Jorge Zepeda Patterson / El Universal
Lo que ahora padece la Perla Tapatía ha sucedido una y otra vez. Se requiere tener una estrategia de seguimiento luego de estos golpes, para acotar o neutralizar las luchas intestinas que se desatan luego de la desaparición de cada uno de los capos
Guadalajara pasó este fin de semana por el mejor y el peor de los tiempos. La FIL, el más importante evento literario cultural de habla hispana cumplió su 25 aniversario para orgullo de todo el país. Pero tuvieron que celebrarlo en medio de la enorme consternación que dejó la aparición de 26 cadáveres el jueves pasado. La mayor tragedia en vidas humanas en esa ciudad desde la explosión de los colectores hace casi 20 años. Paradójicamente el sembrado de los cuerpos en tres camionetas se hizo a sólo unas cuadras de la Expo en donde las editoriales llenaban de libros los stands para la inauguración de la FIL.
Existe el temor de que esta masacre sea la confirmación de que la guerra abierta ha llegado a Guadalajara. El fantasma de Monterrey, Veracruz o Acapulco recorre la Perla Tapatía. ¿Será esta la siguiente plaza mexicana en convertirse en campo de batalla?
Hace tiempo escribimos que la muerte de Nacho Coronel, el capo que dominaba Guadalajara, en julio del año pasado, era una pésima noticia. El férreo control que ejercía el cártel de Sinaloa había hecho de Guadalajara una ciudad relativamente alejada de las vendettas de sangre que asolaban a buena parte de la república. La muerte de Coronel, un “CEO de la droga” conocido por sus maneras más propias de empresario que de pistolero, necesariamente dejaría vulnerable a la plaza.
Alejandro Poiré, todavía en su carácter de vocero de asuntos de seguridad pública, escribió meses más tarde que la desaparición del capo no había provocado un baño de sangre, pues la violencia había aumentado de manera poco significativa.
Fue una presunción apresurada. Las cosas apenas comenzaban a calentarse. A lo largo de este año las reyertas y ejecuciones entre bandas del crimen organizado comenzaron a aumentar a medida que los cárteles rivales iban tomando posiciones en una atractiva plaza declarada en súbita disponibilidad, gracias a la intervención federal. Los hechos culminan en este noviembre rojo. 12 días antes de esta matanza fueron encontrados tres cadáveres, que a su vez eran el remate de una larga cadena de hechos sangrientos de los últimos meses. Los 26 cuerpos encontrados simplemente hacen oficial el hecho de que Guadalajara será el siguiente escenario de la guerra civil que padecemos.
Con lo anterior no estoy argumentando a favor de hacer la vista gorda frente a los Nacho Coronel que dominan territorios relativamente tranquilos (todavía los hay). Simplemente abogo por una mejor estrategia federal en el combate al narco. Las autoridades no pueden ser ingenuas sobre lo que sucede cuando descabezan a un cártel en control de una zona. Lo que ahora padece Guadalajara ha sucedido una y otra vez. Se requiere tener una estrategia de seguimiento luego de estos golpes, para acotar o neutralizar las luchas intestinas que se desatan luego de la desaparición de cada uno de estos capos. Si no son capaces de implementar una estrategia de contención posterior, sería muy recomendable abstenerse de dar estos golpes al avispero.
El PAN, una de tres
Es cierto que el PAN ha querido aprovechar la exposición que permite la ley electoral a partir del 18 de diciembre a los partidos que están en precampaña. Ni Peña Nieto ni López Obrador podrán anunciarse en este periodo, a menos que vayan con patiños o juanitos que se presten a la simulación. Pero incluso eso tiene un costo de imagen para ambos, PRI y PRD.
No fue mala idea definir a su candidato hasta el próximo año, pero se les pasó la mano. Tener tres candidatos “vivos” (Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel y Ernesto Cordero) es un exceso porque diluye los reflectores en demasiados frentes.
Para el PAN sería ideal que uno de los dos caballeros, Cordero o Creel se bajaran de la contienda, para que los reflectores se centraran en Josefina y en uno de ellos. Pero no parece probable. Para Creel resulta un asunto de orgullo seguir remando contra la animadversión de Los Pinos. Por la razón contraria tampoco Cordero puede retirarse, pues recibe todo el apoyo presidencial. El equipo del exsecretario de Hacienda está convencido que es el contendiente que tiene más potencial de crecimiento porque es el menos conocido de todos. Suponen que una campaña masiva podría hacerlo competitivo.
Pero esos cálculos parecen meros buenos deseos frente a la campaña de Josefina, que ha subido como la espuma. La pregunta de fondo es ¿qué tendrá que hacer para que los panistas la reconozcan como la mejor candidata? Tengo la impresión de que si fuera hombre hace tiempo que la candidatura del PAN ya estaría decidida. Pero las cosas nunca han sido fáciles para las mujeres en este país.
Lo que ahora padece la Perla Tapatía ha sucedido una y otra vez. Se requiere tener una estrategia de seguimiento luego de estos golpes, para acotar o neutralizar las luchas intestinas que se desatan luego de la desaparición de cada uno de los capos
Guadalajara pasó este fin de semana por el mejor y el peor de los tiempos. La FIL, el más importante evento literario cultural de habla hispana cumplió su 25 aniversario para orgullo de todo el país. Pero tuvieron que celebrarlo en medio de la enorme consternación que dejó la aparición de 26 cadáveres el jueves pasado. La mayor tragedia en vidas humanas en esa ciudad desde la explosión de los colectores hace casi 20 años. Paradójicamente el sembrado de los cuerpos en tres camionetas se hizo a sólo unas cuadras de la Expo en donde las editoriales llenaban de libros los stands para la inauguración de la FIL.
Existe el temor de que esta masacre sea la confirmación de que la guerra abierta ha llegado a Guadalajara. El fantasma de Monterrey, Veracruz o Acapulco recorre la Perla Tapatía. ¿Será esta la siguiente plaza mexicana en convertirse en campo de batalla?
Hace tiempo escribimos que la muerte de Nacho Coronel, el capo que dominaba Guadalajara, en julio del año pasado, era una pésima noticia. El férreo control que ejercía el cártel de Sinaloa había hecho de Guadalajara una ciudad relativamente alejada de las vendettas de sangre que asolaban a buena parte de la república. La muerte de Coronel, un “CEO de la droga” conocido por sus maneras más propias de empresario que de pistolero, necesariamente dejaría vulnerable a la plaza.
Alejandro Poiré, todavía en su carácter de vocero de asuntos de seguridad pública, escribió meses más tarde que la desaparición del capo no había provocado un baño de sangre, pues la violencia había aumentado de manera poco significativa.
Fue una presunción apresurada. Las cosas apenas comenzaban a calentarse. A lo largo de este año las reyertas y ejecuciones entre bandas del crimen organizado comenzaron a aumentar a medida que los cárteles rivales iban tomando posiciones en una atractiva plaza declarada en súbita disponibilidad, gracias a la intervención federal. Los hechos culminan en este noviembre rojo. 12 días antes de esta matanza fueron encontrados tres cadáveres, que a su vez eran el remate de una larga cadena de hechos sangrientos de los últimos meses. Los 26 cuerpos encontrados simplemente hacen oficial el hecho de que Guadalajara será el siguiente escenario de la guerra civil que padecemos.
Con lo anterior no estoy argumentando a favor de hacer la vista gorda frente a los Nacho Coronel que dominan territorios relativamente tranquilos (todavía los hay). Simplemente abogo por una mejor estrategia federal en el combate al narco. Las autoridades no pueden ser ingenuas sobre lo que sucede cuando descabezan a un cártel en control de una zona. Lo que ahora padece Guadalajara ha sucedido una y otra vez. Se requiere tener una estrategia de seguimiento luego de estos golpes, para acotar o neutralizar las luchas intestinas que se desatan luego de la desaparición de cada uno de estos capos. Si no son capaces de implementar una estrategia de contención posterior, sería muy recomendable abstenerse de dar estos golpes al avispero.
El PAN, una de tres
Es cierto que el PAN ha querido aprovechar la exposición que permite la ley electoral a partir del 18 de diciembre a los partidos que están en precampaña. Ni Peña Nieto ni López Obrador podrán anunciarse en este periodo, a menos que vayan con patiños o juanitos que se presten a la simulación. Pero incluso eso tiene un costo de imagen para ambos, PRI y PRD.
No fue mala idea definir a su candidato hasta el próximo año, pero se les pasó la mano. Tener tres candidatos “vivos” (Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel y Ernesto Cordero) es un exceso porque diluye los reflectores en demasiados frentes.
Para el PAN sería ideal que uno de los dos caballeros, Cordero o Creel se bajaran de la contienda, para que los reflectores se centraran en Josefina y en uno de ellos. Pero no parece probable. Para Creel resulta un asunto de orgullo seguir remando contra la animadversión de Los Pinos. Por la razón contraria tampoco Cordero puede retirarse, pues recibe todo el apoyo presidencial. El equipo del exsecretario de Hacienda está convencido que es el contendiente que tiene más potencial de crecimiento porque es el menos conocido de todos. Suponen que una campaña masiva podría hacerlo competitivo.
Pero esos cálculos parecen meros buenos deseos frente a la campaña de Josefina, que ha subido como la espuma. La pregunta de fondo es ¿qué tendrá que hacer para que los panistas la reconozcan como la mejor candidata? Tengo la impresión de que si fuera hombre hace tiempo que la candidatura del PAN ya estaría decidida. Pero las cosas nunca han sido fáciles para las mujeres en este país.
Me da mucha pena que Peña Nieto se equivoque tan feo, se ve que si lo sacan de su burbuja no sabe nada. Pobre deberia aprender de Santiago Creel, el si esta preparado, le puede preguntar sobre cualquier tema.
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