El organismo crea una nueva línea de liquidez más flexible para ayudar a los países con problemas de financiación
El Fondo Monetario Internacional se pone manos a la obra contra el riesgo de contagio de la crisis fiscal del euro y la extensión de los problemas a Estados Unidos. Según ha anunciado hoy la institución en un comunicado, pondrá en marcha una serie de reformas con vistas a impulsar la flexibilidad y alcance de sus líneas de crédito para los países con problemas de financiación. No es el bazuca que esperaba Wall Street, ya que la cuestión del dinero que podrá movilizar no cumple las expectativas, pero es un paso más para dar estabilidad al sistema.
Tras varias jornadas especulando sobre las negociaciones entre los líderes europeos y el FMI para poder salir en ayuda de los países con problemas en los mercados de financiación puenteando al BCE y a la propia canciller alemana, Angela Merkel, que rechaza que el instituto emisor del euro asuma un papel más efectivo contra las turbulencias, el organismo dirigido por Christine Lagarde ha deshojado hoy la margarita.
Según explica el comunicado, "estas medidas, que se han estado preparando durante un tiempo, permitirán al Fondo responder mejor a las diversas necesidades de liquidez de los países miembros con políticas sólidas y fundamentales económicos, incluidos aquellos que tengan necesidades urgentes de financiación procedentes de un abanico más amplio de circunstancias que los desastres naturales y las situaciones posteriores a los conflictos", que eran las condiciones actuales para poder acudir a las líneas extraordinarias de crédito que hasta ahora tenía el FMI.
En este sentido, el mecanismo anunciado por el FMI no es nuevo. Esencialmente, lo que hace es reemplazar la actual línea de crédito de precaución por una de liquidez que tendrá una cobertura mayor. Lagarde señala que este ajuste permitirá responder "mejor" a las necesidades de liquidez de países bajo, por ejemplo, el estrés de los mercados. Estos riesgos pueden ser tanto problemas de financiación "actuales" como "potenciales" en el momento que se firme el acuerdo de ayuda.
A cambio, el país que reciba el crédito deberá "tener un historial de aplicación de políticas acertadas -reformas-, y mantener el compromiso con el mantenimiento de tales políticas en el futuro", lo que en el fondo supone ceder parte de soberanía y seguir las directrices de los organismos internacionales, tal y como ahora sucede en los ya rescatados Grecia, Portugal e Irlanda.
En la práctica, el FMI podrá prestar a seis meses a los países que lo requieran hasta un 250% de su cuota, cantidad ampliable al 500% en "circunstancias excepcionales en las que los socios afronten pagos a corto plazo y no pueda financiarse por su cuenta debido a "causas exógenas, incluidas una situación de mayor estrés en la economía regional o mundial". A 12 y 24 meses, el Fondo podrá prestar entre un 500% y un 1.000% de la cuota. España tiene actualmente una cuota del 2% en el FMI. Acudir a esta medida, para lo que se necesita la aprobación del consejo del Fondo, supondrá aceptar una revisión por parte del organismo internacional cada seis meses.
Fuente: El País
El Fondo Monetario Internacional se pone manos a la obra contra el riesgo de contagio de la crisis fiscal del euro y la extensión de los problemas a Estados Unidos. Según ha anunciado hoy la institución en un comunicado, pondrá en marcha una serie de reformas con vistas a impulsar la flexibilidad y alcance de sus líneas de crédito para los países con problemas de financiación. No es el bazuca que esperaba Wall Street, ya que la cuestión del dinero que podrá movilizar no cumple las expectativas, pero es un paso más para dar estabilidad al sistema.
Tras varias jornadas especulando sobre las negociaciones entre los líderes europeos y el FMI para poder salir en ayuda de los países con problemas en los mercados de financiación puenteando al BCE y a la propia canciller alemana, Angela Merkel, que rechaza que el instituto emisor del euro asuma un papel más efectivo contra las turbulencias, el organismo dirigido por Christine Lagarde ha deshojado hoy la margarita.
Según explica el comunicado, "estas medidas, que se han estado preparando durante un tiempo, permitirán al Fondo responder mejor a las diversas necesidades de liquidez de los países miembros con políticas sólidas y fundamentales económicos, incluidos aquellos que tengan necesidades urgentes de financiación procedentes de un abanico más amplio de circunstancias que los desastres naturales y las situaciones posteriores a los conflictos", que eran las condiciones actuales para poder acudir a las líneas extraordinarias de crédito que hasta ahora tenía el FMI.
En este sentido, el mecanismo anunciado por el FMI no es nuevo. Esencialmente, lo que hace es reemplazar la actual línea de crédito de precaución por una de liquidez que tendrá una cobertura mayor. Lagarde señala que este ajuste permitirá responder "mejor" a las necesidades de liquidez de países bajo, por ejemplo, el estrés de los mercados. Estos riesgos pueden ser tanto problemas de financiación "actuales" como "potenciales" en el momento que se firme el acuerdo de ayuda.
A cambio, el país que reciba el crédito deberá "tener un historial de aplicación de políticas acertadas -reformas-, y mantener el compromiso con el mantenimiento de tales políticas en el futuro", lo que en el fondo supone ceder parte de soberanía y seguir las directrices de los organismos internacionales, tal y como ahora sucede en los ya rescatados Grecia, Portugal e Irlanda.
En la práctica, el FMI podrá prestar a seis meses a los países que lo requieran hasta un 250% de su cuota, cantidad ampliable al 500% en "circunstancias excepcionales en las que los socios afronten pagos a corto plazo y no pueda financiarse por su cuenta debido a "causas exógenas, incluidas una situación de mayor estrés en la economía regional o mundial". A 12 y 24 meses, el Fondo podrá prestar entre un 500% y un 1.000% de la cuota. España tiene actualmente una cuota del 2% en el FMI. Acudir a esta medida, para lo que se necesita la aprobación del consejo del Fondo, supondrá aceptar una revisión por parte del organismo internacional cada seis meses.
Fuente: El País
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