser. Pero si no puede cumplir las condiciones predeterminadas, entonces se apaga el motor parlamentario y se enciende el presidencial” (p. 168). Se trata de la propuesta conocida como “semipresidencial”. A él le interesa la representatividad, pero también la efectividad del gobierno.
Es oportuno recordar que en México se han propuesto variantes del semipresidencialismo como lo son el “gobierno de gabinete” y el “gobierno de coalición”.
Ferrajoli, profesor de la Universidad de Roma III, habla, en contraste, de la conveniencia de “democracia constitucional” y, electoralmente, del sistema de representación proporcional: “Si queremos que se garantice la igualdad de los ciudadanos en los derechos políticos de voto y que para ello las elecciones políticas realicen su función, que es esencialmente la de producir instituciones representativas no sólo de mayorías más o menos ficticias sino de todo el electorado, debemos reconocer que el sistema más eficaz para tal fin es el parlamentarismo basado en el método proporcional”. (Principia Iuris, tomo 2, teoría de la democracia, Trotta, Madrid, 2011, pp. 179-180). Bajo esta modalidad piensa que serían aseguradas la eficiencia y la representatividad. El parlamento debe ser, como dijo Hans Kelsen, el “espejo de la nación”.
Por cierto, Ferrajoli criticó la propuesta semipresidencial de Sartori diciendo que no se trataba de un semipresidencialismo sino de un “doble presidencialismo” (AA.VV, Contro il presidenzialismo, Celid, Torino, 1996, p. 35).
Por ello, es decir, por la importancia de los nombres incluidos en el manifiesto Por una democracia constitucional (10/octubre/11), y para evitar confusiones, convendría que se aclarara la mezcla que allí se hace entre las propuestas de Sartori y las sugerencias de Ferrajoli. Por una parte, se usa el concepto “democracia constitucional” propio de Ferrajoli; por otra parte, se propone una fórmula semipresidencial, cercana a las ideas de Sartori. ¿O acaso fue una simple coincidencia? De otra manera, tendríamos que hablar de una flagrante contradicción. Sartori y Ferrajoli son —valga la metáfora— como el agua y el aceite.
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